Podemos almacenar electricidad en los pantanos (en forma de agua que soltaremos rumbo a una turbina cuando la necesitemos), en las centrales termosolares (en forma de sales que habremos calentado con el sol del día y cuyo calor liberaremos durante la noche para generar kilovatios hora entonces), o en baterías, que, de momento, tienen un tamaño menor de lo necesario. En fin, que almacenar energía eléctrica es posible, pero que, de momento, tiene sus limitaciones. Así que lo más habitual es que la electricidad que generamos ahora mismo... ahora mismo la estamos consumiendo. Y de ahí que, cuando España no genera electricidad suficiente la importe de Portugal y de ahí que Portugal (o Francia o Marruecos) importe electricidad de España cuando su parque nacional de generación no produce kilovatios hora suficientes para satisfacer la demanda de su ciudadanía. Pues bien, durante trece años, el saldo import-export de España ha sido siempre positivo para nuestra economía. Es decir, que siempre hemos vendido a otras naciones (Francia, Andorra, Marruecos y Portugal) más electricidad (kilovatios hora, kWh) que la que ellos nos han vendido a nosotros. Siempre... hasta 2016, primer año completo de funcionamiento de la interconexión eléctrica que une España con Francia por los Pirineos, entre Santa LLogaia (Girona) y Baixàs (Rosellón), interconexión que fue inaugurada en octubre de 2015 y que hoy cumple cuatro años. Cuatro años a lo largo de los cuales, la tortilla se ha dado por completo la vuelta: porque, desde entonces, desde ese 2016, el saldo import-export siempre-siempre ha sido negativo para España. Vamos, que nuestro país ha importado más electricidad del extranjero (todos los años) que la que ha vendido a nuestros vecinos. Es más: el saldo ha sido siempre-siempre crecientemente negativo: -7,7 teravatios hora en 2016; -9,2 teras hora en 2017; y -11,1 en 2018. (Ahí debajo está el resumen, gráfico, de cada año; todos los datos que recogen todos los mapas son de Red Eléctrica de España). Crecientemente negativo, o muy crecientemente negativo, porque el año pasado, último ejercicio cerrado y del que se tienen datos definitivos, el saldo negativo ha crecido hasta un 20,9% con respecto al saldo negativo del año 2017. Es decir, que, en lo que se refiere a este ítem (importación de electricidad de otras naciones), hemos sido en 2018 un 20,9% más dependientes que en 2017.
Red Eléctrica de España sin embargo parece tener claro el horizonte: "las interconexiones eléctricas son vitales para la seguridad energética europea y su competitividad, así como para una mejor consecución de los objetivos de descarbonización y de lucha contra el cambio climático a los que la UE se ha comprometido; la Unión Europea -continúa REE- considera que una red interconectada ayudará a alcanzar el objetivo de garantizar una energía asequible, segura y sostenible, compatible con el crecimiento y el empleo". Y parece tener claro el horizonte a pesar de que algunos números van explícitamente en dirección opuesta a ese discurso: el precio de la electricidad no ha cesado de crecer en estos cuatro años y, además, ahora resulta que España es más dependiente que antes de la electricidad foránea: Francia nos envió 9,3 TWh en 2015 y nos ha colocado 15,8 en 2018, o sea, un 70% más.
El discurso oficial insiste además en su apuesta por las interconexiones
La puesta en servicio de esta interconexión se ha traducido, según Red Eléctrica de España, en que nuestro país ha conseguido doblar la ratio de intercambio energético, que ha pasado del 1,4% al 2,8%. "Sin embargo -apuntan desde REE-, este sigue estando muy lejos del objetivo de la Unión Europea, que está fijado en el 10% de la capacidad energética del país para 2020 y en el 15% para 2030", lo que va a demandar (o demandaría) más interconexiones con Francia, algo que está suscitando mucha polémica, habida cuenta de las inversiones que serían precisas y que, según diversas fuentes, no son necesarias para garantizar lo que el discurso oficial dice que garantizan: "una energía asequible, segura y sostenible". Además, resulta que el horizonte del 10% en 2020 fue fijado en el Consejo Europeo de marzo de 2002, es decir, a años luz de las soluciones tecnológicas de las que hoy disponemos.
Prueba de que quizá no sea necesaria tanta interconexión es que España no va a llegar ni de lejos a ese 10% el año que viene, y, sin embargo, la red nacional de electricidad resulta hoy tan eficaz como probablemente nunca lo fue antes, capaz de integrar cuotas de hasta más del 60% de energías renovables sin que haya problema alguno. A pesar de ello, la cumbre Francia-Portugal-España que tuvo lugar el 4 de marzo de 2015, "reafirmó mediante la firma de la Declaración de Madrid -recuerdan desde REE- la importancia de movilizar todos los esfuerzos necesarios para lograr el objetivo mínimo del 10% de interconexión eléctrica a más tardar en 2020 y aumentarlo en los años posteriores", propuesta que volvió entonces y sigue siendo hoy muy discutidad desde diversos foros.
Sea como fuere, Red Eléctrica de España celebra hoy el cuarto aniversario de la interconexión eléctrica que une España con Francia por los Pirineos, entre Santa LLogaia (Girona) y Baixàs (Rosellón) y asegura en un comunicado que esa interconexión ha permitido "un ahorro acumulado de 528 millones de euros para el sistema eléctrico español, de los cuales 422 corresponden a ahorros en el mercado diario y 106 a ingresos adicionales para el Sistema por rentas de congestión". Además -sostiene el operador único del sistema eléctrico nacional-, en este período, "la interconexión ha reducido en un 30% la media (absoluta) de la diferencia de precios entre España y Francia en el mercado diario (de 16,72 €/MWh en 2014 a 11,58 €/MWh en el primer semestre de 2019), y ha incrementado en un 55% los ingresos de congestión (de 72 millones de euros en 2015 a 112 millones en 2018)".
REE asegura así que "las cifras económicas del proyecto hasta la fecha superan su amortización total por parte española" (la obra supuso una inversión entre los dos países de 700 millones de euros, que se financiaron a partes iguales por parte de Red Eléctrica de España y su homólogo francés Reseau de Transport d’Électricité. La interconexión también fue financiada por la Unión Europea con una subvención de 250 millones de euros).
Red Eléctrica de España repasa la obra
La interconexión eléctrica con Francia sigue siendo un referente mundial a nivel tecnológico. Con 64,5 kilómetros, el enlace entre ambos países fue en el momento de su puesta en servicio la línea de corriente continua más larga del mundo. Enlaza las poblaciones de Baixas, en la comarca francesa de Rosellón, y Santa Llogaia, en el Alto Ampurdán. Algo más de la mitad del trazado (33,5 kilómetros) discurre en territorio francés y el resto (31 kilómetros) en suelo español, atravesando los Pirineos mediante un túnel de 8,5 kilómetros y 3,5 metros de diámetro, la mayor parte excavado en la zona francesa. Con el objeto de minimizar el impacto ambiental, el trazado, soterrado en todo su recorrido, transcurre paralelo a la red ferroviaria de alta velocidad y a la autopista.
La decisión de soterrar la línea supuso un reto tecnológico de primer nivel. La longitud del trazado y su carácter subterráneo requerían que la electricidad circulase en corriente continua y no en alterna, que es la que circula en la mayor parte de las líneas. La corriente continua limita las pérdidas de electricidad, pero dada la tensión (320 kV) y la potencia de la instalación (2x1.000 MW), también necesita un cable especial. Por ello, los cables están hechos de cobre recubiertos de polietileno reticulado (XLPE, en sus siglas en inglés), siendo la primera vez que se usa este material a tal nivel de potencia y tensión en corriente continua.
También fue un hito utilizar en una línea de estas características la tecnología VSC (Voltage Source Converter), que permite agilizar la conversión de la corriente continua en alterna y viceversa, a la vez que facilita el restablecimiento del suministro tras un corte de dicho suministro.
Todo ello convirtió a esta infraestructura en una instalación pionera para futuros proyectos. Además -continúa REE-, el proyecto sigue siendo un ejemplo de consenso territorial dado que tanto Red Eléctrica como RTE consiguieron llegar a acuerdos con los 26 municipios afectados. La implicación con el territorio y con el entorno se ha traducido en el cumplimento de cerca de 200 compromisos ambientales a lo largo de todo el trazado.
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