Hasta cinco centrales termosolares proyectaba la empresa Naturener en Alburquerque (250 MW en total) hasta que el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, decidió cambiar las reglas del juego y suprimió –vía real decreto ley (RDL)– todos los incentivos (la prima) a todas las renovables; así, suprimió tanto la prima de la eólica, como la de la fotovoltaica; tanto la de la biomasa, como la del biogás; tanto la de la cogeneración, como la de la termosolar. Como si todas esas tecnologías hubiesen alcanzado el mismo grado de desarrollo y todas pudiesen prescindir por igual de esos "incentivos económicos" que contemplaba la norma anterior y cuyo fin no era otro que promover el desarrollo de esas tecnologías hasta alcanzar el nivel de competitividad sin ayuda. El caso es que Soria no hizo distingos, porque el 27 de enero, vía real decreto ley, acabó con el modelo renovable español todo, un modelo de incentivo a la implantación de energías renovables que no solo había fructificado en forma de más de 21.000 megavatios eólicos o casi 5.000 fotovoltaicos, sino que, además, era considerado modélico en medio mundo.
Historia de una reivindicación
Entre los perjudicados por la entrada en vigor del RDL 1/2012, se encuentra Alburquerque, un pequeño municipio pacense que vio cómo, de la noche a la mañana, se esfumaban todos los proyectos hasta entonces apuntados, proyectos que conllevaban, según Vadillo, una inversión de mil millones de euros y la creación de 820 puestos de trabajo directos. Así las cosas, el alcalde de la localidad, Ángel Vadillo, no se quiso conformar, se fue caminando a Madrid (400 kilómetros a pie) para reclamar en persona una solución, no la encontró, volvió a su tierra, se armó de razones y fuerzas, regresó a la gran capital y, desde hace ya 78 días, permanece a las puertas del gran ministerio, en huelga de hambre. Una huelga probablemente incómoda para muchos de los actores clave de la política energética española, una huelga que quizá por eso sigue siendo ignorada por la mayoría de los medios de comunicación de masas españoles, muy pendientes ellos de las movilizaciones mineras y funcionarias, pero casi completamente opacos a la reivindicación de Vadillo, alcalde además ninguneado por el mismísimo presidente del gobierno extremeño hace unas semanas, cuando en su televisión pública –Canal de Extremadura– se refiriera a él como "alguien en Madrid".
Veinticinco kilos menos
El caso es que, 78 días después de emprendida la huelga, Vadillo sigue "sin dar crédito a que el gobierno español, teniendo la tecnología y la mejor calidad de radiación solar, haga exactamente lo opuesto a lo que necesitamos como país". Según el alcalde de Alburquerque, la política del ejecutivo que lidera Mariano Rajoy "nos está dejando recortes y recesión cuando podríamos estar invirtiendo en un sector de futuro que generaría empleo y riqueza”. En un comunicado hecho público el pasado viernes, el munícipe extremeño resaltaba por otra parte la falta de carácter negociador del ministro de Industria: “cuando comencé la huelga de hambre, el ministro Soria me recibió durante una hora, en la que sólo hablé yo; fue prácticamente un monólogo y él se limitó a decirme adiós, como si no me hubiera escuchado”. Vadillo, que solo consume agua y miel diluida desde hace ya 78 días, ha perdido 25 kilos de peso y cinco centímetros de masa muscular, según nota de prensa del gabinete de comunicación de la alcaldía de Alburquerque, pueblo en el que, todos los días, a las diez de la mañana, hay concentraciones de vecinos en señal de apoyo a su alcalde. Las concentraciones también tienen lugar –cada día, a las once de la mañana– a las puertas del ministerio de Industria, Energía y Turismo, donde los congregados son funcionarios del ministerio susodicho y asimismo del anexo de Economía y Hacienda.
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