La bioenergía es la tecnología que más aporta al mix energético renovable en Europa, con el 56,8%. En España, el 82% del calor renovable y el 5% de la electricidad renovable se obtienen de la valorización de la biomasa; esto quiere decir que el 14% de las necesidades térmicas del país y algo menos del 2% del consumo eléctrico se cubren con bioenergía. Tendencia que se repite año tras año, pero que podría, y debería, mejorar sustancialmente en el horizonte 2030 y más allá aprovechando la entrada en escena del biometano y otros gases renovables. La biomasa sólida y los gases renovables están descarbonizando ya cientos de miles de kilowatios térmicos y eléctricos en España, pero pueden aportar mucho más.
Me gustaría destacar en primer lugar el papel de las redes de calor con biomasa, la solución renovable más competitiva en coste y en ahorro de emisiones para calefacción urbana, capaz de sustituir a los combustibles fósiles a gran escala y sin ocasionar grandes molestias a los ciudadanos. Según el último censo realizado por la asociación, nos acercamos a las 500 redes y a los 465 MW instalados. La biomasa sólida se mantiene como la tecnología preferida, siendo utilizada por el 60% de todas las redes de calor que funcionan en España.
Pero podemos aumentar el número y potencia gracias al enorme potencial de recurso biomásico del que disponemos y a la posibilidad que ya están explorando e implantando algunos promotores de hibridar la biomasa con otras tecnologías renovables y con la inyección de calor residual industrial para aumentar la eficiencia y reducir el consumo de energía primaria en las redes existentes y de nueva construcción. Sin perder de vista que algunas redes de calor que utilizan gas natural de origen fósil e importado podrían utilizar a medio y largo plazo biometano, renovable y nacional. Coincido con las empresas y profesionales que desarrollan estas infraestructuras en que su despliegue a gran escala y a mayor velocidad que la actual requiere de un marco normativo específico, que se consideren infraestructuras de utilidad pública de interés general y más información a los ciudadanos sobre las ventajas económicas y ambientales que ofrecen.
En el ámbito de la calefacción doméstica individual, el aumento de la inflación en toda Europa ha conllevado una reducción de las ventas de estufas de pellet desde mediados de 2022, pero los fabricantes siguen invirtiendo en aumentar la eficiencia y recortar las emisiones de sus equipos de biomasa, que ya están en valores excelentes, mejorando incluso los exigidos por la normativa Ecodiseño, y en los próximos años veremos innovaciones en este sentido en estufas y calderas de pellets y otros biocombustibles sólidos y más hibridación de biomasa térmica doméstica con otras tecnologías renovables como la solar térmica, la cogeneración a pequeña escala o la aerotermia, por ejemplo. La solidez del sector se constató en mayo en Expobiomasa, donde más de 460 firmas mostraron su oferta de tecnología e innovación para la valorización energética de la biomasa a cerca de 10.000 visitantes profesionales.
El biometano ya es una opción real para generar energía renovable en España
Hasta hoy, referirse a bioenergía en España prácticamente equivalía a hablar de biomasa sólida, pero 2023 ha sido el año del despegue real y definitivo de los gases renovables, con el biometano como principal apuesta. Este gas renovable está llamado a sustituir una parte del gas natural que circula por las redes gasistas en los próximos años. De hecho, al finalizar la tercera edición del Salón del Gas Renovable, que organizamos en octubre con el apoyo de Aebig como partner técnico, pudimos conocer que alrededor de 200 proyectos de biometano se encuentran en diferentes estados de desarrollo. Estas nuevas instalaciones se irán uniendo a las once plantas que en la actualidad operan en España y pronto serán solo las primeras de las miles que es necesario construir en el país.
Y es que para que la Unión Europea sea capaz de producir 35 bcm de biometano en 2030, debemos acelerar la construcción de plantas en los próximos años, puesto que somos el tercer país en potencial de generación. Potencial que, en un 80%, está ligado a los residuos y subproductos agroganaderos, cuya movilización requiere mejorar la logística y, sobre todo, implicar a agricultores y ganaderos en la nueva actividad.
La bioenergía es sostenible y una valiosa herramienta contra los incendios forestales
El uso energético de la biomasa deberá seguir demostrando su sostenibilidad conforme a criterios cada vez más estrictos como establece la nueva directiva de renovables RED III y otras propuestas legislativas que se están desarrollando en la UE. Desde luego, creo que no hay sector que vigile más la protección del recurso forestal que el nuestro, pues su preservación es la garantía de la continuidad de nuestra actividad. Como ejemplo, España es uno de los países junto a Alemania y Polonia donde las empresas de la cadena de valor de la bioenergía más están demostrando que su actividad se desarrolla de forma sostenible gracias al sistema voluntario de certificación SURE. Y no olvidemos que la bioenergía sostenible es, sin lugar a dudas, una útil herramienta para reducir el riesgo y los efectos de los grandes incendios forestales en la Europa mediterránea al ser capaz de rentabilizar la reducción de carga de combustible fino en los bosques y alrededor de los pueblos y ciudades de los países mediterráneos.
En resumen, en 2024 seguiremos trabajando para facilitar que la bioenergía y los gases renovables aporten soluciones innovadoras y continúen ampliando su cuota frente a las energías fósiles. Somos un pilar fundamental para lograr los objetivos asumidos por España en materia energética para los próximos años.