Hace unos días, cuando leía la columna que Pep Puig me había mandado para este número, me impresionó ver la lucidez con la que los pioneros de las renovables imaginaban entonces el futuro, que ya es presente. Léela. Y trata de ponerte en situación para imaginar que ese discurso no lo pronunció la semana pasada, lo hizo hace 40 años.
Los cálculos que la naciente Ecotècnia y sus nueve socios habían hecho decían que “si son necesarios 200 mil millones de pesetas para construir una central nuclear de 900 MW, este aerogenerador puede ser construido por tres millones y medio de pesetas, lo que significa el mismo coste por kW instalado. Al ritmo que actualmente se instalan aerogeneradores en California, solo se necesitarían tres años para instalar una potencia equivalente a la nuclear de Ascó”.
¿Y qué ha pasado en estos 40 años? Que las previsiones de estos visionarios se han hecho realidad. Llevan haciéndose realidad desde hace tiempo, año tras año, cada vez con más fuerza. Y a estas alturas hay que decir sin paliativos que los que imaginaron hace tiempo un futuro basado en tecnologías renovables dieron de lleno en el blanco.
Noticia de primeros de marzo de 2024: la Asociación de Empresas con Gran Consumo de Energía de España (AEGE) recoge en su último Barómetro Energético la evolución de los precios del mercado eléctrico diario y a plazo, tanto nacional como de los principales países europeos. Considerando su evolución el precio medio estimado del mercado español será un 17,3% más barato que el del mercado alemán y un 14,1% más barato que el nuclearizado mercado francés. Las estimaciones para 2025 siguen esa tendencia. Más allá de previsiones, ¿qué ha pasado en el mes de febrero? Que el precio de la luz en España ha estado más de 30 puntos por debajo del precio medio en Alemania (-32,6%) y casi 30 por debajo del francés (-28,6%). Y que las renovables aportaron el mes pasado más del 60% de la electricidad en nuestro país.
Gran parte de culpa la tienen quienes pusieron en pie en 1984 un aerogenerador de 12 metros de diámetro y 15 kW de potencia. Que sabían que aquello era solo el principio. “No queda muy lejos el día en que las nucleares quedarán eclipsadas por los aerogeneradores” –decía entonces Pep Puig–. Y él mismo recuerda en su columna de este mes que, “a día de hoy, con 1.345 parques eólicos en 830 municipios, y una potencia eólica de 30.000 MW, que han generado 61.069 GWh en 2023, se ha hecho realidad el pronóstico que realicé entonces”.
Pero no todas las previsiones de los fundadores de Ecotècnia se han cumplido. En su discurso de hace 40 años, Pep Puig también decía: “Estas razones y la posibilidad de aprovechamiento descentralizado de los recursos energéticos locales deberían contribuir a abrir los ojos a todos aquellos que, como una cosa ‘natural’ o un producto del ‘progreso’, delegan las funciones de producción de energía en manos de pocos grupos, muy centralizados y ajenos a los intereses de las comunidades locales”. Y añadía: “Actualmente estas comunidades redescubren que, con las fuentes de energía renovables y dispersas, entre ellas la fuerza del viento, pueden ser ellas mismas las productoras de la energía que necesitan”.
La falta de participación popular, de proyectos comunitarios, sigue lastrando una transición energética que no debería ser solo tecnológica. Se han dado muchos pasos, es cierto. Las cifras del autoconsumo o el crecimiento incesante de las comunidades energéticas son una demostración de que, por fin, se ha abierto la vía de la energía ciudadana. La que imaginaron los pioneros de las renovables. Es evidente que queda mucho por hacer. Pero se hará. Y aquí estaremos para contarlo.
Luis Merino
lmerino@energias-renovables.com