El año 2024 ha traído, de nuevo, desafíos y transformaciones en nuestro camino para lograr una mayor sostenibilidad energética y cumplir con los objetivos climáticos de la Unión Europea. Ahora más que nunca, cualquier decisión que tomen gobiernos, empresas o ciudadanos debe asegurar que va en esta dirección, en tanto que las hojas del calendario siguen pasando, acercándonos al horizonte 2030. El Pacto Verde Europeo y el plan RepowerEU, que conforman la principal hoja de ruta diseñada para disminuir nuestra dependencia de los combustibles fósiles y fomentar las energías renovables, son necesarios, pero al mismo tiempo suponen un esfuerzo de adaptación para sectores estratégicos de la economía y para la sociedad en general. En este contexto, la bioenergía se reafirma como una solución de primera magnitud para avanzar en la transición energética y la descarbonización en diferentes ámbitos, desde el industrial a la calefacción urbana, la movilidad y el transporte marítimo y la aviación. Sin olvidar que ella misma, la bioenergía, es una industria en gran medida europea y un motor de innovación, desarrollo rural y competitividad en la UE.
La inflación energética, derivada de la volatilidad en los precios internacionales del gas y el petróleo, sigue causando impactos evidentes en los costes de producción de nuestras industrias y en las facturas de los hogares: en noviembre, el precio del gas en Europa alcanzó aproximadamente 50 euros por megavatio hora (MWh), duplicando su valor respecto a principios de año y elevando el precio de la electricidad hasta cerca de los 140 euros por MWh, niveles no vistos desde principios de 2023. Además, según datos de Eurostat, el 13,6% de los hogares españoles tiene problemas pagar sus facturas energéticas, por encima de la media europea.
La actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), en septiembre de 2024, eleva los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero al 32% para 2030, frente al 23% previamente establecido e incrementa la meta de consumo final de energía renovable al 48%, con un 81% de generación eléctrica proveniente de fuentes renovables. Un paso importante, que denota el compromiso con los inaplazables objetivos; sin embargo, la electrificación no parece capaz de cubrir por completo las necesidades de descarbonización de sectores como la industria pesada, el transporte o la calefacción. La biomasa y los gases renovables, con su flexibilidad para adaptarse a múltiples procesos, están más que capacitados para complementar un sistema energético robusto, eficiente y diversificado, transformar la industria y acelerar la transición energética del país.
En 2024, el PERTE de descarbonización industrial ha anunciado que respalda varios proyectos que apuestan por la biomasa para reducir las emisiones en sectores con altos consumos energéticos. Iniciativas que van a transformar procesos industriales como la fabricación de papel, de cemento o de cerveza, sustituyendo combustibles fósiles como el gas natural por biomasa, y que envían un mensaje claro a otras empresas: es posible mantener la competitividad mientras se avanza hacia un modelo energético más limpio y resiliente.
La calefacción con biomasa
Una buena noticia es la prohibición de subvencionar la instalación de calderas de combustibles fósiles, incluido el gas natural, a partir de 2025, recogida en la Directiva europea de Eficiencia Energética en Edificios. Una medida que podría impulsar la adopción de sistemas de calefacción con biomasa, sobre todo si finalmente no se procede a unificar estos equipos con las bombas de calor en el etiquetado ecológico.
El mercado nacional de pellets, con una producción anual cercana a las 635.000 toneladas, de las cuales el 88% cuenta con la certificación de calidad ENplus®, ha resistido las disrupciones internacionales y permanece como una de las opciones más asequibles y sostenibles para la calefacción doméstica en España. No cabe duda de que la implementación de un IVA reducido del 10% para los biocombustibles sólidos aliviaría la carga económica de los consumidores, y facilitaría la transición de calefacciones basadas en combustibles fósiles hacia soluciones más ecológicas.
En cuanto a las redes de calor y frío con biomasa, según los últimos datos de nuestro observatorio para 2023, ascienden a 523 instalaciones con una potencia total de 491,54 MW y más de 820.000 MWh de energía térmica entregada a los consumidores. La biomasa es la fuente de energía líder en esta eficiente modalidad de calefacción y, aunque en 2024 se han inaugurado o se están construyendo nuevas y destacadas instalaciones, creo que deberíamos hacer un esfuerzo público-privado mayor para alcanzar el grado de implantación que tiene en países de nuestro entorno.
Los gases renovables van a revolucionar el sistema energético
En su última edición, en octubre de este año, el Salón del Gas Renovable y el Congreso Internacional de Bioenergía han puesto de relieve que existe un sólido portfolio de proyectos en distintas fases de desarrollo que, cuando entren en operación, pueden animar definitivamente al despliegue de todo el potencial y que nos convirtamos en pocos años en un referente en producción y exportación de biogás y biometano. También ha quedado patente que el sector es consciente de la importancia de construir una relación de confianza con las comunidades locales, demostrando de forma veraz los beneficios económicos y ambientales de las plantas. Estoy seguro de que solo a través del desarrollo equilibrado y sostenible de los gases renovables, España podrá alcanzar sus objetivos climáticos y energéticos.
Expobiomasa 2025: el escaparate de la biomasa del futuro
El año próximo, nuestra feria profesional Expobiomasa volverá a presentar las soluciones más innovadoras para calefacción doméstica, con una destacada presencia de estufas y calderas de última generación, y las tecnologías más avanzadas para la generación de energía a nivel industrial con biomasa. Además, dedicaremos por primera vez un amplio espacio a tecnologías emergentes como el biochar y los sistemas de captura y almacenamiento de carbono ligados a la bioenergía (BECCS), que cada vez más son considerados clave para la eliminación neta de carbono de la atmósfera, y a los biocombustibles líquidos avanzados y sus aplicaciones en sectores difíciles de electrificar, como la aviación o el transporte marítimo. En definitiva, la bioenergía está en una perfecta disposición para contribuir a la descarbonización efectiva de nuestra economía a 2030 con toda su provisión de soluciones sostenibles. Y, desde luego, aceptamos el reto de lograrlo.
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• Este artículo de opinión está incluido en el Anuario 2024 de Energías Renovables en papel, que puedes descargar gratis en formato PDF aquí
