El informe estadístico de Bioenergy Europe sobre el mercado del pélet presenta un exhaustivo repaso desde muchos ángulos: producción, consumo, precio, usos (calor, electricidad y cogeneración), mercado de estufas y calderas y proyecciones de futuro. Además, pone en contexto el mercado europeo dentro del mundial, no solo por la notoria importación desde Estados Unidos, principalmente destinada al Reino Unido, sino por la trascedencia de países como China y Vietnam.
Aunque fue Tailandia el país que experimentó un mayor crecimiento de la producción, con un 232 por ciento, al pasar de 95.500 a 317.000 toneladas; en números totales pesa más el incremento del 55 por ciento en Vietnam, ya que conllevó pasar de 1,6 millones de toneladas a 2,5 superar a países europeos como Alemania y Suecia y ponerse solo por detrás de China, Estados Unidos y Canadá.
La importancia del auge asiático es una de las cuestiones que valoran Pablo Rodero y Gilles Gauthier, presidente y director general respectivamente del Consejo Europeo del Pellet (EPC en sus siglas en inglés), en la presentación del informe, sobre todo tras exponer que “para cubrir las necesidades adicionales del mercado se requiere una inversión adicional en la producción y mejorar la provisión de materias primas”.
Se necesita más capacidad de producción y provisión de materias primas
“Afortunadamente –prosiguen en la presentación–, se prevé un aumento de la capacidad de producción; centrada principalmente en América del Norte y el noreste de Asia, pero también en Europa, aunque lo más probable es que esto no sea suficiente para conseguir un equilibrio ideal del mercado. Tal vez en el futuro, algunos volúmenes más podrían provenir de áreas subexplotadas, como América del Sur y África”.
Rodero y Gauthier muestran la complejidad de un situación donde “la inversión en capacidad de producción en áreas que muestran una alta disponibilidad de materia prima se está quedando atrás y crea tensión en el mercado global”. Los cambios normativos y de apoyo a la biomasa y diversas alteraciones del clima (inviernos cortos e impredecibles) frenan esas inversiones y alteran el mercado, señalan los responsables del EPC.
La producción mundial de pélets en 2018 superó los 55 millones de toneladas, un catorce por ciento más que en 2017. China acaparó el 36 por ciento de ese monto, con 20,2 millones de toneladas; seguida de Estados Unidos (8,2 millones), Canadá (2,7), Vietnam (2,5) y Alemania (2,4). En la práctica totalidad de los países subió la producción, excepto en Australia, Brasil y el Reino Unido. Este último importa casi ocho millones de toneladas desde Norteamérica.
Norteamérica no crece al ritmo esperado
Los números de China abruman también en cuanto a plantas, ya que pasaron de 2.089 a 2.240 en 2018, mientras que en la UE crecieron de 707 a 719 y en Norteamérica bajaron de 185 a 126. Aquí está uno de esos cuellos de botella los que se refieren Rodero y Gauthier.
El informe constata que “en América del Norte el crecimiento se mantuvo relativamente bajo en 2018 debido a retrasos en los proyectos y a las malas condiciones climáticas que afectaron a la producción, con huracanes, incendios forestales e inundaciones”. Por el contrario, se destaca el crecimiento en la UE, con sus casi 17 millones de toneladas, un diez por ciento más que en 2017.
Sin embargo, tanto las ONG, como parte de la comunidad científica siguen cuestionando que se produzcan pélets de biomasa forestal en grandes cantidades en Norteamérica para exportarlos a la UE, entre otros destinos. La última ONG en denunciar este riesgo es Dogwood Alliance, quien alerta sobre los planes de expansión de Enviva, una compañía que ya fabrica tres millones de toneladas de pélets anuales, “a costa de los bosques de sureste de Estados Unidos”.
Bioenergy Europe defiende que Europa tanto la producción como el uso de pélets está muy extendido y creando empleos locales y valor. Añaden que “la mayor parte de la producción se realiza en zonas rurales, contribuyendo así a su desarrollo” y piensan que “crucial un marco de política estable y favorable para apoyar la producción local de este combustible sostenible, que consiste principalmente en residuos de procesamiento de madera”.
España, con la peor ratio de Europa entre capacidad instalada y producción
Volviendo al informe, los datos de España de 2018 que recoge Bioenergy Europe son los de ochenta plantas activas con una capacidad de producción de 1.760.000 toneladas y una producción real de 593.000. De esta manera, ocupa el décimo puesto en Europa en producción, pero con la peor ratio capacidad/producción.
Por ejemplo, con capacidades instaladas similares, Estonia, con 1,6 millones de toneladas, produce 1,3; Austria, con 1,6, saca 1,3; Francia, con 1,8, genera 1,5; y Polonia, con 1,4 fabrica 1,2. Solo Grecia supera a España en la ratio más baja, pero teniendo en cuanto que su capacidad de producción es de solo 135.000 toneladas, de las que produce 40.000.
El informe considera que España cuenta con pocos productores nuevos, aunque algunos de los existentes aumentaron su capacidad, y que “se espera que varias plantas grandes comiencen a operar en 2019 y estén completamente operativas para 2020”, en referencia a las de Forestalia en Erla (Zaragoza) y tres más en Extremadura.
Se espera una temporada invernal tranquila
A pesar de las dudas que sigue generando este mercado con una diferencia tan sustancial entre capacidad y producción y los síntomas de desabastecimiento del pasado invierno, tanto la patronal del sector en su día, Apropellets, como ahora Bioenergy Europe, afrontan con optimismo esta temporada invernal.
“Tanto el aumento en la producción de nuevos proyectos, como la mayor capacidad en algunas plantas hacen prever que no sean muy altas las expectativas de tener tensiones en las existencias para la próxima temporada de calefacción, incluso si se acerca un invierno frío”, explican en el informe.
China, Reino Unido y Dinamarca, grandes consumidores
En consumo hay que volver a mirar a China, ya que del global mundial de 52,7 millones de toneladas, se llevó 35 millones. En general, el porcentaje de crecimiento con respecto a 2017 fue el mismo que en la producción, del catorce por ciento. El consumo que más aumentó fue el industrial (casi tres millones de toneladas de pélets). El destinado a los sectores residencial y comercial creció en 1,3 millones de toneladas.
La UE sigue siendo, de largo, el mayor consumidor del mundo, y se llevó la mitad de todo el crecimiento de 2018. Como ya adelantó otro informe de FutureMetrics a principios de año, el Reino Unido, con su consumo de pélet industrial (8,5 millones de toneladas) en las centrales de carbón convertidas en biomasa, y Dinamarca, liderando el uso comercial y residencial, son las máximas responsables de ese continuo aumento.
El próximo gran consumidor europeo: ¿Alemania?
En otro análisis dentro del informe de Bioenergy Europe, Robert Seehawer, responsable de negocios de European Energy Exchange, empresa alemana dedicada al comercio financiero de la energía, advierte que “Alemania seguramente será el próximo gran usuario de pellets industriales en Europa”.
Por un lado, Seehawer recuerda que “Alemania tiene un enorme parque operativo de centrales eléctricas de carbón/lignito que podría convertirse rápidamente en biomasa”. Por otro lado, explica que la transición energética hacia un modelo con más renovables se relanzará próximamente en este mismo país tras estar casi paralizado en los últimos años.