La neutralidad tecnológica se impone a la neutralidad climática
El Reglamento (UE) 2020/852, sobre el marco para facilitar las inversiones sostenibles, puso en marcha la taxonomía para identificar qué inversiones deberían etiquetarse como verdes a efectos de la transición energética y acceder a los fondos europeos. Siguiendo los criterios del Pacto Verde europeo, aprobado en 2019, se antepuso el principio de neutralidad tecnológica al de neutralidad climática: "Todas las tecnologías han de tenerse en cuenta en igualdad de condiciones para la transición energética y cualquier actividad que facilite a otras actividades contribuir a un solo objetivo de sostenibilidad podrá considerarse sostenible, aunque contamine o dañe al medio ambiente”.
El principio de “no causar un perjuicio significativo” a los objetivos medioambientales queda sometido a criterios técnicos con la suficiente ambigüedad para no excluir a ninguna tecnología. La decisión de tratar como energías verdes al gas fósil y la nuclear se tomó en 2019 por unanimidad de los Estados miembros. Ahora se ha oficializado; pero lo más grave es el argumento de la Comisión Europea al valorar que la nuclear y el gas fósil son fuentes bajas en emisiones y que no hay otras alternativas viables. Precisamente ahora, cuando el consenso técnico y económico que confirma la mayor competitividad de las renovables sobre los combustibles fósiles y la nuclear es el más amplio de la historia. Las renovables son la primera inversión energética mundial por ser la alternativa más barata, limpia y accesible al consumidor por razones económicas y técnicas y no por razones ideológicas.
Lo que se necesita son más renovables y no más nucleares ni gas fósil
Tanto la ONU como la AIE no se cansan de repetir que, siendo la inversión energética que más crece, es necesario triplicar la inversión en energías renovables para alcanzar el objetivo de reducción de emisiones del Acuerdo de París, del 40% sobre el nivel de 1990, y la neutralidad climática en 2050.
¿Por qué no ha insistido Bruselas en exigir a los gobiernos el cumplimiento de las directivas para avanzar en la integración masiva de renovables “in situ” y la eficiencia energética en la economía europea y no en plegarse a los intereses de los propietarios de activos gasistas y nucleares? Que la Comisión Europea diga ahora que las energías renovables y la eficiencia energética no son alternativas viables frente al gas fósil y las nucleares es un fraude de la legislación europea que burla los derechos de los consumidores y contribuyentes.
Si en las normas europeas, como el Reglamento (UE) 2018/1999, sobre la gobernanza de la Unión de la energía y la Acción por el Clima, se exige a los gobiernos objetivos nacionales de reducción de las importaciones energéticas, ¿por qué ahora se pretende seguir aumentando las importaciones de gas sin ningún estudio de cobertura de demanda ni de costes para los consumidores, como exige la Directiva (UE) 2019/944, sobre el mercado interior de la electricidad?
El gas determina el precio de la electricidad y la Comisión Europea sigue defendiendo esta metodología que ha elevado el precio de la luz en toda Europa y amenazado la recuperación económica. Pero en vez de cambiar los mercados mayoristas, decide seguir sometiendo a los consumidores al dictado de la geopolítica del gas.
La Comisión Europea nunca se pronunció sobre la energía nuclear y dejó la cuestión a la libre decisión de cada gobierno. Ahora ha roto esta práctica y la división entre los gobiernos se ha abierto irresponsablemente, ignorando que el coste de la gestión de los residuos nucleares es incalculable e ilimitado y que no existe la tecnología para su almacenamiento definitivo.
Estos hechos revelan que es falso afirmar que la energía nuclear es viable técnica y económicamente y no causa perjuicio significativo al medio ambiente. Aún es más grave deslegitimar los calendarios de cierre ya aprobados.
El proyecto europeo se aglutina en torno a la neutralidad climática
La Unión Europea se ha dotado de un amplio abanico de alternativas para la transición energética con las directivas y reglamentos del “Paquete de Invierno”. Acaba de proponer un nuevo paquete “Fit for 55” para elevar los objetivos de renovables y eficiencia energética, reducir el 55% las emisiones en 2030 y alcanzar la descarbonización de la economía antes de 2050, asegurando la financiación a través del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR). Esta arquitectura legislativa y financiera es un gran avance del proyecto europeo que se aglutina en torno al concepto de neutralidad climática y el desarrollo de tecnologías, modelos de negocio y comportamientos para sustituir las fuentes de energía que destruyen el planeta por fuentes sin carbono ni radioactividad, que no dañen los ecosistemas, con la participación de los consumidores.
• La taxonomía propuesta por la Comisión Europea es incompatible con el objetivo de neutralidad climática y representa una amenaza para que Europa recupere el retraso tecnológico frente a China y EEUU. Las inversiones ahora se orientarán hacia tecnologías obsoletas en vez de hacia las tecnologías del siglo XXI, que son las que desarrollan las directivas del “Paquete de Invierno”.
Entre las 50 mayores empresas del mundo solo cuatro son europeas y solo una de ellas es tecnológica. ¿Tiene Bruselas un proyecto tecnológico?
• La taxonomía que ha propuesto Bruselas sobre inversiones sostenibles retrasará en más de una década los objetivos de descarbonización.
Los proyectos de hidrógeno verde se convertirán en hidrógeno azul; se fomentará la demanda de gas en los sectores difusos; se retrasarán las inversiones en almacenamiento en baterías para incentivar los “combustibles alternativos”, es decir, el gas y crecerán las emisiones de metano. La aplicación del fondo de recuperación y resiliencia se orientará hacia actividades que no son las que se han priorizado y se trasladará a la sociedad el aumento de la dependencia energética, de los precios de la electricidad y el coste incalculable de los residuos nucleares.
Todos los Estados miembros saldrán perjudicados por el retraso de las políticas de energía y clima ya establecidas. Los únicos beneficiados serán los propietarios de los activos gasistas y nucleares.
Las instituciones europeas deben rectificar y ser coherentes con las directivas que aprueban porque tienen su fundamento en la protección de los consumidores activos y del medio ambiente, mientras lo que ahora se propone es la vuelta a la Europa de los mercaderes.
Este artículo se publicó primero en La Oficina de JGB.