Pero también somos una comunidad que ha aprendido a resistir y a organizarse. La reciente resolución del Comité Europeo de Derechos Sociales del Consejo de Europa nos ha dado un respiro, un reconocimiento a años de lucha por nuestros derechos. En la Cañada Real vivimos la desigualdad en su forma más cruda. Desde 2020, más de 4.000 personas, de las cuales 2.000 son niñas y niños, seguimos sin electricidad en el sector 6, el más olvidado, estigmatizado y castigado de nuestro barrio. Ese año, en plena pandemia, cortaron el suministro eléctrico de manera indefinida. Fue devastador: sin calefacción, sin luz para estudiar, sin posibilidad de conservar alimentos. Las noches se volvieron más frías y oscuras, y no solo en un sentido literal. Esta situación no ocurrió por casualidad. Fue consecuencia directa de la negligencia y falta de acción de la Comunidad de Madrid, los Ayuntamientos de Madrid y Rivas, y la empresa suministradora Naturgy, responsables de mantenernos en esta penumbra. Mientras tanto, otras instancias, como el Defensor del Pueblo, la ONU y seis relatores de Naciones Unidas, han alzado sus voces para exigir una solución inmediata y denunciar esta violación flagrante de derechos humanos.
La resiliencia como motor de cambio
A pesar de estas adversidades, nuestra comunidad no se rinde. Desde la Asociación Cultural Tabadol, lideramos proyectos que buscan transformar nuestra realidad. Uno de ellos es NAWAEM, un espacio en el que las mujeres de la Cañada trabajamos juntas para reescribir nuestros relatos, para contar nuestras historias con nuestras propias voces. Aquí hablamos de nuestras vidas, nuestras luchas y nuestros sueños, reivindicando nuestra dignidad y fortaleza. Otro proyecto que me enorgullece es Cañada en Bicis, que realizamos junto a la Asociación Vecinal del Sector 5. Este programa promueve el uso de la bicicleta como medio de transporte sostenible y como herramienta para conectar a la comunidad, especialmente a las mujeres y jóvenes. Además, colaboramos con el colectivo Todo por la Praxis en Cañada es Real, un museo portátil que lleva la historia y las reivindicaciones de nuestro barrio más allá de sus fronteras. Proyectos como estos no solo demuestran nuestra capacidad de organización, sino también cómo las mujeres de la Cañada hemos tomado un papel central en la lucha por los derechos de nuestras familias. El enfoque de género es clave, porque aquí las mujeres no solo resistimos; lideramos.
La llegada de la Navidad siempre me hace reflexionar
En el centro de Madrid, las calles se llenan de luces espectaculares y la ciudad se convierte en un escaparate brillante. En la Cañada, la realidad es muy diferente. En el sector 6, sin electricidad, nuestras noches navideñas son oscuras y frías. Así que celebramos a nuestra manera, con la calidez de las familias, con la fuerza de la comunidad, el apoyo mutuo y los lazos que nos unen. Y aunque duele ver el contraste con el resto de la ciudad, también nos recuerda la importancia de seguir luchando por una vida digna. En este contexto, la reciente resolución del Comité Europeo de Derechos Sociales es un pequeño rayo de esperanza. Este organismo ha reconocido que nuestras condiciones de vida violan derechos fundamentales, como el acceso a una vivienda digna y a servicios esenciales. Han instado a las autoridades españolas a actuar de inmediato, a devolvernos algo tan básico como la luz y a trabajar en soluciones a largo plazo. Para nosotros, esto no es solo una victoria jurídica; es una validación de nuestra lucha. Durante años hemos alzado la voz para denunciar estas injusticias, y ahora, al menos, sabemos que alguien nos escucha.
Mirando hacia el futuro
El futuro de la Cañada Real depende de muchos factores: de la voluntad política, de inversiones en infraestructura y, sobre todo, de que se nos trate como lo que somos, personas con derechos. Mientras tanto, seguimos trabajando desde nuestras comunidades. Proyectos como los relatos de NAWAEM, Cañada en Bicis o el museo portátil Cañada es Real nos muestran que, incluso en la adversidad, podemos encontrar formas de avanzar. La Cañada Real es mi hogar. Aquí he aprendido que la resiliencia no es solo resistir, sino también soñar y construir. La resolución del Comité Europeo de Derechos Sociales es un paso importante, pero no suficiente. El Gobierno central debe tomar las riendas de esta situación, garantizar nuestros derechos y coordinar acciones con las comunidades autónomas y los ayuntamientos implicados. Además, hago un llamamiento a la ciudadanía: vuestra participación y solidaridad son clave para presionar a las instituciones y hacer de nuestra lucha un ejemplo de justicia social. Desde este rincón de Madrid, seguiremos luchando con dignidad y esperanza, demostrando que incluso en la oscuridad, hay luz en nuestras vidas.
Luz Ya, Contratos y mesa de seguimiento.
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