En lo que sí necesita todo el país, de manera urgente, encontrar la fórmula de hacer virtud es en el de enfrentar dos problemas crecientes, como son: la canibalización de las renovables y los efectos de las sequías. Nuestro país está apostando su futuro a tener un suministro eléctrico propio con energías limpias, baratas y seguras. Esto ya se está notando en la reducción de nuestra tradicional dependencia energética, manteniendo además precios relativamente bajos de la electricidad. Continuar con esta tendencia puede convertirnos en captador de empresas propias del siglo XXI, basadas en la electricidad. Por ello debemos seguir dando confianza a los inversores en energías renovables.
No obstante, también debemos atraer a aquellos que buscan el mejor precio de la electricidad en países como el nuestro, con alto índice de desarrollo humano y tecnológico. Solo así podremos aprovechar, en un próximo futuro, el gran valor añadido que puede llegar a dar la electricidad.
Espero que nuestros políticos miren más allá de producir excedentes eléctricos para la exportación directa o simplemente convertida en H2. Pues, los países que han basado su economía en la exportación energética son países atrasados en lo político y social, e incluso a veces también en lo económico. Pero centrémonos en lo actual.
La implantación de renovables va bien. Sin embargo, el nuevo acelerón exigido con vistas a 2030 nos meterá de golpe en una nueva fase más difícil y comprometida, pues:
• Tenemos una red diseñada para generación centralizada, y aunque recientemente se ha dado un importante estímulo queda mucho por hacer.
• Los nuevos almacenamientos a nivel de la red de transporte no han despegado.
• La línea HVDC de interconexión con Francia se ha retrasado hasta 2027.
• La electrificación de los diferentes sectores va muy despacio.
• Queda casi todo por hacer en la gestión de la demanda a nivel del consumidor final.
Esto nos puede llevar a un gran aumento de vertidos y a una excesiva reducción de precios. Lo que traería pérdida de rentabilidad de las inversiones y su natural retraimiento. Es decir, la temida canibalización de las renovables.
Pues como dice Fernando Ferrando: “… se sigue abogando por la generación de electricidad con fuentes renovables, pero sin apostar por la electricidad”. Además, un exceso de vertidos crearía desafección hacia las renovables ya que atenta contra lo universal, que diría Javier Gomá.
Aspirar a la máxima eficiencia energética es un fin para ser compartido a nivel global, dado que optimizar el uso de la energía es un objetivo primordial de la Naturaleza. Como lo indican las últimas teorías sobre la evolución cuando consideran que los que mejor aprovechan la energía prevalecen sobre los más fuertes.
Pero, volviendo a lo concreto, al crudo terreno factual. La situación descrita anteriormente traería un parón en las inversiones que pondría en jaque nuestra transición energética. Los síntomas de un incremento progresivo de vertidos ya son claros. En estas fechas hay días en los que la capacidad de exportación de electricidad está llegando a sus límites, incluso se están produciendo vertidos por restricciones de la red eléctrica que fue diseñada para la generación centralizada.
Nos va a pillar el toro, tenemos una gran necesidad a corto y medio plazo no solo de continuar sino acelerar la implantación de renovables acotando los vertidos, pero para ello: ¡¡Necesitamos hacer de esta necesidad, virtud!!
(Continuará)