Japón, que dependía del carbón y el gas natural para más del 60% de la generación de electricidad el año pasado, justifica este cambio de prioridades debido a las tensiones geopolíticas que han desestabilizado el mercado energético mundial y que han obligado al país asiático a velar por su seguridad energética para mantener las luces encendidas.
Los 54 reactores nucleares del país fueron desconectados tras el desastre de 2011 en la planta nuclear de Fukushima. Según detalla The Japan Times, de los 33 reactores que aún funcionan, solo 14 han vuelto a entrar en operación desde entonces.
Y es que el país del sol naciente, un país con pocos recursos naturales, pretende que la energía nuclear represente alrededor del 20% de la matriz energética del país para el año fiscal 2040 -muestra de que el compromiso del país con esta tecnología continuará durante la próxima década- y las energías renovables en torno al 40-50%, según ha quedado fijado en la nueva estrategia, redactada por el Ministerio de Comercio y asesorada por un panel de 16 expertos.
En concreto, las energías renovables representaron cerca del 23% del mix energético japonés en el año fiscal 2023, mientras que la energía nuclear representó aproximadamente el 8,5%, según los últimos datos del Ministerio de Comercio nipón.
Descarbonización de Japón
La nueva hoja de ruta energética también pretende que Japón, el quinto mayor contaminante de dióxido de carbono, desarrolle sus esfuerzos de descarbonización que han sido criticados por científicos y grupos climáticos por considerarlos insuficientes. Japón está estudiando actualmente un nuevo objetivo de reducir las emisiones en un 60% para 2035 con respecto a los niveles de 2013, aunque sigue siendo menos ambicioso que el de otros países.
Según los autores de la estrategia, los combustibles fósiles representarán entre el 30% y el 40% de la matriz energética de Japón en 2040, en comparación con el 69% en el año fiscal 2023.
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