¿Por qué instalamos renovables? ¿Por qué hemos decidido apostar por la movilidad eléctrica? ¿Por qué hay momentos de duda en la transición energética? ¿Vamos muy rápido o muy despacio? ¿Hay alguna posibilidad de desandar el camino andado?
Preguntas impensables hace unos años. Las ideas fuerza que llevaron a los países occidentales a tomar medidas para cambiar de modelo energético eran sólidas como una roca. Si algunas tecnologías podían aportar certezas sobre los tres retos que afectan a la energía, esas eran las renovables: seguridad de suministro, protección del medio ambiente y precios razonables. No hace falta irse a la crisis del petróleo de los años 70. Basta recordar lo que pasó hace dos años y medio, cuando Putin invadió Ucrania. De la noche a la mañana se dispararon los precios de los combustibles fósiles y nadie podía garantizar que el gas seguiría saliendo por el grifo. En ese momento, febrero de 2022, Europa vio en las renovables la única tabla de salvación posible. Hoy la tabla flota, sí. ¿Pero quién la necesita? ¿Quién se está ahogando?
Los problemas que nos llevaron a poner el foco en las renovables son los mismos y algunos empeoran a diario. Las evidencias científicas que llevaron al mundo a firmar en diciembre de 2015 el Acuerdo de París para tratar de limitar el aumento de la temperatura media global a 1,5°C, son hoy más evidentes. En cuanto a los precios, las renovables ganan por goleada. De hecho, la potencia eólica y solar instalada en nuestro país, bien regado de sol y viento, logra una y otra vez que los precios de la electricidad en España sean los más baratos de Europa. Lo que se traduce en una oportunidad histórica de industrialización.
¿Qué está pasando entonces? ¿Por qué las recientes elecciones europeas o las que se celebrarán en noviembre en Estados Unidos son capaces de generar dudas en torno a la transición energética? Javier García Breva, uno de los expertos que más en profundidad ha analizado el espíritu y la letra de la legislación europea en la materia publicó en enero de 2022 un artículo titulado ‘Bruselas desata una ofensiva contra la viabilidad de las energías renovables’. Hablaba de la llamada “taxonomía”, que otorgaba la etiqueta de energía verde al gas y a la nuclear. Aquello fue un torpedo en la línea de flotación de la política energética. Torpedo que fue posible lanzar gracias al Reglamento (UE) 2020/852 sobre inversiones sostenibles, que establece los criterios para determinar qué actividad económica se considera sostenible y puede optar, por ejemplo, a fondos europeos. “Es el cambio que exigían los lobbies gasistas, petroleros, nucleares, del automóvil o los países más carboneros de la UE”, apunta García Breva.
Todas las directivas derivadas del llamado paquete “Fit for 55”, la 2023/2413 de energías renovables, la 2023/1791 de eficiencia energética, o la 2024/1275, de eficiencia de edificios, son un ejemplo claro del “coladero” que es ahora la legislación europea. “La ambigüedad y las contradicciones del Reglamento (UE) 2020/852 permitirán que los gobiernos lo conviertan en el Reglamento europeo del ‘greenwashing’ para dar un paso atrás en la transición energética, apoyando una recuperación más gris que verde de la economía europea”, defiende García Breva.
La energía y la política están muy unidas. “Decir que no hay política en cuestiones como la energía es ridículo”, decía recientemente Pedro Fresco, autor del libro ‘Energy Fakes’. Y algunas políticas no se llevan bien con las renovables. El tirón de la ultraderecha en las elecciones europeas y francesas, o la posibilidad de que Trump vuelva a la Casa Blanca demuestra las propias contradicciones de la democracia, que puede aupar al poder a quienes reniegan del sistema o ponen en cuestión derechos conseguidos a base de esfuerzo. Imposible decirlo mejor que Alejo Stivel, el cantante de Tequila, en una entrevista del mes pasado en El País: “Ya no hacen falta dictaduras. Con el poder de los medios se convence a la gente de que vote a sus verdugos”.
Vamos a creer que Europa estará siempre en el lado correcto de la historia.
¡Buen verano!
Luis Merino
lmerino@energias-renovables.com
