"Nadie ha muerto tampoco de esto (...). No se va a morir la gente [por la contaminación atmosférica], tal y como se expone muchas veces, creo que no es real". Eso dijo ayer en la cadena SER la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), que ha recibido a continuación -desde el mundo de la política, lo social y la ciencia- una auténtica catarata de críticas. Una de las primeras (y probablemente más dolorosas) le llegaba ayer mismo -vía twitter- desde el perfil oficial del mismísimo Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que es el mayor organismo de investigación de España. El CSIC contestaba en estos términos a la presidenta madrileña: "un estudio internacional -abría el hilo en Twitter- confirma la relación entre la contaminación y el riesgo de mortalidad". El estudio al que se refiere el Consejo (y del que incluía enlace) fue publicado el pasado mes de agosto en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine y reportado también en la propia página oficial del CSIC (véase).
En todo caso, los dos primeros párrafos del reportaje en el que el Consejo Superior repasa ese estudio son inequívocos
«La exposición a la contaminación del aire urbano puede aumentar el riesgo de mortalidad a corto plazo, incluso a pequeñas concentraciones, tal y como confirma un análisis epidemiológico internacional en 652 ciudades de todo el mundo (incluidas 45 españolas, como Madrid, Barcelona y Sevilla), dirigido por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, en el Reino Unido, y la Universidad de Fudan, en China, en el que han colaborado investigadores del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del Consejo Superior de Investigaciones Científicas».
«El estudio representa la evaluación epidemiológica más grande hasta la fecha sobre los efectos a corto plazo de la contaminación del aire. Los investigadores han reunido datos de series temporales de 652 ciudades de 24 países en el período 1986-2015, y han aplicado métodos estadísticos avanzados para comparar la mortalidad diaria con las concentraciones de contaminación urbana por partículas en suspensión en el aire (PM), emitidas sobre todo por los tubos de escape de los vehículos».
En todo caso, las conclusiones a las que han llegado la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, la Universidad de Fudan y el propio Consejo Superior de Investigaciones Científicas coinciden con las apuntadas por otros organismos de similar estatura, como la Agencia Europea de Medio Ambiente, que en su informe Air Quality in Europe 2018 report establece que el número anual de muertes prematuras por exposición a la contaminación del aire se eleva en Europa por encima del medio millón, casi 40.000 de ellas en España. Hasta el 98% de la población urbana de la Unión Europea (UE) respira, según esta Agencia, aire que rebasa los límites de contaminación que marca la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La preocupación del CSIC también es compartida por Naciones Unidas
El pasado mes de marzo, el relator especial de la ONU sobre los derechos humanos y el medio ambiente, David R. Boyd, definía la contaminación atmosférica como el “asesino silencioso”, y alertaba sobre la inacción de los gobiernos en lo que se refiere a la lucha contra ella: esta forma de contaminación -decía Boyd- no recibe la atención adecuada “ya que estas muertes no son tan trágicas como las causadas por desastres o epidemias”.
Por ello, el relator especial de la ONU exhortaba a los Estados a “cumplir con sus obligaciones jurídicas de garantizar un aire limpio”, condición básica -decía- para el goce del derecho a la vida, la salud, el agua y el saneamiento, una vivienda adecuada y un medio ambiente saludable.
Boyd recordaba además que este último derecho está reconocido legalmente por 155 Estados -“y que debería ser reconocido a nivel mundial”- y, por si hubiera alguna duda, concretaba las causas del problema: "principalmente -decía-, la quema de combustibles fósiles para la producción de electricidad, el transporte, la calefacción, la actividad industrial o la mala gestión de residuos".
El discurso de alerta también es difundido desde la Organización Mundial de la Salud (OMS)
La doctora María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Determinantes Ambientales de la OMS, y una de las responsables del informe «Contaminación atmosférica y salud infantil» recordaba, durante la presentación de ese estudio, que, “en este momento, más del 93% de los niños del mundo respira un aire que es completamente tóxico y esto está afectando de una manera dramática su salud”. Según la OMS, 600.000 niños menores de quince años murieron a causa de infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores causadas por el aire contaminado en el año 2016.
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