El grupo A.P. Moller-Maersk ha saltado en unos meses de usar un biocarburante con aceites de cocina usados como alternativa con menos emisiones en sus grandes cargueros, a plantearse el futuro con otras alternativas. Eso es lo que se desprende de su última nota de prensa, en la que entiende dicho futuro descarbonizado con alcohol (etanol y metanol), biometano y amoníaco en sus buques.
Desde la multinacional naviera explican que “estas tres rutas de combustibles tienen proyecciones de costos relativamente similares pero diferentes desafíos y oportunidades”. Søren Toft, director de operaciones de Maersk, añade que “es muy temprano para descartar algo por completo, pero estamos seguros de que son las correctas para comenzar”.
Tras dicho proyecto piloto con aceites usados, destacaron que “los biocombustibles de segunda generación sostenibles son solo una posible solución para la descarbonización del transporte marítimo. Se necesitan avances a más largo plazo en combustible y desarrollo técnico (incluida la electricidad) y la inversión en cadenas de suministro comerciales para lograr reducciones significativas de emisiones”.
De hecho, siguen dejando una puerta abierta a otras alternativas, por lo que es posible que vuelvan los aceites usados. “Emplearemos el ochenta por ciento de nuestro enfoque hacia emisiones netas cero en esta tres hipótesis de trabajo, y mantendremos el veinte por ciento restante para ver otras opciones ", apostilla Toft.
El biometano mejor posicionado que el etanol y el metanol
En el apartado de los alcoholes citan expresamente al etanol y el metanol, “con varias posibles vías de producción directamente a partir de biomasa y/o mediante hidrógeno renovable combinado con carbono de biomasa o captura de carbono”. “El etanol y el metanol se pueden mezclar completamente en los tanques de combustible del buque, facilitando los repostajes”, aseguran.
Asumen que “la transición de la industria hacia soluciones basadas en alcohol aún no se ha definido”, todo lo contrario con el biometano. En este caso afirman que “se trataría de una transición suave dada la tecnología e infraestructura existentes”.
En la nota de prensa, Maersk resalta que la emisión de metano no quemado a lo largo de toda la cadena de suministro es uno de los desafíos a superar. A su favor cuenta que tanto compañías de cruceros en Noruega como, a pequeña escala, negocios hostelero en torno a Ámsterdam (Países Bajos) avanzan en el uso de biogás y biometano en barcos.
El amoníaco presenta varios desafíos a superar
Por último, el amoniaco, menos desarrollado como combustible y más como una forma de almacenar y transportar hidrógeno en pilas de combustible, lo consideran igualmente “libre de carbono y puede ser producido a partir de electricidad renovable”. Afirman que “la tasa de conversión de energía de este sistema es más alta que la de los sistemas basados en biomateriales, pero la vía de producción no puede aprovechar las fuentes de energía potenciales, como por ejemplo residuos de biomasa”.
En este caso, el principal desafío radica en que “el amoníaco es altamente tóxico e incluso pequeños accidentes pueden crear riesgos importantes para la tripulación de las embarcaciones y el medio ambiente”. También inciden en que “la transición de las aplicaciones actuales del amoníaco a las futuras suponen otro desafío”.
El pasado año, la revista Science publicó un reportaje sobre los avances tanto en investigación como en aplicación comercial que se realizan en Australia para convertir el amoníaco en combustible. En concreto, trabajan en “una pila de combustible que convierte la electricidad renovable en un gas rico en energía, el amoníaco, que puede enfriarse y derivar fácilmente en un combustible líquido”.