¿Cuál es su trabajo dentro del IDAE? ¿Conoce, dentro o fuera de la administración, más mujeres con puestos similares? ¿Y superiores e inferiores?
Actualmente es la secretaria general de IDAE, un puesto directivo en dependencia directa del director general. El equipo de la secretaría realiza funciones transversales de asistencia y apoyo a otros departamentos del IDAE y en gestión de programas de ayuda. Es un trabajo de coordinación. En la secretaría general llevo tres años y medio aproximadamente. Antes era la jefa del departamento de coordinación y apoyo dentro de la dirección de ahorro y eficiencia energética de IDAE. Por supuesto que conozco, tanto dentro como fuera de la administración, en todos los niveles de decisión. Entre aquellas con mayores responsabilidades por supuesto la propia presidenta del IDAE, Sara Aagesen, a la vez Secretaria de Estado de Energía o del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, al frente del cual está también una mujer Teresa Ribera. La representación femenina en la administración es seguramente mayor que en el sector privado, pero en el propio IDAE hay mujeres que ocupan jefaturas de departamento y hay mujeres en todos los niveles técnicos y administrativos. Me gustaría mencionar a la Asociación española de mujeres de la energía (Aemener) que trabaja tratando de visibilizar a las mujeres que desarrollan su carrera profesional en un sector mayoritariamente masculino.
¿Qué significa para usted ser mujer en la administración pública? ¿Y dentro del mundo de las renovables? ¿Siente que existen diferencias significativas entre hombres y mujeres?
Hay que destacar la vocación de servicio público del personal de la administración, tanto de los hombres como de las mujeres. Como profesionales o empleados del sector público trabajamos para ejecutar políticas públicas que contribuyan al interés general, y en lo que afecta a IDAE, para favorecer la transformación de nuestro sistema energético en un sistema descarbonizado para 2050. El sector energético ha sido un sector mayoritariamente masculino. Los datos del Observatorio sobre el rol de la mujer en las empresas del sector energético que publicó Aemener en 2018 ponen de manifiesto que las mujeres representan solo el 28,5% de la plantilla de las empresas del sector, con mayor presencia en la empresa pública por encima del 30%. Pero es un porcentaje insuficiente, es evidente que hay diferencias entre hombres y mujeres en la participación, es una realidad objetiva.
¿Por qué es necesario que las mujeres formen parte de las renovables?
Es un sector con un peso creciente en la economía y realmente los estudios de impacto socioeconómico de las actuales políticas públicas para la transición energética ponen de manifiesto que pueden crearse hasta 2030 entre 253.000 y 348.000 empleos al año. Por lo tanto, es el momento de formar parte del proceso transformador de nuestro sistema energético hacia un sistema descentralizado, democratizado, digitalizado y descarbonizado. Se necesita la capacidad transformadora de la otra mitad de la población, que tradicionalmente se ha situado un paso por detrás. Es el momento de dar un paso al frente y apostar profesionalmente por este sector.
En su caso personal, ¿ser mujer ha sido un condicionante a la hora de llegar al puesto de trabajo que ahora ocupa?
En mi caso particular he desempeñado otros puestos de menor responsabilidad dentro de IDAE a lo largo de una carrera profesional en el sector energético y la administración de casi 25 años. Me considero afortunada de formar parte de ese 22,5% de mujeres que ocupan puestos de alta dirección en este sector. Soy más consciente de la responsabilidad y del compromiso que asumo en este puesto. Quizá infravalorada no, pero es verdad que hay pocas mujeres en las mesas de debate o en las jornadas. Es responsabilidad de todos visibilizar el trabajo que hacen las mujeres estén en primera, segunda o tercera línea. Debe ser un compromiso de todos asegurarnos de que en estos foros, en los que tanto las políticas públicas como las políticas comerciales de las empresas, se discuten se debaten y se presentan, haya una presencia equilibrada de hombres y mujeres porque es la forma de demostrar el trabajo que esas mujeres están haciendo, aunque no lo estén haciendo en la primera fila. Es importante visibilizar el trabajo de ese colectivo.
Como mujer, ¿se ha sentido en alguna ocasión, dentro de su carrera profesional, infravalorada por ser eso, una mujer?
Personalmente, de nuevo, considero que he sido afortunada. Se ha sabido valorar siempre el trabajo que he desarrollado en los diferentes puestos que he ocupado de mayor o menor responsabilidad. Respecto a comportamiento o actitudes sexistas que pueda haber observado en alguna ocasión, como todas nosotras, como cualquier mujer, tanto en el ámbito público o privado, considero que lo importante es que sepamos identificar esas actitudes y comportamientos para ponerle freno, que sepamos que nuestro buen hacer profesional no puede ponerse en duda por nuestra condición de mujer. Y que apoyemos también las carreras profesionales de las mujeres más jóvenes. Las mujeres que ocupamos ya puestos de responsabilidad, cuanto mayor es nuestra responsabilidad en la organización, mayor tiene que ser también nuestro compromiso con la promoción y con la carrera profesional de las mujeres más jóvenes.
¿Cómo es la situación de la mujer dentro del sector de las energías renovables? ¿Cómo le gustaría que fuera? ¿Cómo cree que será en un futuro?
Me gustaría que la pregunta no fuera necesaria, que la participación de las mujeres en este y en otro sector, fuera igualitaria. Es verdad que ha habido y hay barreras que impiden la incorporación de la mujer en el sector energético. En las empresas tecnológicas en este sector, la participación de las mujeres es inferior a la media, del 19,6%, frente a 28,5% si hablamos de empresas de servicios. Estas diferencias, que las mujeres sean el 20% y los hombres el 80%, no es casual, sino que obedece al final a la existencia de estereotipos de género que nos acompañan desde que somos niñas y que nos conducen sin apenas darnos cuenta a profesiones que se consideran femeninas. El resultado, en definitiva, es que se infrautiliza el potencial y el talento de las mujeres, que representamos más de la mitad de la población, porque las niñas abandonan posibles vocaciones tecnológicas en plena edad escolar porque ni siquiera se permiten soñar en profesiones tradicionalmente masculinas o porque les falta la suficiente confianza en sus propias capacidades para enfrentarse a esos estereotipos de género. Soy optimista, creo que además de la existencia de más mujeres que puedan ser referentes para las niñas, las adolescentes y las jóvenes universitarias, el atractivo de las energías renovables, donde se crearán empleos de calidad en los próximos años, ayudará a corregir estas desigualdades.
Para conseguirlo, ¿qué se necesita? ¿Qué tiene que hacer la administración pública? ¿Qué tienen que hacer las empresas?
La administración pública tiene la capacidad de transformar esta realidad fundamentalmente desde la política educativa, que resulta básica para garantizar la igualdad de oportunidades, no sólo por razón de sexo, sino por razones sociales y económicas. Es importante que a las niñas se les ofrezca el mismo abanico de posibilidades de desarrollo personal y profesional que a los niños en todas las etapas educativas, y fomentando la presencia de alumnas en el ámbito de las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas; las carreras o formaciones STEM. Esto no es solo porque sea importante aprovechar el talento al máximo de unos y de otras, sino porque es una cuestión de justicia social y de garantía de buena salud de nuestra democracia.
Respecto a las empresas, por supuesto deben cumplir con las obligaciones en materia de igualdad y favorecer la conciliación de la vida personal y laboral. Puede resumirse en apostar por el talento y las capacidades de las mujeres superando esa mirada que sitúa al hombre en el centro de la toma de decisión. En la medida que las mujeres suponen más de la mitad de la población, los productos y servicios que puedan comercializar estas empresas se dirigen fundamentalmente a un público femenino; esto es a mujeres que cada vez son más activas en la toma de decisiones de inversión y de consumo. Por lo tanto, la estrategia de cualquier empresa, no sólo de las empresas del sector energético, no puede pasar por alto a esa mitad de la población.
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