La pregunta candente: ¿Debería el Reino Unido poner fin a las exenciones fiscales sobre la quema de madera para obtener energía? Este el título, traducido, del último informe de Ember, ONG llamada antes Sandbag que funciona como laboratorio de ideas para acelerar la transición del carbón a las energías renovables para producir una electricidad más limpia. Desde hace años y unos cuantos informes, Ember no considera a la biomasa, sobre todo de origen forestal, partícipe de esa transición.
En su último trabajo destacan “el enorme costo de quemar madera para obtener energía en el Reino Unido, con los contribuyentes comprometidos con subsidios de más de 13.000 millones de libras (14.300 millones de euros), incluidos 10.000 millones (11.500 millones de euros) solo en la central de Drax”.
Ese dinero procede principalmente de la conversión de carbón a biomasa de cuatro unidades (2.600 megavatios) de Drax, y en menor medida del mismo cambio en las de Lynemouth y Teeside. A finales del pasado año, el diario The Guardian calculaba que Drax obtenía diariamente subsidios por valor de dos millones de libras (2,2 millones de euros).
Mínimo, 368 millones de euros al año en exenciones de impuestos al carbono
Si estos cálculos se tienen en cuenta desde que en 2010 empieza a hacer co-combustión de carbón-biomasa, la cifra total llegaría a 8.000 millones de euros y si parten desde 2012, cuando Drax anuncia su intención de convertir completamente cuatro unidades en biomasa, la cifra es de 6.453 millones. En ambos casos estarían por debajo de los 11.500 millones que calcula Ember.
Aún así, son muchos millones, que se suman, según el mismo informe, y en una estimación de rango medio, a las exenciones de impuestos al carbono que tienen estas plantas de biomasa, que suman 333 millones de libras al año (246 millones solo para Drax), unos 368 millones de euros al cambio.
“Las reglas actuales de abastecimiento de biomasa permiten una amplia gama de posibles resultados de emisiones de carbono, lo que lleva a la incertidumbre sobre cuán alta es la exención de impuestos”, aseguran desde Ember. “Con estimaciones superiores de emisiones, la exención podría ser de hasta 754 millones de libras al año (557 millones solo en Drax)” apostillan. En este último caso serían en total unos 833 millones de euros anuales.
Si se quitan los subsidios y las exenciones “se elevaría las facturas de los consumidores”
Tanto la US Industrial Pellet Association (Usipa), teniendo en cuenta que Drax no solo importa hasta cinco millones de pélets desde Estados Unidos, sino que también los produce allí; como la Association for Renewable Energy and Clean Technology (REA) del Reino Unido han reaccionado contra el informe de Ember. Esta última advierte que “con las recomendaciones que se proponen se elevarían las facturas para los consumidores y socavaría el camino hacia la emisión netas cero”.
Ember es tajante: “el Gobierno del Reino Unido debe poner fin urgentemente a la exención de impuestos a la biomasa e introducir un precio de carbono para sus emisiones”. Y lo basa en que “la ciencia reciente muestra que ya no se da por supuesto que la quema de madera a gran escala es neutra en carbono, por el contrario, puede aumentar las emisiones durante muchas décadas”.
Equilibrio de las emisiones entre lo que crece y se cosecha y lo que emite una central
Aunque es cierto que cada vez más voces desde la ciencia, y desde el propio sector de la biomasa, cuestionan la neutralidad en carbono de una bioenergía concebida a gran escala y dependiente de unos biocombustibles que llegan desde miles de kilómetros de distancia, REA y Usipa enarbolan la ciencia que sustenta las posiciones del Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático o de la Agencia Europea del Medio Ambiente.
Según Seth Ginther, director ejecutivo de Usipa afirma que “la ciencia que lidera esta materia está bien definida, y considera que la biomasa, cuando se produce de manera sostenible, reduce significativamente las emisiones de carbono para la generación de energía en comparación con el carbón”. Desde REA recuerdan que dichos organismos reconocen que “la forma en que se cuentan las emisiones, incluido el crecimiento y la cosecha de biomasa, equilibran las emisiones desde las centrales”.
Más subvenciones por la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono
Usipa añade que en el análisis del inventario forestal del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos muestra que “las existencias forestales en la región del sureste (donde se concentra la mayor producción de pélets con destino principalmente a Europa) han aumentado en un veinte por ciento en los últimos veinte años, y son el doble de lo que eran en la década de 1950”.
A Ember no le convencen estos argumentos, sobre todo en su derivada fiscal, y tampoco vería que el Gobierno del Reino Unido amplíe las subvenciones a la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono, conocida por sus siglas en inglés BECCS. De esta manera, centrales como Drax, que llevan muy adelantada esta tecnología, se considerarían como de emisiones de carbono negativas.
“El Gobierno solo debe apoyar los proyectos BECCS cuando una evaluación completa del ciclo de vida demuestre que son netos de carbono negativos dentro de la década, y que el costo de las emisiones negativas es equivalente a otras opciones”, concluyen en el informe de Ember.