Imagine el lector que, con el mismo salario que el año pasado, se gasta este año un 51,7% más en el IBI, por ejemplo. O que el Ayuntamiento le sube un 51,7% el impuesto de matriculación. O que por los libros (ahora que estamos a punto de volver al cole) le cobran este curso un 51,7% más. Pues bien, eso es lo que le ha ocurrido a España en el primer semestre de 2017, período durante el cual hemos enviado al extranjero -para pagar productos energéticos- más de 20.000 millones de euros, un 51,7% más que en el mismo período del año anterior. Así, el déficit energético ha aumentado un 42,3% con respecto al registrado en el mismo período del año pasado. En concreto, el déficit ha alcanzado en estos seis primeros meses los 11.350,6 millones de euros (en el mismo periodo del año anterior, el Ministerio de Economía situó ese déficit en los 7.977 millones).
Efectivamente, las importaciones de productos energéticos -entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2017- alcanzaron los 20.615,3 millones de euros, un 51,7% más que en el mismo periodo del año anterior. El último Informe de Comercio Exterior (Ministerio de Economía, Industria y Competitividad) destaca "las mayores importaciones de petróleo y derivados" en ese semestre procedentes de Arabia Saudí, Kazajstán, México y Reino Unido. El déficit energético ha aumentado así -como se dijo- un 42,3%, hasta alcanzar la formidable cifra de 11.350,6 millones de euros. Veinte mil millones nos hemos gastado en productos energéticos en solo seis meses (once mil millones de déficit). ¿Resultado? Incrementamos nuestra dependencia energética de otras potencias en 42 puntos.
El déficit energético, factor crítico que afecta de manera definitiva al déficit comercial global de España
El peso que las importaciones de productos energéticos tienen en la economía española es brutal. Si sumamos todas las exportaciones de todos los productos (todos, menos los energéticos) y sumamos todas las importaciones de todos los productos (todos, menos los energéticos) veremos que España tiene superávit: 262 millones de euros. O sea, que, durante este semestre, hemos vendido al exterior más que lo que hemos comprado. Ahora bien, si incluimos en ese balance los productos energéticos, el superávit se disuelve como un azucarillo minúsculo en un barreño de café caliente. Porque el déficit energético es brutal: 11.350 millones de euros (M€). Porque compramos mucho más petróleo y gas (mucho más) que el que vendemos.
¿Conclusión?
El déficit comercial global de España (-11.350 M€+262 M€) queda en -11.088 millones (así, nuestro déficit ha crecido este año un 40,7% con respecto al registrado en el mismo semestre del año pasado: 7.878 millones). Arabia Saudí es un buen ejemplo de lo que ha sucedido: España ha importado de aquel país en estos seis primeros meses del año por valor de más de 1.800 millones de euros (enviamos allí diez millones de euros cada día). Y es que las importaciones desde Arabia durante este primer semestre de 2017 -de derivados del petróleo, fundamentalmente- han crecido más de un 30%. Por cierto, simultáneamente, las exportaciones de bienes españoles con rumbo a ese país han caído: un 12% (véase página 27 del Informe).
El crecimiento brutal de la dependencia energética española afecta a la economía nacional toda
Las energías renovables podrían ser buena parte de la solución, dado su carácter autóctono (no hay que importarlas de ninguna parte). ¿Problema? La Política Energética PP, que ha espantado durante cinco años a los inversores: con leyes retroactivas que han sido denunciadas por un montón de empresas y esperan juicio en cortes internacionales, con procedimientos de tramitación alambicados que ralentizan innecesariamente el despliegue de las instalaciones, con impuestos de nuevo cuño (derecha singular, que no solo sube los impuestos, sino que se los inventa). Las últimas subastas -promesa de futuro- ya no podrán paliar lo que ya es un hecho: el incremento de las importaciones de productos energéticos, o sea, la sangría aterradora de divisas: 10 millones de euros vuelan desde España cada día a Arabia Saudí.
Las energías renovables son la clave de la independencia energética
El pasado mes de julio, casi el 50% de la electricidad que consumió España salió de centrales térmicas que queman combustibles fósiles, materiales de los que carece España. Si en vez de tener solo 5.000 megavatios instalados de potencia solar fotovoltaica (FV) tuviésemos 40.000, como la soleada Alemania, España hubiese podido generar mucha, mucha, mucha electricidad renovable en las horas centrales de todos los días de julio, electricidad con la que podría haber abastecido la demanda millonaria (millones de kilovatios) de aire acondicionado. Por el contrario, el estrangulamiento del que ha sido objeto a lo largo de los últimos cinco años en España el sector de las energías renovables ha ralentizado la instalación de potencia FV y, así, la economía española -las empresas y los hogares- no han podido satisfacer esa demanda con recursos propios -el Sol- y han debido satisfacerla con recurso alóctono, de Arabia, Argelia, Emiratos.
El resultado es el siguiente. Las energías renovables le han costado al consumidor de electricidad español en el primer semestre de 2017 menos de 3.000 millones de euros. Las importaciones de productos energéticos, en el mismo período -seis meses-, más de 20.000. El tránsito hacia un modelo eléctrico 100% renovable ya es en España económicamente viable, según la mayoría de los autores. La electrificación del parque móvil -el transporte es el otro sumidero de combustibles fósiles- es la otra clave de la independencia. Ahora ya solo hace falta voluntad política. Japón, Italia, Reino Unido o Francia lo tienen claro: 42.000, 17.000, 11.000, 7.000 megavatios de potencia solar fotovoltaica ya instalados. Baleares, la Comunidad Valenciana o Cataluña, también: en todas esas autonomías se han puesto en marcha planes de fomento del autoconsumo, ventanillas únicas de tramitación, instalaciones ejemplo en la Administración.
Ahora ya solo hace falta que la ola llegue a Moncloa. Entre tanto, diez millones de euros (10) vuelan desde España cada día a Arabia Saudí.
Reproduzco a continuación un fragmento de Arabia Saudí: el huevo dorado de la serpiente, documentado reportaje de Antonio Maestre publicado ayer en La Marea
«Para observar cómo se establece un Estado islámico represivo que aplica la sharia con crueldad y maneja un ejército, basta poner los ojos en Arabia Saudí. El escritor argelino Kamel Daoud llama al país de los sátrapas Saud “White Daesh” [ISIS Blanco], y alerta de la capacidad que tiene para imponer su visión radical del Islam en multitud de países con sus canales de televisión, periódicos, industria editorial y clérigos entrenados y adoctrinados en el conocido como Fatwa Valley. “Daesh tiene una madre: la invasión de Iraq. Pero también tiene un padre: Arabia Saudí y su complejo industrial religioso”, concluye el autor de The Mersault Investigation en su artículo en The New York Times». Diez millones de euros (10) vuelan desde España cada día a Arabia Saudí.