Todo indica que las previsiones iniciales de los promotores de la red de calor, la empresa pública Navarra de Suelo y Vivienda (Nasuvinsa), y de la constructora, Engie, serían difíciles de cumplir. Como anunciaron en julio de 2019, la primera fase entraría en funcionamiento en 2020. Ahora, con la declaración de “inversión de interés foral” por el Gobierno de Navarra, datan la puesta en marcha para el 1 de diciembre de 2020.
Se dota así de mayor seguridad en los plazos de ejecución al proyecto, porque, como dicen desde el Gobierno foral, “las iniciativas que ostentan esta consideración tienen un impulso preferente y urgente en los distintos trámites que tengan que realizar con todas las administraciones públicas de Navarra”; y concretan que “se reducen a la mitad los plazos ordinarios de trámites previstos para la implantación de la actividad, el planeamiento urbanístico o las licencias de ejecución, aperturas o funcionamiento”.
Y todo gracias a que el ejecutivo de Navarra lo considera un proyecto de “especial relevancia para el desarrollo económico, social o territorial de Navarra”. La red de calor mantiene básicamente las características que ya se dieron a conocer cuando Engie y Nasuvinsa la hicieron pública entre mayo y julio de este año.
Una red que llegará a 4.000 viviendas y ocho edificios públicos
Se desarrollará en dos fases: una primera de construcción de la central y red de calor que entrará en funcionamiento a partir del 1 de diciembre de 2020 y llegará a las cooperativas más próximas (2.200 viviendas) y a edificios dotacionales públicos; y una segunda de ampliación de la potencia de generación de calor, con una caldera más hasta alcanzar una potencia de nueve megavatios.
La segunda fase llevará calefacción y agua caliente sanitaria a otras 1.800 viviendas, con posibilidad de extender el servicio a comunidades de los municipios colindantes de Burlada y Ansoain. En cuanto a los edificios públicos, la red abastecerá a ocho situados en las inmediaciones de la central, seis del Gobierno de Navarra (tres que ofrecen servicios públicos educativos y de formación, dos socio-sanitarios y otro de infraestructuras) y dos municipales.
“Actualmente se abastecen en cuanto a calefacción y agua caliente sanitaria mediante calderas con combustibles fósiles, lo que supone una considerable emisión de gases de efecto invernadero”, explican desde el Gobierno de Navarra en una nota de prensa. “La conexión de estos edificios a la central de calor, dada su cercanía, supone un gran oportunidad para reducir las emisiones”, apostillan.
Entre 6.000 y 13.000 toneladas de biomasa forestal local
“Permitirá alimentar la calefacción con biomasa para sustituir al gas progresivamente”, añaden en la nota. En la actualidad, según el último censo de redes de climatización presentado por la Asociación de Empresas de Redes de Calor y Frío (Adhac), Navarra es la comunidad autónoma que presenta un mayor porcentaje de redes con gas con respecto al total: 28 sobre 40. Por el contrario, solo suma diez con biomasa y una mixta biomasa/gas. La red restante es de gasóleo.
El Gobierno habla también de la centralización de la producción térmica en un solo punto y la supresión de al menos quince puntos de emisión de gases de efecto invernadero en el barrio. Y expone otros dos beneficios asociados: “el ahorro de energía generado por el mejor rendimiento de la nueva instalación al permitir un mayor rendimiento de los equipos con una mejor gestión energética de los consumos producidos en distintos horarios y, sobre todo, la utilización de una fuente de energía renovable de origen local: biomasa forestal”.
El ejecutivo valora el efecto de la red de calor sobre la explotación local de los recursos forestales. “Por una parte, el volumen de biomasa forestal requerido para su funcionamiento, entre 6.000 y 13.000 toneladas al año, va a facilitar la creación de una cadena logística estable; por otra, puede garantizar unos ingresos importantes para las entidades locales, propietarias de los recursos forestales”, afirman.
Más ejemplos “de interés especial” para la biomasa
Como también se explicó hace medio año, la red de calor forma parte de un proyecto de rehabilitación integral y regeneración urbana de dicho barrio, denominado Efidistrict, y financiado por el Programa Operativo del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) 2014-2020 de Navarra. La rehabilitación incluye la mejora y renovación de la envolvente térmica de los edificios y de la eficiencia energética de las instalaciones y redes de calefacción.
Navarra no es la única comunidad autónoma que algún momento ha favorecido con una declaración “de interés especial” un proyecto asociado a la biomasa. Galicia lo hizo con la central eléctrica que construye Greenalia en Curtis-Teixeiro (A Coruña) y Aragón con la fábrica de pélets de Forestalia en Erla (Zaragoza). En Castilla y León otra central eléctrica de esta misma empresa en Cubillos del Sil (León), recibió un aval público de 42 millones de euros.