Aunque los cálculos de Sandbag de emisiones y de biomasa forestal necesaria para alimentarlas tienen en cuenta las 67 centrales de producción de energía eléctrica, solo para dieciocho se considera que el proyecto es muy probable que se lleve a cabo. Es decir, que “ha culminado la decisión final de inversión o ya está en construcción, conversión o pruebas”.
En esta situación estarían principalmente cuatro centrales en Países Bajos que suman casi 9.000 MW, cuatro en Finlandia con 570 MW y dos en Dinamarca con 750 MW. Coinciden en su gran mayoría con los pronósticos de conversión que se hacen, por ejemplo, en el último informe sobre biomasa sólida de EurObserv’ER, que también revela que este tipo de centrales "salvaron" el consumo de biomasa en Europa en 2018.
Sin embargo, son mayoría los proyectos que tienen la etiqueta de “probables” (veinte, en los que no hay decisión final sobre la inversión, pero la biomasa aparece como la opción preferida después del carbón y un plan de conversión) y posibles (veintinueve, en los que la biomasa es una de las posibles opciones y los proyectos no están alineados con objetivos de gobierno).
Lo cierto es que el informe de Sandbag (Playing with fire. An assessment of company plans to burn biomass in EU coal power stations) recurre más a artículos de prensa que a informes de las propias empresas propietarias o de los gobiernos de cada país. Es el caso de España, donde entre otros medios recurren a Energías Renovables, en informaciones donde se habla de supuestos: “¿Y si la central de carbón más grande de España pasara a ser de biomasa?”
Las españolas: As Pontes, Aboño, Soto de Ribera y La Pereda
En España se incluyen cuatro centrales como posibles: la de Endesa en As Pontes (A Coruña), la de Aboño y Soto de Ribera de EDP en Asturias y la de Hunosa en La Pereda (Asturias). Entre todas suman unos 4.200 MW, pero en todos los casos, y hasta el momento, la biomasa sigue siendo muy cuestionada como sustituta del carbón. Además, en algunas centrales, como As Pontes, se trabaja en pruebas con lodos de depuradora, no con biomasa forestal.
Además, el propio sector de la biomasa en España no ve claro estos cambios. Hace unos días, Javier Díaz, presidente de la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom), afirmaba en Twitter ante uno de los artículos que abordaban las posibles conversiones de carbón a biomasa que “en España no es recomendable imitar a Drax; la biomasa eléctrica debe de ser distribuida y situarse cerca del recurso”.
Tras el debate creado hace unos años sobre el cuestionamiento de la biomasa por una parte de la ciencia, Eduardo Rojas, decano del Colegio de Ingenieros de Montes, portavoz de la plataforma Juntos por los Bosques y profesor en la Universidad Politécnica de Valencia, afirmó que “el uso de la biomasa como electricidad, sobre todo en grandes instalaciones, es menos defendible que en instalaciones térmicas”.
Drax como paradigma, pero como improbable “clonación”
La central de Drax en Inglaterra (1.600 MW) es el paradigma de las conversiones carbón-biomasa, y Sandbag se fija en ella, en su consumo de millones de toneladas de pélets importados desde Norteamérica e incluso en los millonarios subsidios que ha recibido del Gobierno de su país, para extrapolar las cifras al resto de plantas, sumando muy probables, probables y posibles.
El estudio de Sandbag calcula que “la biomasa quemada en las centrales eléctricas de carbón podría triplicarse frente a los niveles actuales, y se necesitarían 36 millones de toneladas más de pélets de madera y cortar aproximadamente 2.700 kilómetros cuadrados de bosque cada año para satisfacer esta demanda, lo que equivale a la mayor parte del bosque en los Países Bajos”.
En consecuencia, Sandbag pide a los gobiernos que “centren su apoyo a políticas de fuentes de energía renovables que generen ahorros inmediatos de carbono y costos en comparación con los combustibles fósiles, como la eólica y la solar, en lugar de la biomasa, que genera ahorros de carbono cuestionables”.