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"Ustedes tienen un problema". Es el titular que elegimos para encabezar la crónica que abrió nuestra edición digital el lunes pasado. En ella, en esa crónica periodística, narrábamos lo sucedido en la jornada Eólica y Mercado, evento que organizó la semana pasada en Madrid la Asociación Empresarial Eólica. La crónica en cuestión por cierto se ha convertido en una de las informaciones más leídas de la semana. Pues bien, de lo dicho en esa jornada (y por supuesto de flexibilidad) escribe a continuación José Luis García Ortega, responsable del área de Clima, Energía y Movilidad de Greenpeace. Un artículo imprescindible, y exclusivo, para la gente de Energías Renovables
Flexibilidad, por favor

«Hace unos días el presidente de la Asociación Empresarial Eólica decía que, en cuestión de dos años, el sistema eléctrico no podrá integrar toda la energía renovable que se produzca. A algunos les sorprendería tal afirmación, pero a mí lo que me sorprende es que solo nos demos cuenta del problema cuando ya está a la vista, teniendo en cuenta que informes como Renovables 100%, La batalla de las redes y Energía 3.0, publicados por Greenpeace hace más de una década, ya lo advertían. Esta tozudez para reconocer los hechos hasta que los tenemos encima me recuerda a lo del cambio climático, que viene siendo alertado por la comunidad científica oficialmente desde la publicación del primer informe del IPCC en 1990 y, sin embargo, tuvieron que pasar tres décadas para que los Gobiernos empezasen a adoptar declaraciones de emergencia climática.           

Que necesitamos ampliar la producción de energía renovable está fuera de toda discusión, por el imperativo de hacer todo lo posible para evitar un calentamiento global que sobrepase el peligroso límite de 1,5 ºC. De todo lo que hay que hacer para lograrlo, precisamente la producción de electricidad con renovables para desplazar a los combustibles fósiles es lo más fácil. Y, además, es lo más favorable desde el punto de vista económico, porque ya hoy las renovables producen la energía más barata y la tendencia diferencial respecto a las energías de origen fósil y nuclear no hace sino aumentar. Por todo ello es necesario (que no suficiente) avanzar sin detenerse hacia un sistema 100% renovable. Pero que sea lo más fácil no quiere decir que no tenga dificultades.

Lo que se ha venido haciendo, aplicando una simple lógica de mercado, ha sido dejar que quien quiera invertir en renovables lo haga; lógicamente, los inversores se han lanzado a invertir en lo más barato y rentable: parques eólicos y solares fotovoltaicos. Sin entrar aquí a discutir la problemática más visible, que es la selección de los espacios apropiados para esa implantación, los efectos de esa dinámica ya han provocado un cambio en la cobertura de la demanda eléctrica en España: las horas centrales del día, antiguamente las más caras por concentrar la mayor demanda, son ahora las más baratas en los días soleados (la mayoría), porque es entonces cuando la energía solar funciona a máximo rendimiento.

Sin embargo, esa ruta de fotovoltaica más eólica, si bien aparenta ser la más rápida y barata, no necesariamente es la que nos lleva al destino de un sistema 100% renovable por sí sola. De hecho, si seguimos por este camino, habrá cada vez más horas en las que sobre energía renovable (dificultando la recuperación de las inversiones) que no evitarán que a otras horas falte. Es lógico, por economía, que estas tecnologías sean las que más cantidad de energía vayan a aportar, pero un 100% renovable necesita otros elementos que no hay que esperar al último día para aplicar. Y el principal de ellos es la flexibilidad.

Un sistema que tienda a ser 100% renovable, como ya demostramos, necesita sobre todo ser flexible. Y no es que lo diga Greenpeace: esto lo sabe perfectamente Red Eléctrica, lo saben las eléctricas, lo sabe el Ministerio… pero nadie se ocupa de aumentar la flexibilidad.

Hay muchas opciones para dar flexibilidad al sistema eléctrico. La más conocida es la gestión de la generación hidroeléctrica, la tecnología más fácil de accionar e interrumpir a demanda. El agua es el complemento gestionable más sencillo a la generación variable del viento y el sol. Y no solo se puede almacenar, sino bombear en embalses reversibles para aprovechar excedentes. Tenemos un sistema sobredotado de capacidad hidráulica, pero se está desperdiciando para producir electricidad a mínimo coste para maximizar el beneficio de las compañías eléctricas. Una aberración en un país escaso de agua disponible y que tendrá menos aún por el cambio climático.

La respuesta del Gobierno español a la consulta de la Comisión Europea sobre la reforma del mercado eléctrico propone establecer un precio fijo a la generación hidroeléctrica para evitar que se lleve unos beneficios caídos del cielo que ni se merece ni necesita. Eso solucionaría el problema económico, pero no el del mal uso de esa energía. La operación de las centrales hidroeléctricas debería estar a disposición del operador del sistema para funcionar solo cuando sea necesario para ajustar la generación eléctrica a la demanda, complementando así las energías renovables variables.

Como nuestros ríos ya no admiten más embalses (ni habrá agua para llenarlos), la hidroeléctrica existente debería complementarse con otras tecnologías renovables también gestionables, como geotérmica, energía marina y, sobre todo, termosolar. La termosolar no solo sirve para producir energía térmica y eléctrica cuando hay sol, sino que tiene la gran ventaja de poder almacenar el calor para convertirlo en electricidad cuando esta se necesita, por ejemplo, en el pico de demanda nocturna, cuando ya no hay sol. Es increíble que el país que tiene más horas de sol de Europa y toda la tecnología [la termosolar] “made in Spain” no la aproveche a gran escala por fallos regulatorios o por el escaso interés de las grandes eléctricas que prefieren ir siempre a la ganancia fácil.

Otra forma sencilla de evitar el desperdicio de generación renovable variable es eliminar aquellas centrales que no se pueden adaptar a esa variabilidad, pero que ocupan una parte significativa de la curva de generación bajo el caduco esquema de la generación “en base”, o sea, que produce sin importarle cuánto ni cuándo se necesita. El caso más significativo en España es el de las nucleares, que deberían adelantar su calendario de cierre (si hubiera un Gobierno con capacidad de sobreponerse a las presión de las eléctricas) para ir cediendo esa capacidad a la nueva generación renovable que se añada.

Incluso la generación eólica y fotovoltaica puede llegar a ser gestionable, si se le incorporan soluciones de almacenamiento como baterías. En cualquier caso, el papel principal del almacenamiento en baterías estará en el lado de la demanda, guardando energía en las horas de menor precio para tenerla disponible en las horas de escasez o mayor precio. Probablemente estemos a punto de asistir a un bum de esta tecnología similar al experimentado por otras tecnologías energéticas como la iluminación LED o la generación eólica y fotovoltaica. Aún así, las baterías todavía tendrán que solucionar el cuello de botella del uso de minerales críticos o escasos y, por eso, su despliegue se debería concentrar en las aplicaciones que puedan dar más servicios por un mismo dispositivo, como los vehículos elećtricos, que deberían poner la capacidad de carga y descarga de sus baterías al servicio del sistema eléctrico cuando no están circulando.

Esto sería un ejemplo de gestión de la demanda, que es el conjunto de herramientas con mayor potencial para dotar de flexibilidad al sistema, lo que incluye todas las actuaciones para cambiar el momento o la cantidad de energía consumida, con el fin de aprovechar mejor la energía renovable disponible en cada momento y evitar gasto energético inútil o ineficiente. Y parte se consigue gracias a la electrificación, de manera que la electricidad renovable “sobrante” se puede aprovechar para cargar una batería y mover un vehículo, accionar una bomba de calor para calentar o enfriar un edificio, etc. Acciones que, además de ser más eficientes (menos energía consumida para el mismo servicio) sustituyen al uso directo de combustible fósil. Es ahí, en el lado de la demanda, especialmente de forma agregada y colectiva, donde la ciudadanía puede ejercer toda su capacidad para darle la vuelta al sistema. La regulación del sistema eléctrico debe activar este potencial, dando las señales adecuadas para que la gestión de la demanda se remunere y pueda materializar toda su capacidad de ahorro, eficiencia e integración de renovables.

¿Y el hidrógeno? Bueno, hablamos de herramientas factibles ya hoy en día. Posiblemente habrá un papel para el hidrógeno, pero solo cuando y donde no haya otras soluciones más eficientes y asequibles.

En cualquier caso, la pregunta que debemos plantearnos es qué hay que hacer para activar las soluciones de flexibilidad disponibles para que la transición energética se complete y no se quede atascada o desviada de su objetivo. La clave está en una adecuada planificación y regulación. Las oportunidades más inmediatas están en la revisión este año del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima y en la reforma del mercado eléctrico que se está discutiendo en la Unión Europea.

Las principales barreras no son técnicas, son de voluntad política. No permitamos que las únicas voces que se escuchen sean las de siempre».

Este es un artículo de José Luis García Ortega, responsable del área de Clima, Energía y Movilidad de Greenpeace

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Miguel
Cualquiera que vea una gráfica de generación eléctrica se dará cuenta enseguida que la hidroeléctrica gestionable con dedicación a generación eléctrica se activan sobre todo en horas punta por la mañana y por la noche, que es cuando más se las necesita para ajustar oferta a demanda y evitar uso de combustibles.
Por otro lado, cerrar las nucleares como propone Greenpeace permitirá introducir más generación fotovoltaica en horario solar, pero no se debe obviar en el análisis que al mismo tiempo crearía un problema añadido de mayor consumo de gas para generación eléctrica por las noches y en invierno, y la necesidad de tener una mayor capacidad de almacenamiento. Eso se sabe de sobra.
Como también se sabe que el almacenamiento es una solución técnica para trasladar la generación a otros horarios, pero que a nivel económico es muy cara y conlleva pérdidas energéticas de aproximadamente un 25% y por eso va a cuentagotas su implantación. Todos los inversores merodean alrededor pero ninguno acaba por invertir. Recientemente los interesados ya han dicho que hace falta que les aseguren una mayor retribución para que instalen almacenamiento. Los precios actuales del mercado diario que rondan o superan los 150€ el MWh en hora punta no parecen ser lo suficientemente atractivos para invertir, necesitan más.. y aquí es cuando Greenpeace propone cerrar nucleares que generan a unos 50€ el MWh (o menos,) y pide que se instale almacenamiento a un coste superior a 150€ el MWh para sustituirlas. Esto es lo que se llama "hacer un pan con dos tortas". Hay que usar el sentido común e instalar almacenamiento para cubrir el hueco térmico actual, que no es poco y difícil de cubrir y déjense de fobias nucleares. No se ha conseguido cerrar el hueco térmico actual y están pensando en cerrar nucleares que abriría aún más el hueco térmico. A ver si vamos a malpensar que Greenpeace quiere que se queme gas en España.
Antonio de Lara Cruz
Querido José Luis, que el agua de lluvia tiene que ser gestionada desde el punto de vista energético con criterios de utilidad pública es un axioma que no se debería poner en cuestión . Se hace ahora más evidente cuando se incrementan en el mix eléctrico otras renovables más difíciles de almacenar. De hecho en un pasado reciente era así.
Pero en tu artículo veo una valoración parcial del agua. Este elemento es desde un punto de vista no solo termodinámico sino tambien vital, el que usamos los sistemas abiertos para soltar la entropía. Para eso bebemos ,regamos,lavamos,baldeamos las calles y enfriamos las fábricas.
En las Confederaciones Hidrográficas existen las comisiones de desembalse donde intervienen representantes de los agentes implicados que son:las empresas de abastecimiento de aguas a las poblaciones; comunidades de regantes; empresas eléctricas....
Todos son agentes interesados y el tema eléctrico es uno más. En el nuevo contexto con renovables habría que potenciarlo con el fin de que la gestión de los embalses se haga buscando el mayor uso de su almacenamiento energético.
Bastaría regular el tema de la gestión de la hidroeléctricidad embalsada para que esta sea ejercida buscando el beneficio del ciudadano.
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