"Debe señalarse que el subsector de industria eólica marina es el subsector que presenta un mayor dinamismo" (de entre todo el sector eólico nacional). Lo dice (página 38) el Estudio Macroeconómico de Impacto del Sector Eólico en España 2022, que presentó el martes la Asociación Empresarial Eólica. AEE augura para esta tecnología -la eólica marina- un "fuerte despegue (...) en los próximos años, (...) el nacimiento de muchas empresas, con un alto grado de innovación, cada año". La tendencia en este último quinquenio parece ratificar esa perspectiva. El sector eólico marino nacional empleaba a 1.087 personas en 2018 y emplea hoy a 2.277 (en realidad este último guarismo, publicado el martes en el Estudio susodicho, es a cierre de 2022, por lo que ahora mismo (finales del 23), y si atendemos a la tendencia nítida de los últimos cinco años, y a las previsiones de AEE, ese número podría ser considerablemente mayor). Sea como fuere, lo contrastado a día de hoy, el dato consolidado al cierre de 2022, es que el empleo en el sector ha crecido un 14% con respecto al empleo registrado al cierre de 2021 y se ha más que doblado en apenas cinco años.
Otro número significativo que pone de manifiesto la pujanza de este subsector del negocio eólico es su contribución al Producto Interior Bruto (PIB). Según los datos ayer publicados en su Estudio Macro por la AEE, la contribución de la eólica marina al PIB se ha doblado, desde los 65,8 millones de euros registrados en el año 2018, hasta alcanzar los 138,6 de 2023. Ni la pandemia y los problemas logísticos asociados a los confinamientos, ni la guerra de Ucrania y la crisis energética derivada, ni el alza de los tipos de interés y la inflación parecen haberle pasado factura al sector que, antes al contrario, registra hoy en España números mucho mejores que hace cinco años.
"El sector de la industria eólica offshore ha experimentado un fuerte crecimiento. Esto se debe principalmente -dice AEE en su Estudio Macro- a que las empresas de este subsector han recibido importantes pedidos de plataformas, cimentaciones y subestaciones eléctricas para parques eólicos marinos que empresas españolas y europeas están desarrollando en costas europeas".
En España existen ahora mismo -insiste AEE- empresas "líderes, por ejemplo, en la construcción de las subestructuras que se utilizan para soportar las turbinas eólicas en el mar, así como las subestaciones que transforman la electricidad generada". Actualmente -recoge el Estudio-, todos los servicios y equipos producidos por empresas españolas son exportados a países extranjeros.
No es de extrañar. La eólica marina española ha tenido que lidiar desde el minuto cero con una barrera que ha resultado ser infranqueable hasta hoy: la plataforma continental, que es la franja existente entre lo que sería la orilla misma del mar, o sea, tierra firme, y el talud, que es donde el lecho marino cae en picado hasta alcanzar grandes profundidades.
Las aguas de cualquier plataforma continental van ganando hondura paulatinamente hasta alcanzar los 200 metros de profundidad, y, a partir de ahí, se considera que entramos en lo conocido como talud, que nos conduciría mar adentro hasta alcanzar, en algunos puntos del océano, las profundidades abisales.
Pues bien, la plataforma continental española es muy estrecha. Las aguas que rodean la península y los archipiélagos canario y balear ganan profundidad, una gran profundidad, muy pronto, lo que obliga (obligaría) a instalar los aerogeneradores muy cerca de la costa, con el consiguiente impacto sobre el turismo, o más alejados, pero sobre torres que habrían de ser muy altas, lo que inviabiliza económicamente esa solución.
Las plataformas continentales (esa franja que va desde la orilla del mar hasta el talud) de los mares Báltico y del Norte, donde han sido instalados muchos parques eólicos marinos, son mucho más anchas. Las aguas van ganando profundidad muy poco a poco, y hay que adentrarse muchos kilómetros mar adentro para que esa profundidad sea disuasoria, e impida la instalación de turbinas eólicas sobre torres hincadas en el lecho.
Para que nos hagamos una idea, la profundidad media de todo el mar Báltico ronda los 55 metros. Así, las aguas someras de ese mar han resultado propicias para la instalación de aerogeneradores marinos, porque la plataforma continental báltica no solo no cae en picado enseguida, no más alejarnos unos metros de la orilla (como sí sucede en torno a la península), sino que, además, sus aguas todas son muy someras, como se dijo: 55 metros de profundidad media.
La industria eólica nacional, una de las más potentes del mundo, se hizo pronto fuerte en tierra firme porque pudo contar aquí con un mercado doméstico muy dinámico. Y, desde esa fortaleza, comenzó también muy pronto a exportar sus soluciones, productos y servicios a otras tierras (tierra firme) y a trabajar también... mar adentro, para suministrar soluciones a los promotores eólicos que empezaban a instalar en otros mares, léase el Báltico y el mar del Norte, donde las aguas someras acogieron pronto a la eólica marina.
Entre tanto, a lo largo de todos estos años, y habida cuenta de nuestra plataforma, el sector nacional se ha dedicado en parte a buscar soluciones flotantes (sobre las que ubicar grandes aerogeneradores), plataformas que podrían ser instaladas mucho más mar adentro, lejos del impacto visual y de los turistas.
Las primeras soluciones flotantes para torres eólicas (plataformas que son ancladas con cadenas y que son alternativas a las torres hincadas en el lecho marino) están ya en fase prototipo (véase DemoSATH, en Euskadi, por ejemplo) y casi listas para entrar en la fase comercial. Pero están, además, a la espera de que la Administración española convoque la primera subasta de potencia eólica marina. El Gobierno ha anunciado que antes de fin de año presentará un primer proyecto de marco regulatorio para el sector (que incluirá una propuesta de subasta), pero estamos a 20 diciembre y aún no lo ha hecho.
Asociación Empresarial Eólica
«La mejora de la tecnología eólica marina flotante y la reducción de sus costes permite un fuerte despegue de esta energía»
Y el nuevo Ejecutivo de coalición PSOE-Sumar, heredero del anterior PSOE-Unidas Podemos, parece tener claro el horizonte eólico marino. El Gobierno Sánchez-Podemos publicó hace ya muchos meses una Hoja de Ruta para el Desarrollo de la Eólica Marina y de las Energías del Mar en España (aprobada en diciembre de 2021) y plantea en su último borrador de Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (que está todavía sobre el papel, pero no definitivamente aprobado) un objetivo muy concreto: que en España haya en 2030 entre 1.000 y 3.000 megavatios de potencia eólica marina flotante. O sea, que la apuesta parece sincera.
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, al frente del cual lleva ya más de un quinquenio Teresa Ribera, ya ha ratificado en varias ocasiones, a lo largo de las últimas semanas, su intención de presentar ese proyecto de marco regulatorio, o, más concretamente, de sacar la propuesta a consulta pública para recibir alegaciones y comentarios y continuar con su redacción.
El director general de la AEE, Juan Virgilio Márquez, se mostraba el martes confiado en ello: "confiamos -dijo literalmente- que antes de finales de año el Gobierno saque su propuesta a consulta pública". [Bajo estas líneas, tabla extraída del Estudio Macroeconómico del Sector Eólico en España 20022, informe publicado el martes por la Asociación Empresarial Eólica].
Si es así, si el Ministerio saca a consulta pública esa propuesta ya, y si los siguientes pasos lógicos no se demoran, la primera subasta eólica marina española (flotante), podría celebrarse en 2024, según Márquez.
Habrá que ir viendo cómo evoluciona el paciente.
Entre tanto, el sector eólico marino nacional solo tiene un horizonte, y está todo él allende las fronteras. El problema es que otros actores internacionales, que tienen más cerca los parques eólicos marinos, están acortando la ventaja que el sector eólico nacional, pionero, tenía. En tierra, la eólica made in Spain tuvo pronto un mercado doméstico que le permitió crecer y fortalecerse, para luego competir en todo el mundo. En mar las cosas están yendo mucho más despacio.
El pasado mes de febrero de 2023, el Gobierno aprobó los nuevos planes de ordenación del espacio marítimo, lo que supone un primer paso para el desarrollo de instalaciones de energía eólica marina. Grosso modo lo que hacen es determinar dónde sí y dónde no se pueden instalar aerogeneradores en el mar. Estos planes, que estarán vigentes hasta 2027, organizan los usos del espacio marítimo existente. Identifican 19 zonas de alto potencial para la eólica marina, que ocupan 5.000 kilómetros cuadrados, es decir, el 0,46% del espacio marítimo español.
El problema es que la tramitación de los parques eólicos marinos sigue estando regulada por el Real Decreto 1028, que data del año 2008, cuando el mundo era otro, y el desarrollo de la tecnología eólica, muy otro. "Aunque el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico sacó a consulta pública previa el marco normativo para el desarrollo de las instalaciones eólicas marinas y de las energías del mar, dando un plazo para alegaciones entre el 1 de junio de 2022 y el 22 de junio de 2022, todavía no se ha presentado el nuevo marco regulatorio para estas instalaciones", se queja AEE.
La secretaria de estado de Energía, Sara Aagesen, ratificó hace unas semanas lo susodicho: que, “antes de final de año, iniciaremos el proceso de audiencia e información del marco normativo de la eólica offshore, que sentará las bases para el desarrollo de proyectos, con una tramitación ágil y con las máximas garantías, y que otorgará, simultáneamente, el régimen económico de la subasta, la reserva de capacidad de acceso y la reserva del dominio público marítimo-terrestre”.
Y antes de final de año estamos aún, 20 de diciembre.
El interés en el sector parece fuera de toda duda. Hasta el punto que el Gobierno tuvo que aprobar un decreto para (podríamos decir) no morir de éxito. Lo hizo el 24 de junio de 2021, fecha a partir de la cual anunció no admitiría nuevas solicitudes de reserva de zona para instalaciones eólicas marinas, "ni se admiten nuevas solicitudes de autorización administrativa de instalaciones de generación eólica marina, hasta que se apruebe un nuevo marco normativo para estos proyectos". Eso decía el Real Decreto 12/2021, de 24 de junio. Hasta esa fecha se habían presentado solicitudes de reserva en España por más de 13.000 megavatios de potencia.
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[Pie de foto: desarrollada por la ingeniería catalana X1 Wind en colaboración con 9 socios de la industria y la I+D, la plataforma flotante X30 (proyecto PivotBuoy) ha sido probada en aguas de la zona marina acotada de la Plataforma Oceánica de Canarias, durante 7 meses, en "plenas condiciones operativas" (con un aerogenerador Vestas V29 instalado sobre ella y evacuando electricidad a tierra firme) con "un excelente rendimiento". X30 ha sido la primera plataforma flotante TLP (Tension Leg Platform) plenamente funcional del mundo].