El Gobierno japonés pretende así doblar -un poco más en realidad- la contribución de las energías limpias al mix energético del país asiático de cara a 2040, ya que en 2023 las renovables representaron casi el 23% de la generación eléctrica nacional.
Sin embargo, esta estrategia de descarbonización contempla que los combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas, aporten entre el 30% y el 40% de la combinación energética nipona para 2040, una proporción que no obstante disminuye en comparación con el 68,9% registrado en 2023.
El retorno nuclear
La organización ecologista Greenpeace Japón ha señalado en un comunicado que el plan para devolver a la nuclear el protagonismo perdido "podría resultar extremadamente caro" dados los costos de desmantelamiento de los reactores antiguos y los problemas de eliminación de desechos nucleares que surgirán si más plantas vuelven a entrar en operación. Frente al enfoque nuclear del Gobierno, reclaman que el porcentaje de energía renovable se eleve al menos al 72% para 2040.
En concreto, Japón quiere que la energía nuclear, que aportó el 8,5% de la electricidad de Japón en 2023, recupere el protagonismo perdido tras el desastre de Fukushima en 2011. Los 54 reactores nucleares del país fueron desconectados tras el accidente. De los 33 reactores que aún funcionan, solo 14 han vuelto a entrar en operación desde entonces.
Por su parte, grupos empresariales preocupados por el medio ambiente como Japan Climate Leaders' Partnership —que incluye a compañías como Apple, Fujitsu y Sagawa—, han advertido que el objetivo de reducción de emisiones es demasiado bajo. En concreto, abogan por una reducción del 75% en las emisiones para 2035 y una participación de energía renovable de al menos el 60% para el mismo año.
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