Hace ya más de mil días (muchos más), el 2 de octubre de 2020, el año de la pandemia, "Naturgy, actuando como verdugo, decidió cortar la luz". Asco. Y culpa. Y tristeza. Todo a la vez.
Cuenta Houda, en la columna que Energías Renovables le cedió en este último anuario, que cuando los verdugos cortaron la luz "descubrieron que había cerca de 2.000 niños y niñas (...), y familias trabajadoras y humildes que no somos tan fáciles de criminalizar".
La historia oficial dice que los cortes fueron por seguridad, que había plantaciones de marihuana enganchadas de manera fraudulenta a la red y que ello suponía un riesgo. Y que por eso decidieron cortarle la luz (o descubrieron, o descubrimos) a cerca de 2.000 niños.
Así nos lo contaba el año pasado Houda, porque también el año pasado quisimos escuchar su voz, la de la Cañada, en nuestro anuario
«Naturgy instaló limitadores de suministro en las torres de conducción eléctrica (...), con autorización de la Comunidad de Madrid. También ha habido cortes (...) provocados por la destrucción de transformadores en un operativo policial de marzo de 2022 que nada tenía que ver con dichos transformadores. Asimismo, en los últimos meses [antes de enero de 2023] Naturgy ha desmontado tendido eléctrico aéreo y cortado varios centenares de metros de cable». Houda Akrikez. Anuario ER 2022
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, enciende "el alumbrado de una Navidad mágica e integradora", anunciaba el Ayuntamiento el pasado 23 de noviembre: "una Navidad inclusiva", decía.
4,3 millones de euros de presupuesto para iluminar 11,8 millones de bombillas, "más de 230 emplazamientos, repartiéndose por toda la capital 6.600 cadenetas, 115 cerezos de luz y once grandes abetos luminosos, entre otros elementos".
"Urgen estufas de gas para 20 familias". Y ropa de abrigo, y mantas.
La falta de luz
"Es daño -dice Houda- que no pasa en balde para nosotras, nos genera un estado de depresión, nos aísla como ciudadanas y, sobre todo, nuestras niñas y niños pueden quedar traumados para el resto de sus vidas".
Lo difundo. Un abrazo grande, le dije por guásap ayer. Y luego pensé: ¡Qué frío! ¡Qué poco! ¡Qué triste!
Y por eso me he puesto a escribir hoy, temprano. Con un profundo asco. Y culpa. Y tristeza. Todo a la vez.
Asco porque no acabo de entender cómo una súper multinacional que declaró el año pasado un beneficio neto reportado de 1.649 millones de euros (+35%) y que ya ha anunciado que prevé alcanzar en este 2023 un beneficio neto de 1.800 millones de euros... no haya resuelto en mil días...
Y tampoco soy capaz de entender cómo es posible que la ciudad con más presupuesto de España encienda 11,8 millones de bombillas... la misma ciudad que entiende que hace falta una Navidad mágica e integradora, inclusiva... ¿cómo es posible que esa misma ciudad, simultáneamente, se haya olvidado por el camino a cerca de 4.000 adultos y 2.000 niñas y niños?
Pero también, afilada, la culpa.
Culpa porque creo que no hemos hecho lo suficiente como sociedad, que no hemos hecho lo suficiente como periodistas por atender una llamada de auxilio de nuestra gente.
A un paso de la Puerta del Sol. La de las campanadas. En pleno siglo XXI. Año 23.
Y tristeza. Porque, por encima de todas las cosas, apagarle las luces a un niño, a un hombre, a una mujer, a una sociedad, es, por encima de todas las cosas, triste. Decirle a alguien que "no vas a ver. Aunque mires... no vas a ver"... está mal. Objetivamente mal.
Eso no puede ser. No puede ser que mil días después (más de mil días) sigamos a oscuras. Hasta el punto (a oscuras) de que urgen estufas. Para 20 familias. Y ropa de abrigo, y mantas.
No puede ser en la Unión Europea, la de los 163.000 millones de euros del Plan para la Recuperación, Tranformación y Resiliencia, la que dijo que para producir una vacuna con garantías hacían falta por término medio 6 años de investigación, desarrollo y ensayos y acabó vacunando en poco más de un año porque puso todos sus recursos al servicio de la vida.
«Lo que pedimos no es solamente que devuelvan la luz, sino que queremos contratos para poder regularizar nuestra situación como consumidores, pagar nuestros recibos y tener derecho a un suministro eléctrico como el resto de ciudadanos. Que nadie nos pueda acusar de que queremos abusar de nada. En los sectores cinco y seis de la Cañada Real no tenemos suministro legal por una dejación de funciones de la Comunidad de Madrid y de Naturgy. Nuestra voluntad es ser considerados por las instituciones como ciudadanos y ciudadanas». Houda Akrikez
[La Administración General del Estado, la Comunidad de Madrid y los ayuntamientos del lugar (la Cañada Real va más allá del término municipal de Madrid) firmaron en 2017 el Pacto Regional de Cañada Real, que considera prioridad “garantizar a los ciudadanos [de Cañada] un adecuado suministro de energía eléctrica”]
Urgen estufas para 20 familias. Y ropa de abrigo y mantas.
Y no puedo dejar de pensar que, aunque urgen estufas para 20 familias, y ropa de abrigo y mantas... hay más pobreza en el accionariado de Naturgy, la Administración General del Estado, la Comunidad de Madrid y los ayuntamientos del lugar, mucha más pobreza (moral)... que en las 6.000 mujeres, y hombres, y niñas y niños de ese pedacito de Madrid al que no han llegado 11,8 millones de bombillas, ni la magia de la Navidad, inclusiva.
No, no puedo dejar de pensarlo. Como tampoco puedo dejar de pensar que... somos más... los que creemos que hacen falta bombillas en Navidad, claro (yo también tengo dos hijas), pero quizá podría haber valido con 10 millones (en vez de 11,8); o quizá podría haber valido con 114 (en vez de 115) cerezos de luz; o quizá podría haber valido con diez (en vez de once) grandes abetos luminosos para emplear ese resto en... Por ejemplo.
Sí, estoy seguro de que somos más los que sabemos que con voluntad política (verdadera voluntad política) todo esto podría haber quedado resuelto hace tanto tiempo...
Sí, somos más... Ahora solo hace falta que nos demos cuenta.
Ayer recibí un guásap de Houda.