Ni Argelia ha dejado de suministrar gas natural a España, por muy mucho que hubiera desencuentro hispano-argelino hace un par de años por mor del contencioso que entonces tenían la propia Argelia y el vecino Marruecos; ni Rusia ha dejado de inyectar gas en el sistema energético nacional español, por muy mucho que haya una guerra en curso, o por muy mucho que la Eurocámara haya votado a favor de una resolución mediante la cual insta a España a investigar las presuntas conexiones entre el independentismo catalán (Carles Puigdemont) y el régimen de Vladimir Putin. Y es que, por lo visto, el Parlamento Europeo parece muy preocupado por la supuesta conexión Puigdemont-Putin, pero no lo parece tanto por el hecho de que la Unión Europea siga comprándole gas al régimen del caudillo ruso. De hecho, España, por ejemplo, ha incrementado en casi treinta puntos (+29,8%) sus importaciones de gas desde Rusia en 2023 (con respecto a las declaradas en 2022), pero nadie en Bruselas parece interesado en abrir ninguna comisión de investigación sobre el particular o en instar a las compañías energéticas que operan en el mercado español a que dejen de comprarle gas y/o inyectarle capital a la Rusia de Putin. Cierto es que lo hizo el pasado mes de marzo (instar al cese de la compra de gas ruso) la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera (véase), pero no parece haber cundido la apelación y tampoco parece haber mucho interés sobre el particular en el Parlamento Europeo, más entretenido ahora con la hipotética conexión Pu-Pu (Puigdemont-Putin).
La evolución de las importaciones de gas desde Rusia resulta particularmente insólita
España importa hoy casi el doble del gas que llegaba aquí desde aquel país antes de la guerra. Según las cifras publicadas por Cores, la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Gobierno de España), aquí llegaron en 2021, antes de la guerra, 37.027 gigavatios hora de gas natural ruso. Bueno, pues en el año 2023, en pleno conflicto con Ucrania, hasta tierras españolas han llegado desde Rusia 72.690 GWh, o sea, prácticamente el doble. Más aún: en 2021 otros países europeos suministraban a España (véase abajo la tabla de Cores) más gas natural que Rusia. Y, sin embargo, en el año 2023, Rusia ha exportado hacia España más gas natural que toda la Unión Europea, Noruega y Reino Unido (Gibraltar) juntos. Así, Rusia es hoy el tercer mayor proveedor de gas de España, solo por detrás de Argelia y Estados Unidos, y por delante de Nigeria, a la que ha desbancado de esa tercera plaza, antaño ocupada por ese país africano.
La única buena noticia es la caída de las importaciones (del total de gas importado), total que se ha reducido este año pasado (2023) en más de once puntos con respecto a 2022 (quemamos hoy pues menos gas que hace un año). "En 2023 -destaca Cores en su último boletín- descienden las importaciones de gas natural un 11,1% vs. 2022 y suponen 396.712 GWh, el 69,9% realizadas en forma de Gas Natural Licuado. Argelia (29,3% del total) se sitúa como principal suministrador en el año -continúa Cores-, seguido de Estados Unidos (20,9%)". La Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos no cita al tercer suministrador principal de España en su texto. No hay problema, ya lo citamos nosotros. Es Rusia, con el 18,3%. Además, Rusia ha sido el segundo mayor suministrador de gas a España en diciembre, ya solo por detrás de Argelia y por delante de Estados Unidos.
Bajo estas líneas, Importaciones de gas natural, por países (acumulado anual) de los años 2021, 2022 y 2023. Fuente: Cores.
En 2023, en España, el 17,2% de la electricidad ha salido de centrales térmicas de ciclo combinado que queman gas natural. Actualmente hay en España 26.250 megavatios de potencia en ciclos combinados. De entre las grandes compañías eléctricas que operan en el mercado español, Naturgy, antes conocida como Gas Natural Fenosa, cuenta con 7.400 megavatios de potencia en centrales de ciclo combinado; Iberdrola tiene 5.700; y Endesa, que es la tercera con más potencia instalada, 5.445 MW (esta última no compra gas a Rusia: "nos proveemos -informa la compañía- de África, Oriente Medio y Estados Unidos, algo público que hemos dicho muchas veces").
Según el último Informe Mensual de Comercio Exterior publicado por el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, que recoge datos cerrados a 30 de noviembre de 2023, es decir, los correspondientes a los once primeros meses del año, España ha pagado por sus importaciones de gas (véase el dato en la página 44) casi 13.000 millones de euros (12.962 M€). Aproximadamente la quinta parte de esa cantidad habría ido pues a parar a Rusia, pues desde aquel país ha llegado aproximadamente la quinta parte de todo el gas natural que ha importado España.Según Naciones Unidas (el dato fue publicado el pasado 15 de enero), más de 10.000 personas (incluidos más de 560 niños y niñas) han muerto en Ucrania desde que estalló la guerra y casi 20.000 han resultado heridas.
Qué es el gas natural
El gas es un combustible fósil cuya extracción, transporte y quema produce gases de efecto invernadero, desencadenantes de cambio climático (el metano es el componente fundamental del gas natural: el 97% del gas natural es metano).
El metano es un gas con un potencial de calentamiento global 86 veces superior al del CO2 en los primeros 20 años de vida (emitir un kilogramo de metano es equivalente a emitir 86 de CO2). Cada vez más investigaciones científicas demuestran que las fugas de metano no han estado bien contabilizadas y representan un problema climático mayor del que se creía.
El Grupo de expertos Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC son sus siglas en inglés) define las emisiones fugitivas como “la liberación intencional o no intencional de los gases de efecto invernadero durante la extracción, el procesamiento y la entrega de los combustibles fósiles al punto de utilización final”.
El informe Smoke and mirrors, de Bankwatch Network, publicado en enero de 2018, concluye que “los valores de emisiones fugitivas en más de la mitad de los escenarios están alrededor del umbral del 3% definido por la Agencia Internacional de la Energía, más allá del cual el gas fósil deja de ofrecer un beneficio climático en comparación con el carbón”.
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