“En la noche del martes 18 de diciembre, como parte de la segunda lectura del proyecto de ley presupuestaria para 2019, la Asamblea Nacional adoptó la subenmienda número 1431, firmada por Elisabeth Toutut-Picard, que especifica que los productos de aceite de palma no se consideran biocarburantes”.
Así explica Anne-Laure Maurèze, miembro del equipo parlamentario de la diputada Toutut-Picard de La República en Marcha, partido en el Gobierno en Francia, el proceso de aprobación de una sub-enmienda que “excluye al aceite de palma de la reducción de la tasa de gravamen del impuesto general sobre las actividades contaminantes prevista para los biocombustibles”. La exclusión se hará efectiva 1 de enero de 2020.
Francia se une así al Reino Unido, que en 2016 lo excluyó de las Obligaciones sobre Renovables en el Transporte (UK’s Renewable Transport Fuel Obligation), y a Noruega, cuyo parlamento también aprobó recientemente una medida similar a la francesa que ha provocado una oleada de críticas y cartas desde el Gobierno de Malasia, principal productor de palma.
En el país galo el biodiésel de aceite de palma no contará para el cumplimiento de los nuevos objetivos de biocarburantes en el transporte para 2020 que se fijaron durante la misma aprobación de los presupuestos. En concreto será del 8,2 por ciento para dicho año a partir del 7,5 por ciento establecido para 2018 y el 7,9 que se fija para 2019.
Francia produce biodiésel con colza
La industria francesa de los biocarburantes y del biodiésel en particular no ha mostrado una oposición notoria a esta decisión. Global Bioenergies, centrada en los de segunda generación, ha recibido con satisfacción los nuevos objetivos porque los considera acordes con la hoja de ruta de Francia de llegar a 2030 con un 15 por ciento de renovables en el transporte y afirma que “el sector podrá continuar creando fábricas y empleos en las áreas rurales mientras se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero del sector del transporte”.
Al contrario que ocurre en España, donde existe una total dependencia del aceite de palma para producir biodiésel, Francia lo fabrica principalmente con colza cultivada en su territorio. En noviembre de 2018 la agencia Reuters informaba que el principal productor de biodiésel del país, Avril, tenía ya disponible un biodiésel cien por cien puro, sin mezcla con gasóleo, a partir de colza exclusivamente francesa.
En la misma noticia de Reuters se añadía que, al igual que ocurre con las importaciones de biodiésel a precios bajos desde Argentina e Indonesia “el aceite de palma importado también barato desafía al aceite de colza como materia prima para producir biodiésel”.
“Un importante mensaje para Europa”
El texto aprobado por la Asamblea Nacional es contundente también con el aceite de palma, a pesar de que en el Senado se intentó suavizar la sub-enmienda. Precisamente en el Senado se alegó que debería tenerse en cuenta la certificación de su sostenibilidad, pero la Asamblea Nacional hizo valer informes como el del Tribunal de Cuentas Europeo, que concluía que el sistema para certificar que un biocarburante es sostenible no ofrecía suficientes garantías.
Como en el texto de la sub-enmienda, Anne-Laure Maurèze habla también de los impactos ambientales y sociales asociados a la extensión de las plantaciones de palma y añade que “la adopción de esta disposición también envía un importante mensaje a Europa de cara a unas semanas próximas decisivas”.
Maurèze se refiere a que, dentro de la nueva directiva de renovables, la Comisión Europea (CE) se ha dado de plazo hasta el 1 de febrero de 2019 para tomar una decisión definitiva sobre si limita a los niveles de ese mismo año el consumo de determinados biocarburantes procedentes de cultivos, en especial los de aceite de palma y de soja, y los elimina a partir de 2030 como renovables.