Es cierto que existen más redes que utilizan biomasa que gas (310 frente a 85) y que este año han vuelta a crecer, pero la potencia que suma el combustible fósil duplica al del combustible renovable. Por ejemplo, la gran mayoría de las instalaciones más grandes, las que generan tanto calor como frío, utilizan principalmente gas. Son solo 36 de las 414 censadas, pero suman 829 megavatios, más de la mitad del total: 1.576.
Esta es una de las circunstancias que hace que el ahorro de emisiones de dióxido de carbono (CO2) haya sido inferior en 2019 al de 2018. El pasado año la reducción de emisiones fue de 305.945 toneladas, y el del presente se ha quedado en 303.493. Es la primera vez que no se incrementa de un año para otro el ahorro de emisiones desde que en 2011 Adhac comenzó a realizar estos censos dentro de un acuerdo de colaboración con el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).
Otra cuestión es la gran diferencia que sigue existiendo entre el censo de Adhac, que presentó este martes en la sede madrileña del IDAE, y el que realiza la Asociación para la Valorización Energética de la Biomasa (Avebiom). El censo de 2018 de esta última contabilizó 375 redes de calor y pronóstico que en 2020 llegarán a 700. Cifras muy alejadas de las 310 redes de calor y frío con biomasa que presenta Adhac.
“La información de las administraciones públicas brilla por su ausencia”
“Avebiom incorpora redes que solo suministran energía térmica a un edificio y en Adhac esas no las incluimos”, explicó Javier Sigüenza, secretario general de dicha asociación. Por otro lado, se quejó de que “la información de las administraciones públicas brilla por su ausencia, incluidas comunidades autónomas que hasta nos dicen por escrito que no tienen ninguna red, cuando sabemos que todas cuentan con alguna”.
Tras poner en positivo la información que sí reciben de comunidades autónomas como Cataluña, Navarra y el País Vasco, Sigüenza incidió en que, además de las administraciones, “también hay opacidad por parte de los explotadores de las redes, negativas explícitas de informar por parte de algunas empresas e información muy escasa de otras asociaciones del sector”.
El secretario general de Adhac afirma no obstante que “hay optimismo de cara al futuro porque cada año tenemos más respuestas que nos permiten actualizar los registros”. Habló por ejemplo de los importantes incrementos de las redes con biomasa en Navarra, Castilla y León y Galicia, “donde hay mucha biomasa o la tienen muy cerca”.
Navarra y Madrid, a todo gas
Sin embargo, Navarra es la comunidad autónoma que presenta un mayor porcentaje de redes con gas con respecto al total: 28 sobre 40. Otra es Madrid, que con 17 de 34 es una de las comunidades donde este combustible fósil hace más sombra a la biomasa, en especial debido a que el Ayuntamiento de Madrid la dejó prácticamente fuera de su Plan de Calidad del Aire y Cambio Climático, más conocido como Plan A. De las quince existentes en la capital solo dos son de biomasa y el resto de gas.
No obstante, un año más, la comunidad autónoma que comanda en número (134 redes) y potencia (490 MW) es Cataluña. Del peso específico que tiene el gas vuelven a hablar las cifras de Madrid, que siendo la quinta en número de redes (34) es la segunda en potencia (400 MW), superando a comunidades como Castilla y León, que con 62 es segunda, pero con instalaciones más pequeñas de biomasa.
Otros datos del censo de Adhac muestran que existen 740 kilometros de redes que llegan a 5.340 edificios; que los clientes principales corresponden al sector terciario y que más de la mitad de las redes, el 53 por ciento, son de titularidad pública. Sin embargo, aquí también, cuando se mide por potencia, vuelve a ver un vuelco, en este caso hacia las instalaciones privadas (35 por ciento) y mixtas público-privadas (33 por ciento).
Demanda de más renovables térmicas en las ciudades
Tanto el actual director general del IDAE, Joan Groizard, como su antecesor, Joan Herrera, intervinieron en el mismo acto para hablar de la gran importancia que suponen las redes de climatización para que las renovables penetren en el ámbito urbano y para que formen parte de comunidades energéticas locales y democraticen aún más la producción y consumo de energía.
Aunque ambos se refirieron al Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) como un documento que impulsa el uso de las renovables para generar energía térmica, ciudades incluidas, el sector de la biomasa ya expuso sus críticas al mismo. La Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España (COSE) afirmó con respecto al PNIEC que “ni la biomasa ni los bosques como sumideros de CO2 ocupan el lugar que se merecen ni tienen reconocimiento como fuente de bioenergía”.
Precisamente, entre el público asistente a la presentación del censo surgió la pregunta de si, como demanda el sector, se va a llevar a cabo alguna rebaja de la presión fiscal que reciben biocombustibles sólidos, calderas y otros tipo de instalaciones con biomasa, para así facilitar esa penetración de las renovables en el apartado térmico.
Para entonces Groizard ya se había ido y Herrera, ya sin ningún cargo en el IDAE, rehusó contestar; aunque el primero adelantó durante la inauguración de la última edición de la feria Expobiomasa que “vamos a evaluar la implantación de nuevas medidas fiscales”.