Nos hubiera gustado contar con una mayor participación del sector en la valoración de los objetivos bioenergéticos del PNIEC, pero algunas de sus principales asociaciones ni han respondido a los requerimientos de este medio ni han publicado notas de prensa al respecto. Sí lo han hecho la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España (COSE), en el caso de la biomasa, la Asociación Española de Biogás (Aebig) y la sección de Biocarburantes de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA), lo que nos permite calibrar algunas reacciones al respecto que, en general, son negativas con lo expuesto en el plan del Gobierno.
COSE lanzó sus críticas al PNIEC durante la jornada Progresos de la Biomasa en España, organizada el jueves, 28 de febrero, por Unión por la Biomasa durante la feria Genera. En el punto de mira estaba el nuevo marco estratégico sobre energía elaborado por el Ministerio para la Transición Ecológica, y que incluye al PNIEC, el anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética y la Estrategia de Transición Justa. Para COSE, en dicho marco legislativo “ni la biomasa ni los bosques como sumideros de CO2 ocupan el lugar que se merecen ni tienen reconocimiento como fuente de bioenergía”.
Pero, aunque es cierto que el PNIEC se muestra algo ambiguo con respecto al fomento de la biomasa térmica, no son los biocombustibles sólidos los peor parados. Es más concreto y directo con respecto a los objetivos de potencia instalada eléctrica que, como con el resto de tecnologías, varían según sea el escenario tendencial y objetivo que expone el plan. En el primero se pasa de los 677 megavatios registrados en 2015 a los 877 de 2030, que son los mismos que se conseguirían en 2020. Sin embargo, en el escenario objetivo hay una evolución constante entre 2015 (677 MW), 2020 (877) y 2025 (1.077), hasta llegar a los 1.677 MW en 2030.
Pero es cierto que hay poca cosa más, al menos tan explícita, en cuanto a la biomasa eléctrica, aunque se cite que hay que tener especial atención con ella, como con otras energías renovables gestionables (solar termoeléctrica con almacenamiento térmico y otras opciones de almacenamiento) para “contribuir a la flexibilidad y optimización del sistema energético en su conjunto”.
Falta más biomasa térmica
Entre las medidas específicas, hay una (la 1.10), denominada Programas específicos para el aprovechamiento de la biomasa. En ella, como mecanismos de actuación, se citan el desarrollo normativo en toda la cadena de valor de la biomasa, una estrategia para el aprovechamiento energético de las podas del sector agrario y medidas de apoyo económico ligadas a las plantas de logística. Otros mecanismos de actuación relevantes son la “adaptación de las obligaciones ligadas a la calidad del aire para las instalaciones de biomasa nuevas y existentes” y “el fomento de la certificación y principio de proximidad de origen en el aprovechamiento de la biomasa”.
Todas estas actuaciones también conciernen a la biomasa térmica que, insistimos, tiene menos recorrido en el PNIEC que la eléctrica. Entre otras apariciones, en la medida 1.5 (Marco para el desarrollo de las energías renovables térmicas) se habla de la “renovación de equipos de biomasa por otros de altas prestaciones”.
Por su lado, COSE propone una serie de medidas para corregir, entre otras cosas, que “España sea el tercer país de la Unión Europea en superficie forestal y el octavo en aprovechamiento de la madera”. Como punto de partida, consideran que “tiene que tener el mismo apoyo legislativo que otras energías renovables”. “No se puede discriminar a la biomasa”, apuntan, sobre todo cuando “el apoyo tanto de las administraciones como del ejecutivo al desarrollo de la biomasa forestal está muy por debajo de las expectativas”.
Ni siquiera con una medida del PNI (la 1.17), dedicada íntegramente a los sumideros forestales de CO2, se satisfacen las exigencias del sector. Aparte de las medidas legislativas que demandan los selvicultores, hay otras ocho más que consideran esenciales, como el dar facilidades en el acceso a los montes; plantear la biomasa como un modelo de gestión forestal (no es un residuo, sino un recurso, en ciertos montes el principal); convergencia de políticas (ambiental, forestal y energética) con los mismos objetivos y financiación asegurada; y líneas de ayuda a la comercialización de biomasa con fines energéticos.
El biogás, en el olvido
Pero si hay dos sectores especialmente soliviantados, esos son los del biogás y los biocarburantes. Entre los primeros, Aebig, y muy especialmente su miembro de honor Jorge Tinas, que fue presidente de la Asociación de Empresas para el Desimpacto Ambiental de los Purines, cuestionan de arriba abajo las medidas y objetivos planteados en el PNIEC para el biogás. “Es la máxima demostración del olvido de la aportación del biogás”, manifiesta Tinas, cuando repasa los objetivos de potencia reflejados en el PNI. “Se evidencia que en 2015 (223 MW) –prosigue– ya era inferior a la que en 2016 (276 MW) aportaba la Asociación Europea de Biogás en su informe anual estadístico; y ahora para 2020 se establece una potencia de 235 MW, con crecimiento cero hasta el final del periodo”.
Desde Aebig advierten que, “si como dice el PNI, el Plan de Energías Renovables 2011-2020 está en vigor y para cumplir con lo que se entregó a Europa (Plan de Acción Nacional de Energías Renovables, Paner) se van a establecer subastas de renovables, en el mismo se establece el objetivo justificado por el Instituto Español para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) de 400 MW en 2020”.
En esto del olvido llueve sobre mojado para el sector, ya que en otros documentos de futuro sobre el papel de las energías renovables, el biogás queda relegado u olvidado. Ocurrió hace ahora un año con el de la Fundación Renovables y con el del Comité de Expertos de Transición Energética. Y a todo esto el propio PNI reconoce su escaso desarrollo, afirmando que “las medidas aplicadas hasta la fecha para la retribución a la generación eléctrica de las plantas de biogás no han tenido los resultados esperados, estando el aprovechamiento del biogás en España muy por debajo del potencial existente y muy alejado del obtenido en otros países de la Unión Europea”.
“Sí, se reconoce, pero sin hacer el menor análisis de las causas y presentar propuestas de solución”, responde Tinas. En el mismo apartado donde se expresa el parón del biogás (la medida 1.7. Promoción de gases renovables) se exponen mecanismos de actuación orientados principalmente al desarrollo del biometano. “Es el único punto del plan en el que se menciona la posible participación del biogás”, comenta el representante de Aebig.
¿Volver a empezar?
Pero en dichos mecanismos de actuación, en los que el PNIEC habla en genérico de gases renovables (biometano, hidrógeno, gas de síntesis…), se habla de futuribles planes de impulso y de volver casi al punto de partida: a estudiar potenciales, a definir estrategias para determinar los usos más eficientes y al diseño de un sistema de certificación y regulaciones que permitan la inyección de dichos gases renovables en la red de gas natural.
“Con propuestas tan inconcretas y sin establecer ningún objetivo, parece que las pretensiones de la Asociación Española del Gas (Sedigas) de construir entre 490 y 890 plantas son irreales”, asegura Jorge Tinas. Pero lo que sorprende e indigna aún más al sector es la exclusión del biogás en las medidas para la descarbonización de los sectores difusos. Ni una palabra en la medida 1.14: Reducción de emisiones de GEI en los sectores agrícola y ganadero.
“Se ignora directamente la biodigestión, siendo la única tecnología cuyo empleo disminuye directamente las emisiones de CO2 equivalentes (metano) de los residuos agroindustriales, vertederos y depuradoras de aguas residuales”, afirma Francisco Repullo, presidente de Aebig, quien también se sorprende de que “el PNIEC ponga escenarios de disminución de emisiones a partir de la ganadería”.
Repullo recuerda que “entre los documentos citados en el PNIEC aparece la hoja de ruta de los sectores difusos hasta 2020 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en donde se aportan datos del repunte de emisiones de la agricultura y la ganadería y se dice textualmente que el aumento se debe al crecimiento de la cabaña ganadera en España, que es la mayor de Europa con más de treinta millones de cabezas”. Jorge Tinas recuerda que “el potencial de biodigestión para abordar el problema de los purines y contribuir a la mejora ambiental fue reconocido en el Paner, en el excelente documento “El biogás agroindustrial en España”, elaborado en su día por el Ministerio de Medio Ambiente, y en el Plan de Biodigestión de Purines que nunca se llevó a la práctica”.
El plan cuenta con amplias y variadas alegaciones procedentes del sector del biogás. Tinas afirma que “deben tomarse en consideración ante las múltiples evidencias de las ventajas de desarrollar el biogás en un escenario transversal como el del PNI, con vertientes no exclusivamente energéticas, como son el impacto económico, el empleo y la salud, que se citan como de especial relevancia”.
Objetivo general de renovables en el transporte positivo, pero...
Y si hay numerosas y variadas alegaciones en torno al biogás, no menos aparecen con los biocarburantes. Desde APPA Biocarburantes consideran que “aunque el objetivo de energías renovables en el transporte propuesto para 2030 (22,2%) nos parece positivo (esta asociación demandaba incluso un objetivo menor, un 17%), ya que más que dobla el objetivo fijado para 2020 (10%), la aportación que prevé para los biocarburantes en 2030 implicaría una importante disminución tanto en términos relativos como absolutos con respecto a las cifras estimadas para 2020”.
Como reconoce el propio PNIEC, el avance de las renovables en el periodo 2021-2030 es muy relevante en “casi todos los sectores económicos”. Y ese “casi” se refiere en exclusiva a los biocarburantes en el transporte, único sector en el que baja la aportación, al pasar de 2.283 kilotoneladas equivalentes de petróleo (ktep) en 2020 a 1.568 ktep en 2030.
“Los biocarburantes serían así la única tecnología renovable que disminuiría su aportación entre 2020 y 2030, una propuesta que nos parece totalmente inaceptable cuando el propio PNIEC reconoce que 26 millones de vehículos de carretera (el 84% del parque) seguirán funcionando con motores de combustión en 2030”, afirma Manuel Bustos, director de APPA Biocarburantes.
Biocarburantes: del 6,42% al 5,73%
En cuanto al porcentaje de biocarburantes sobre el consumo final de energía en el transporte, se pasaría de un 6,42% en 2020, a un 5,73 en 2030. Aquí sí, está muy alejado de lo solicitado en principio por el sector, que demanda “una senda creciente de obligaciones anuales a partir del 8,5% ya fijado para 2020, que debería complementarse con objetivos específicos y separados en gasolinas y gasóleos”. Además, a pesar de que reconoce que “el cumplimiento de los objetivos de consumo de biocarburantes avanzados (ver recuadro) requiere un impulso específico de su producción, que todavía es muy reducida”, solo les otorga un 1,80% para 2030.
Dicho porcentaje se antoja aún más reducido porque en él se incluye el biometano y el único biodiésel producido con materias primas residuales, el procedente de aceites de cocina usados y grasas animales. Sumado a este 1,80 el 3,93% previsto para los biocarburantes de cultivos en el transporte para 2030, el porcentaje se queda en el citado 5,73.
En general, para el PNIEC “la descarbonización del transporte se logrará mediante la reducción del consumo (por ejemplo, fomentando el cambio modal) y con la contribución de distintas tecnologías (principalmente los biocarburantes y la electricidad renovable)”. Los bajos porcentajes otorgados a los biocarburantes hacen que se plantee una “introducción acelerada del vehículo eléctrico”, que espera llegue a los cinco millones de unidades en 2030.
Sin embargo, en el plan se reconoce que “los biocarburantes constituyen la tecnología renovable en el transporte más ampliamente disponible y utilizada en la actualidad”, y que para “determinados sectores como el de los vehículos pesados (cuyo consumo es una parte relevante del total correspondiente al transporte por carretera) y el de la aviación, seguirán siendo durante los próximos años el único medio de reducir la utilización de carburantes de origen fósil”.
Cuadro 1
Mecanismos para impulsar los biocarburantes avanzados
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima dedica una de sus medidas (1.6) a los biocarburantes avanzados, consciente de su escaso nivel de desarrollo, y establece una serie de mecanismos de actuación para impulsarlos. Entre ellos está el establecimiento de una obligación específica de venta o consumo para el periodo 2021-2030, que queda para este último año en el 0,11% para otros que no sean los procedentes de aceites de cocina usados y grasas animales y un 1,69% para estos últimos.
A APPA Biocarburantes, en general, las medidas de fomento de la producción y uso de biocarburantes avanzados les parecen adecuadas, pero les “resulta chocante que prevea que la aportación de los mismos para 2030 será tan sólo del 0,11% del consumo final de energía en el transporte, cuando la Directiva obliga a los Estados a establecer un objetivo del 3% para ese año”.
Por otro lado, para Manuel Bustos, director de APPA Biocarburantes, el plan “tampoco apuesta de manera suficiente por los biocarburantes fabricados a partir aceite de cocina usado y grasas animales, ya que limita su contribución para 2030 al 1,69% sin plantearse la posibilidad de solicitar a la Comisión Europea la superación del límite por defecto previsto en la Directiva (1,7%)”.
El resto de mecanismos para fomentar estos biocarburantes se centra en la adaptación del sistema de certificación para recogerlos de forma específica, en particular el biometano; un programa de ayudas para instalaciones que los produzcan; promoción del consumo de mezclas etiquetadas de biocarburantes en estaciones de servicio y la aplicación de tipos reducidos en el impuesto especial de hidrocarburos; y establecimiento de objetivos específicos de consumo de biocarburantes en aviación.
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