La contratación del sector naval español se ha elevado, en apenas tres años, hasta un 45% sobre los niveles prepandemia, con un crecimiento interanual en 2022 más formidable aún: +56%. Los datos aparecen en el último "Informe de actividad del sector de la construcción naval. Año 2022", que acaba de presentar Pymar, la asociación de pequeños y medianos astilleros de España. Dentro de la actividad de reparación, mantenimiento y transformación naval, los astilleros españoles han incrementado la facturación anual en un 25%, con un total de 850 grandes actuaciones. La industria naval, además, se ha mantenido -destaca en su informe Pymar- "a la vanguardia en transición energética y medioambiental", pues hasta el 34% de las unidades en la cartera nacional en 2022 contaban con capacidad para utilizar combustibles y tecnologías alternativas, 10 puntos por encima del porcentaje registrado a nivel mundial. Con esos datos, la industria naval española se ha situado como segunda de la UE y novena mundial en número de contrataciones.
Eso sí, el posicionamiento español destaca en tipologías -presumen en la asociación- de mayor complejidad constructiva y valor añadido, como los grandes buques pesqueros (donde España ha sido líder mundial en contratación), o los buques oceanográficos, segmento en el que se sitúa como segunda potencia mundial con mayor volumen contratado.
El mismo puesto, segunda potencia del mundo, ostenta España (los astilleros españoles) en lo que se refiere a la construcción de buques de apoyo a parques eólicos marinos. Según Pymar, en 2022, la cartera de pedidos nacional (hasta el 21%) ha estado asociada a "buques de apoyo a campos eólicos marinos", situando a España solo por detrás de China.
El dato relativo a la construcción de este tipo de buques resulta particularmente relevante, si tenemos en cuenta el grado de desarrollo eólico marino en España, que es nulo, pues aún no hay ni un solo parque eólico marino comercial en aguas españolas; solo un par de aerogeneradores flotantes que están siendo probados en dos zonas marinas acotadas -en aguas vascas y canarias- habilitadas para el ensayo de este tipo de dispositivos (ambos se encuentran en avanzado estado de desarrollo, pero aún en fase precomercial).
A pesar, pues, de un mercado doméstico que sigue a cero, la naval eólica española está disparada, si bien mirando a horizontes lejanos. Ahora mismo, la primera potencia eólica marina del mundo es China, con más de 30.000 megavatios instalados (el año pasado añadió a su parque nacional acuático 5.052 megas). A continuación, tras el gigante asiático, vendrían, a años luz eso sí, Reino Unido, con unos 14.000 megavatios instalados en sus aguas, y Alemania, que ahora mismo tiene unos 8.350 megas.
El sector eólico global instaló 8.800 megavatios de potencia en el mar el año pasado (2022) y situó en los 64.300 megas la potencia del parque eólico marino global. Potencia distribuida frente a las costas de muy pocos países: China, Taiwán, Japón, Corea y Vietnam en Asia; Reino Unido, Alemania, Bélgica, Países Bajos, Francia y Dinamarca en Europa (hay también algunos aerogeneradores marinos -parques más modestos- en Suecia, Finlandia, Italia, Irlanda y Portugal). Estados Unidos acaba de entrar en la carrera de la eólica marina.
Además, los planes de desarrollo eólico marino no cesan de crecer en ambición
La Unión Europea alumbró su Estrategia sobre energía renovable marina en noviembre de 2020 "para apoyar el desarrollo sostenible" de las tecnologías que aprovechan las fuentes de energía que habitan el mar. Había entonces en las aguas de la UE (en aquella fecha, 2020) apenas 12.000 megavatios de capacidad instalada de energía eólica marina. Pues bien, el documento salido de Bruselas aquel año fijó y fija un cierto objetivo eólico marino: sesenta mil megavatios de potencia (60.000 MW) deben estar operativos en las aguas de la Unión en el año 2030 (ahora mismo hay alrededor de 17.000 megas).
Pues bien, esos 60 gigavatios (GW) ya se han quedado pequeños. Apenas dos años y cuatro meses después de adoptada esa Estrategia, el pasado mes de abril, siete Estados miembros de la UE ribereños del mar del Norte, además de Noruega y el Reino Unido, firmaron la Declaración de Ostende, por la que se fija, en cuanto a la energía eólica marina, el objetivo de 120 GW para 2030 (o sea, el doble de lo que indica la Estrategia). [Bajo estas líneas, tabla extraída del informe Global Wind Report 2023. Global Wind Energy Council].
En los otros dos focos eólicos marinos clave (Asia y Estados Unidos) las ambiciones también son crecientes (escenarios distintos, sin duda, pero ambiciones igualmente crecientes). China juega en todo caso en otra liga. El año pasado instaló el doble de potencia que toda Europa. Mientras que en Estados Unidos hay luces y sombras. La política Biden de apoyo al sector renovable proyecta luces; pero los tipos de interés, el coste del capital, la inflación y ciertos problemas en las cadenas de suministro serían las sombras. De cualquier manera, el Consejo Global de la Energía Eólica (Global Wind Energy Council, GWEC) estima que la industria eólica marina instalará en 2035 aproximadamente cuatro veces más potencia en el mar (35,5 gigavatios) que la que ha instalado este año pasado (8,8 GW). O sea, que el sector va a cuadruplicar su actividad en solo unos años (léase página 9 del Global Wind Report 2023 de GWEC). Y eso significa que van a hacer falta muchos muchos "buques de apoyo a parques eólicos marinos".
¿Y España?
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima en el que está trabajando el Ministerio plantea la instalación en aguas españolas de 3.000 megavatios de potencia eólica marina de aquí a 2030, potencia que habrá de ser flotante, habida cuenta de la estrecha plataforma continental española. Las aguas oceánicas que rodean la península y los archipiélagos canario y balear alcanzan gran profundidad muy cerca de la costa, por lo que los aerogeneradores no pueden ser enclavados en el lecho marino, como en los mares Báltico o del Norte, donde los fondos marinos son mucho más someros.
El sector eólico nacional ha hecho virtud de la necesidad y lleva ya muchos años desarrollando soluciones flotantes (plataformas sobre las que ubicar los aerogeneradores) que superan ese obstáculo (el de las grandes profundidades). Y ahora mismo -apuntan desde la Asociación Empresarial Eólica- España "se encuentra ante una oportunidad única como país para ser líder mundial en el desarrollo del sector eólico marino flotante, siendo ya un hub industrial y de desarrollo tecnológico". [Bajo estas líneas, Análisis DAFO del sector, por la Asociación Empresarial Eólica].
Entonces, si son tantas las Fortalezas y las Oportunidades, ¿cuál es el problema? Pues el problema -se queja el sector- es que aún faltan muchos aspectos normativos y regulatorios que deben estar definidos (el sector quiere conocer las reglas del juego para comenzar a operar). Cierto es en todo caso que en los últimos días todo parece estar acelerándose.
La secretaria de estado de Energía, Sara Aagesen, ha anunciado esta misma semana, en el marco del Congreso Eólico Marino que ha tenido lugar en Las Palmas de Gran Canaria, que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico va a abrir el "proceso normativo" de la eólica marina antes de final de año, o sea, en los próximos días.
El Ministerio -ha adelantado Aagesen- quiere concretar el "régimen económico de la subasta" (grosso modo, el precio al que se va a pagar el megavatio hora eólico marino), la "reserva de capacidad de acceso" (o sea, grosso modo, a qué punto de la costa y cómo se podrán conectar los futuribles parques eólicos marinos) y la "reserva del dominio público marítimo-terrestre” (grosso modo, dónde podrá instalar cada promotor sus aerogeneradores).
Todas esas son demandas del sector desde hace años. La inminente investidura podría abrir por fin la era de la eólica marina en España.
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