No me resisto a utilizar el momento #SeAcabó del fútbol femenino que hemos presenciado este verano para explicar la revolución que está viviendo la energía ciudadana, como alternativa a la que nos imponen las grandes eléctricas. Sirva esto para contar la gran batalla que estamos librando para exigir nuestros derechos y normalizar otras maneras de relacionarnos con la energía hecha por y para las personas. Como a las jugadoras de la selección, también, desde Greenpeace, nos toca poner fin a los “Rubiales” y “no consentimientos” de toda la vida.
Hablo del autoconsumo y de toda la innovación que viene detrás: comunidades energéticas, gestión de la demanda y otras innovaciones que ayudarán a construir el sistema energético 100% renovable, eficiente, inteligente y democrático que necesitamos para acelerar la lucha contra el cambio climático.
Al igual que las jugadoras de fútbol, la energía ciudadana ha sido ninguneada y controlada históricamente por poderosos hombres con sueldos desorbitados, sin embargo, lleva años luchando para visibilizarse y tener su merecido espacio de promoción y aceptación en la sociedad. Primero porque es su derecho ganado y segundo porque también genera múltiples beneficios a la sociedad.
Árbitros y escándalos
Por eso, las noticias de los pasados meses sobre investigaciones abiertas por el regulador (CNMC) o Generalitat de Catalunya a grandes eléctricas por trabas a la ciudadanía para hacer autoconsumo o incumplimientos de sus obligaciones son esperanzadoras, aunque aún insuficientes. Porque en la energía, como en el fútbol, lo que se entiende por consentido y normal es, en realidad, impuesto por las grandes eléctricas y es un escándalo que debe ser atajado. Escándalo como el abuso de poder de la gran “liga” del oligopolio energético (Endesa, Naturgy, Iberdrola y Edp) que integra y controla de facto toda la cadena de valor del sector eléctrico (generación, distribución y comercialización), utilizando, además, la técnica del greenwashing, de la doble moral: renovables a mi ritmo, mientras sigo quemando combustibles fósiles y utilizando energía nuclear o la técnica de “te patrocino también la alternativa renovable ciudadana”: aquí o lo hago yo o no lo hace nadie.
Ante esas tácticas de obstaculización y disfraz de la realidad, necesitamos una capacidad de revisión y vigilancia mucho más activa y rápida, un VAR de la energía.
El calvario burocrático al que estas empresas someten a las personas que quieren hacer autoconsumos colectivos o industriales, o el incumplimiento sistemático de la ley debe ser denunciado y sancionado, sin permitir más balones fuera o culpar a la víctima cuando la ley no les gusta. Todo les vale para mantener el statu quo con el que seguir ingresando sus obscenos multimillonarios beneficios mientras la pobreza energética crece año tras año en España.
También, como las jugadoras, preferiríamos hablar sólo del brillante e innovador juego energético que traemos, pero debemos pararles los pies a los Rubiales que abusan de sus privilegios y de la ciudadanía. Se acabó.
Por eso desde Greenpeace trabajamos para:
1) animar a la sociedad a disfrutar de las ventajas de la energía renovable, porque es para todas las personas, no importa que se tenga tejado propio, dinero o experiencia;
2) denunciar a los Rubiales de la energía (Endesa, Naturgy, Iberdrola y EDP); y
3) pedir al regulador y árbitro (CNMC) que active su VAR e intervenga para evitar el bloqueo de las eléctricas al autoconsumo colectivo.
Posdata para escépticos del autoconsumo
Las previsiones a futuro sobre la caída del precio de la energía en las horas centrales del día (en el mercado mayorista), no invalidan en absoluto el valor del autoconsumo ni la necesidad de seguir impulsándolo mientras no tengamos un sistema energético 100% renovable. Su valor trasciende el ahorro económico, porque el verdadero valor del autoconsumo es el de ser la gran herramienta de empoderamiento para la ciudadanía, con la que no solo dormir más tranquilos ante crisis varias, sino con la que desarrollar los otros dos pilares fundamentales que necesitamos para esta urgente transición energética y lucha contra la crisis climática: iniciarnos en practicar la eficiencia y el ahorro energético, gestionando nuestra demanda.