Y ese mismo año se creó el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), encargado de apoyar el desarrollo de las políticas de eficiencia energética e implantación de energías alternativas. Eran aun años de petróleo, gas y carbón, de dependencia energética completa, pero ya asomaban los primeros brotes de la actual revolución renovable en marcha que España encara con todo a favor.
Quinta potencia mundial en eólica y novena en solar; primera gran economía europea con más de la mitad de generación renovable en su mix eléctrico; tasas de crecimiento del autoconsumo superiores al 1000% desde 2018; en el top ten de países con mayor inversión en transición energética en el mundo; líderes europeos en proyectos de hidrógeno renovable en desarrollo… Una sucesión de récords impensable hace sólo seis años, cuando comenzaron a eliminarse trabas – derogación del impuesto al sol- que lastraban el despliegue renovable en todo su potencial.
Como organismo técnico de referencia, el IDAE ha estado desde el principio en la vanguardia de las políticas que han propiciado este vuelco en el modelo energético español. El instituto ha sido actor destacado en incontables iniciativas que han hecho de la sostenibilidad y la transición ecológica un eje transversal de la acción pública. En el acompañamiento a los primeros desarrollos eólicos, las primeras cogeneraciones, las campañas para popularizar el uso de bombillas de bajo consumo y otras tecnologías de alta eficiencia, o con inversiones directas para sembrar en aquellos sectores más prometedores, pero aún arriesgados para el inversor convencional.
Desde 1984 hasta este 2024 el IDAE ha sido antena y altavoz, en diálogo constante con todos los actores públicos y privados del sector energético, industrial y de servicios asociados; ha hecho pedagogía social en los hogares y, siempre, marca país en foros internacionales.
Sin su labor como adelantado no se entendería el sprint del último lustro en la implantación acelerada de renovables, en el diseño de la arquitectura normativa y de planificación -Marco Estratégico de Energía y Clima, Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo, Estrategia contra la Pobreza Energética, para la Transición Justa, estrategias sectoriales de Autoconsumo, de Almacenamiento, Hojas de Ruta de Hidrógeno Renovable, de Eólica Marina y las energías del mar, etcétera- que sustenta esta apuesta por la descarbonización de nuestra economía.
Y toda esta implicación ha crecido en los últimos años con la inversión sin precedentes que han supuesto los fondos NextGenEU canalizados a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia y sus adendas. El instituto ha movilizado ya cerca de 12.000 de los casi 13.300 millones de euros que tiene asignados. Como gestor directo coordina un presupuesto superior a 8.000 Me, de los que ha resuelto más del 40%, materializados en 2.290 proyectos en 30 líneas de ayuda adscritas al Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica EHRA (de Energías Renovables, Hidrógeno y Almacenamiento): desde las de hidrógeno renovable a la eólica marina flotante, de la geotermia a las comunidades energéticas, pasando por la economía circular de las renovables y a toda la I+D+i asociada, entre otras muchas. Con un objetivo último, acelerar y ampliar las capacidades energéticas e industriales de España en materia de
transición ecológica.
Tampoco ha descuidado áreas con gran potencial en las ciudades, como las redes urbanas de calor y frío; o las zonas de reto demográfico, con el programa DUS 5000 destinado a pequeños municipios. Ni a la industria, con programas para favorecer el paso de sistemas de cogeneración a fuentes renovables, o una nueva línea que, por primera vez, va a financiar con 750 Me la instalación de fábricas de componentes de tecnologías renovables.
La gestión directa de fondos multimillonarios y la coordinación de otros tantos repartidos a las CCAA para permear las ventajas de la transición energética en el territorio exige un nivel de esfuerzo sólo al alcance de los mejores. Quiero por ello que estas líneas sirvan de merecido homenaje a todos los profesionales del IDAE, los pasados y los presentes, a su rigor, compromiso y a una vocación de servicio público que no decae.
Y seguimos
Preparamos nuevos incentivos a proyectos de economía circular para bienes de equipo renovables; al alumbrado público, a la movilidad sostenible; financiaremos nuevos proyectos de hidrógeno renovable a través del mecanismo de subastas como servicio del Banco Europeo del Hidrógeno, por citar solo unos pocos. Tenemos sobre la mesa la nueva planificación de los fondos FEDER y del Fondo Nacional de Eficiencia Energética, y hemos reforzado nuestro papel como agente inversor en el mercado, inyectando 100 Me a nuestra estrategia de inversiones a 2026.
Pronto podremos concretar propuestas interesantes. Los 80 trajeron una dolorosa reconversión industrial en España. Ahora el país cuenta con lo necesario para reindustrializarse gracias a las renovables, para asegurar nuestra autosuficiencia energética frente a crisis globales, crear tejido económico o exportar I+D+i en tecnologías renovables de nuevo cuño. Y avanzar en el proceso de descarbonización para combatir los peores efectos del cambio climático, que acabamos de sufrir en carne propia.
En las últimas cuatro décadas hemos cambiado todo esto. Y, como dice la nueva campaña de publicidad del IDAE, lo que nos queda por cambiar.
• Este artículo de opinión está incluido en el Anuario 2024 de Energías Renovables en papel, que puedes descargar gratis en formato PDF aquí
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