Algunas medidas, como la rebaja general del IVA al gas natural en aplicación desde el mes de octubre, se encuentran ahora en entredicho por la propia comisión, al considerar que desincentiva el ahorro energético. En estos momentos se está planteando que las ayudas energéticas se destinen a las familias más vulnerables fijando un precio mínimo de la electricidad y del gas para estos hogares hasta un nivel de consumo concreto, que no debe ser muy alto “para incentivar el ahorro de energía”, y a partir del cual no existiría bonificación.
Desde luego, es preciso tomar todas las medidas coyunturales que sea necesario para paliar las situaciones actuales de pobreza energética de estos hogares, pero desde el sector de la bioenergía podemos aportar soluciones definitivas y a corto plazo para que las familias no pasen frío. Es el momento de instaurar un IVA reducido a los biocombustibles sólidos. Estoy de acuerdo con que la bonificación indiscriminada del gas puede conllevar una falsa sensación de rebaja del coste de la energía en algunos consumidores y, por ello, una falta de ahorro energético, que es el objetivo último de la medida. En contraste, creo que una rebaja definitiva del IVA a los biocombustibles sólidos - pellets, leña y briquetas y otros como hueso de aceituna, astillas y cáscaras de frutos secos- motivaría que los ciudadanos y empresas cambiaran sus sistemas de generación térmica basados en combustibles fósiles de importación a otros que utilizan combustibles renovables, sostenibles y, muy importante, de origen nacional.
La rebaja temporal del IVA del 21% al 5% ha sido, sin duda, una buena noticia para los consumidores de biocombustibles y para el sector empresarial, aunque haya ocurrido para evitar un agravio comparativo con el gas fósil. Creo que es un buen momento para convertir esta rebaja en definitiva y aprovechar los beneficios social, económico y medioambiental que tiene para todos los españoles, sean o no consumidores directos de biomasa. También sería muy interesante introducir deducciones fiscales y rebajas de impuestos municipales como el IBI y otros a aquellos ciudadanos que deciden cambiar de sistema. Avebiom ha solicitado en reiteradas ocasiones la rebaja del IVA y otros impuestos en los últimos 15 años; la última vez en septiembre, junto con otras asociaciones empresariales como Apropellets, Asemfo, el Clúster de la Bioenergía de Cataluña y el Clúster de la Biomasa de Galicia.
Cómo impulsar las instalaciones de biomasa para usos térmicos
Una reducción de la carga fiscal sobre los biocombustibles y las instalaciones y los programas de ayudas vigentes para las instalaciones son importantes acicates para implantar la bioenergía como solución térmica hasta su máximo potencial. Pero no cabe duda de que el aumento de los precios de los combustibles fósiles es la razón fundamental del incremento de las ventas de estufas y calderas de biomasa observado desde principios de año en el sector doméstico: un 40% más en 2021 y estimamos que durante 2022 el número de nuevas instalaciones ha seguido creciendo al menos al mismo ritmo.
Al cierre de este año el parque de equipos de biomasa para usos térmicos en España habrá aumentado en otras 70.000 – 80.000 unidades y podría acercarse a las 600.000 unidades operativas para generar energía térmica en la industria y calefacción y agua caliente en grandes edificios como hospitales, hoteles, universidades, oficinas, comunidades de vecinos, y en viviendas unifamiliares. La bioenergía aportó en 2021 el 9% de toda la energía que consumimos; si tenemos en cuenta que el 40% de la energía que se consume en España se destina a usos térmicos, el medio millón largo de calderas y estufas de biomasa instaladas representa un porcentaje aún pequeño, aunque nada despreciable, del potencial que tiene el sector para sustituir a los combustibles fósiles.
Por otra parte, las redes de calor con biomasa, un ejemplo de libro de comunidad ciudadana de energía, siguen aumentando, aunque es necesario un mayor compromiso de las administraciones en todos sus niveles, desde ayuntamientos al Estado, para que se construyan nuevas redes. Estas eficientes instalaciones aportan enormes beneficios a la sociedad, desde la reducción de la pobreza energética de sus usuarios directos a la creación de empleo en zonas rurales o la valorización de subproductos agrícolas y forestales, que evitan quemas al aire libre o incendios incontrolados. Al menos existen ya 470 redes operativas, a las que hay que añadir ampliaciones de algunas de las redes de mayor tamaño y la próxima puesta en marcha de nuevas instalaciones antes de finalizar el año y a lo largo de 2023.
Los biocombustibles sólidos siguen siendo más económicos que cualquier otra fuente de energía
Quiero concluir destacando que, a pesar de la significativa subida de su precio, el coste energético (€/kWh) del pellet se ha mantenido siempre inferior al de cualquier combustible fósil o la electricidad y que ya estamos viendo un cambio de tendencia a la baja en los precios del pellet y también de la astilla en Europa, que pronto se dejará notar también en España. El papel de la bioenergía en la transición y la seguridad energética de nuestro país es fundamental. Esperemos que esta crisis al menos sirva para ponerlo de relieve de manera definitiva.