La Taxonomía es una clasificación de "actividades económicas sustancialmente contribuyentes a los objetivos medioambientales basados en criterios científicos" que se ha fijado la Unión Europea. Y los objetivos son el -55% en CO2 en 2030 (la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% de aquí a 2030, con respecto a lo que la UE emitía en 1990) y el cero neto en CO2 en 2050. Lo que viene a hacer la coloquialmente denominada Taxonomía "verde" de la Unión Europea es, grosso modo, señalar qué soluciones climáticas deben ser beneficiadas (regulatoria, fiscalmente, o mediante inversiones, por ejemplo). Su gran aportación es pues que orienta a los inversores, a los que se les viene a plantear que unas tecnologías recibirán un mejor trato fiscal, o regulatorio, que otras. Así, la Taxonomía está llamada a atraer inversión a unas tecnologías... o a otras. Pues bien, la Comisión Europea propuso hace unos meses catalogar como verdes al gas y a la nuclear; la propuesta fue muy duramente criticada desde muchos ámbitos (ecologismos, sociedad civil, colectivos de científicos); y no gustó tampoco en buena parte del Parlamento Europeo, que intentó desactivarla, pero... no ha sido posible: la votación de hoy deja a gas y nuclear donde fueron colocados por la Comisión que preside la conservadora Ursula von der Leyen.
El gas natural es un combustible fósil que contribuye al cambio climático tanto durante su extracción y transporte como durante su combustión. Más aún: según el Ministerio para la Transición Ecológica, "el metano, que constituye el principal componente del gas natural [más del 95%], es un causante del efecto invernadero más potente que el CO2". En concreto, el metano es un gas con un potencial de calentamiento global 86 veces superior al del CO2 en los primeros 20 años de vida. Emitir un kilogramo de metano es equivalente a emitir 86 de CO2. Además, cada vez más investigaciones científicas demuestran que las fugas de metano no han estado bien contabilizadas y representan un problema climático mayor del que se creía.
El Grupo de expertos Intergubernamental sobre Cambio Climático define las emisiones fugitivas como “la liberación intencional o no intencional de los gases de efecto invernadero durante la extracción, el procesamiento y la entrega de los combustibles fósiles al punto de utilización final”. El informe Smoke and mirrors, de Bankwatch Network, publicado en enero del año pasado, concluye que “los valores de emisiones fugitivas en más de la mitad de los escenarios están alrededor del umbral del 3% definido por la Agencia Internacional de la Energía, más allá del cual el gas fósil deja de ofrecer un beneficio climático en comparación con el carbón”.
El Parlamento ha desestimado hoy, en fin, la moción contra la inclusión de la energía nuclear y el gas como actividades económicas medioambientalmente sostenibles. De esta forma la Eurocámara no se opone al acto delegado de taxonomía de la Comisión, y dice sí a incluir -con ciertas condiciones- algunas actividades relacionadas con la energía nuclear y el gas en la lista de actividades económicas medioambientalmente sostenibles a las que se aplica la conocida como "taxonomía de la UE".
El Reglamento sobre taxonomía se enmarca en el plan de acción de la Comisión para financiar el crecimiento sostenible, y, teóricamente, tiene por objeto impulsar la inversión "verde" y evitar el lavado de imagen ecológico de las empresas (greenwashing, en inglés).
Eso, en teoría, porque lo cierto es que la propuesta de la Comisión (a favor del gas y la nuclear) ya ha sido desde el principio muy duramente criticada por numerosos colectivos de científicos, la sociedad civil y el ecologismo, que lo que venían a plantear era que colocarle la etiqueta de "verde" o de "sostenible" a gas y nuclear sí que constituye un ejercicio de greenwashing.
La oposición a la propuesta de la Comisión que preside la conservadora Ursula von der Leyen se manifestó incluso en el propio seno de la Comisión: el vicepresidente y Alto Representante Josep Borrell; la comisaria de Cohesión, la socialista portuguesa Elisa Ferreira; y el comisario de Presupuestos, el conservador austríaco Johannes Hahn se manifestaron entonces en contra.
El propio Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de España difundió en su momento un comunicado sobre el particular: "la propuesta de Taxonomía finalmente planteada por la Comisión Europea no envía las señales adecuadas a la inversión en energía limpia, desde el momento en que otorga el mismo tratamiento al gas y la nuclear que a fuentes indiscutiblemente limpias, como la eólica o la solar. España -añadía entonces el Ministerio- siempre ha abogado por una clasificación basada en la ciencia y la evidencia, útil y creíble. La inclusión en la Taxonomía verde de energías más costosas y contaminantes, con largos plazos de amortización, puede distraer fondos e inversiones que podrían destinarse en la dirección correcta: las tecnologías renovables". (Hay más información aquí)
Sea como fuere, la Comisión considera que la inversión privada en gas y energía nuclear tiene su papel en la transición ecológica, por lo que ha propuesto que determinadas actividades relacionadas con el gas fósil y la energía nuclear se consideren actividades de transición que contribuyen a mitigar el cambio climático. La inclusión de tales actividades está limitada en el tiempo y ha de cumplir unos requisitos específicos en condiciones de transparencia.
En total han sido 278 votos a favor de la objeción, 328 en contra y 33 abstenciones. Para vetar la propuesta de la Comisión era necesaria la mayoría absoluta (353 diputados). Si el próximo 11 de julio el Consejo tampoco ha formulado objeción a la propuesta, el acto delegado sobre taxonomía entrará en vigor, y será de aplicación a partir del 1 de enero de 2023.
Contexto
El Pacto Verde Europeo es la estrategia de crecimiento de Europa cuyo objetivo es mejorar el bienestar y la salud de los ciudadanos, lograr que Europa sea climáticamente neutra de aquí a 2050 y proteger, conservar y mejorar el capital natural y la biodiversidad de la UE.
Aunque la UE tiene objetivos climáticos y medioambientales comunes, los Estados miembros, como es su prerrogativa, tienen distintas maneras de combinar las fuentes de energía, y algunos siguen recurriendo en gran medida al carbón, cuyas emisiones de carbono son altas. "La taxonomía -defiende la Comisión- ayuda a movilizar a los inversores privados en torno a los objetivos climáticos y contempla actividades energéticas que reflejan las diferentes situaciones y puntos de partida nacionales"
• Aquí, los posicionamientos de los principales grupos parlamentarios