Pues, en el dilatado periodo de amortización que necesitan estas inversiones, es posible que surjan restricciones a su funcionamiento debido al calentamiento global. Sí, las nucleares no emiten gases de efecto invernadero, pero toda la energía almacenada en el combustible nuclear termina transformada en un calor que se añade a la biosfera. Así, dos tercios de la energía de fisión se convierte directamente en calor en la propia central y el tercio restante, generado como electricidad, lo hace tras sus diferentes usos.
Llamaré a este calor adicional al del efecto invernadero, incremento de calor entrópico (ICE). El ICE de la energía eólica o hidráulica es cero, mientras que el de la fotovoltaica es del 16% respecto a la electricidad producida; esto debido a la reducción del albedo por la mayor oscuridad de las placas fotovoltaicas respecto al terreno.
El ICE calienta directamente el planeta, mientras que el CO2 lo hace indirectamente mediante el forzamiento radiactivo (FR). Ambos se suman en el calentamiento global aunque el ICE es mucho más pequeño; por lo que hasta ahora no se ha considerado su impacto.
Pero se ha abierto la veda del consumo energético sin límites ni procedencia; en el Norte Global por haber abrazado al becerro de oro, y en el Sur Global por su deseo de desarrollo social. Además, pronto seremos 10.000 millones y la Inteligencia Artificial (IA). Por lo que en el mejor de los casos se recurrirá a la nuclear.
Y si ya se veía muy difícil el hito de reducir las emisiones de CO2 a nivel planetario, cuando todavía el negacionismo no había inundado el poder, con más razón ahora, cuando el país que es la máxima potencia mundial y que marca estilos y maneras en Occidente, lo acepta como dogma de fe. Aunque esto sea por política, pues la reivindicación de Canadá, Groenlandia y las tierras raras de Ucrania tienen en común el deshielo y la necesidad de dominar los elementos esenciales para las renovables y la electrificación que exige la economía sin CO2.
Pero si China, que en esto se les adelantó, sigue siendo su principal emisor, no vamos por un detalle menor a dejar de doparnos con hidrocarburos para seguir siendo el mejor. Con todo esto las emisiones de CO2 crecerán y la demanda energética lo hará de modo exponencial. Lo que conllevará alteraciones climáticas difíciles de soportar.
Pero volvamos a las nucleares en nuestro país. Analicemos su periodo de amortización. La decisión de inversión podría tomarse en 2030, con puesta en servicio en 2035 y un periodo de amortización de 40 años. ¡Llegaríamos al año 2075! Bastante antes de esa fecha los desastres naturales le harán al mundo reflexionar. Con lo que el debate sobre el origen del calentamiento global ya no importará; se habrá asumido por todos que la concentración del CO2 en la atmósfera regula la temperatura del planeta. Lo urgente será bajarla reduciendo CO2 y calor.
¡Ya no será solo el pan sino también el clima por lo que habrá que sudar!
Es de esperar que se tomen medidas como:
– Dejar de emitir CO2
Para ello, será necesario que si se consumiesen combustibles fósiles o biocombustibles se capturasen y almacenasen (CCS) al 100% sus emisiones de CO2.
– Reducir el CO2 atmosférico mediante su captura directa de la atmósfera (DAC)
Esta tarea será enorme, habrá que mover inmensos volúmenes de aire para capturar y fijar su CO2, cuya concentración está en ppm (partes por millón). Se necesitarán grandes inversiones y mucha electricidad. Supone restar de la atmósfera más de dos Teratones (10e12 Tm) de este gas, dada la cantidad de ICE que se emitirá. Además, para esas fechas ya se anunciará la puesta en servicio de la primera nuclear de fusión que ayudará; aunque será producir energía solar en la atmósfera. Todo ello pedirá bajar el CO2 a valores inferiores de la era preindustrial.
Dentro de este escenario, son ilusionantes los trabajos de la Universidad de Stanford, que con tecnologías similares a las de la fabricación del cemento, está produciendo compuestos erosionables que absorben CO2 naturalmente. Estos sólidos, si se dispersan en suelos agrícolas, mejoran el pH del terreno y, debido a su solubilidad, se evacuan de forma natural a los océanos (como bicarbonatos) o son absorbidos por las plantas (como silicatos).
– Retirar las nucleares del mercado y limitar su producción a la reducción del CO2 atmosférico
Será el momento de ajustar las cuenta a las nuevas nucleares. Para ello es posible que se limite estrictamente su producción a abastecer de electricidad a los DAC. Además, si se fijasen precios a la electricidad para este propósito, es probable que, por no haber instalado renovables en su momento, se les aplicase el criterio de quien contamina paga. Esto, hasta que la reducción del FR neutralice el saldo con el ICE producido durante su anterior operación. Lo que hace probable, que esta fase de la vida malogre su rentabilidad.
Espero que nuestras ya amortizadas plantas nucleares se paren cuando esa parada no provoque incrementos en las emisiones de CO2 en el sistema; se hibernen correctamente; y que, en esa fecha, su propiedad ya esté en manos de Enresa, la UME o de ambas entidades. Con esto, en el momento aludido estarán listas para reiniciarse y contribuir a la campaña global de reducción del CO2 atmosférico. Además, sería deseable que gracias a la participación de dicha empresa en proyectos internacionales de I+D, basados en inteligencia artificial, robótica y superconductividad, más los avances conseguidos en aceleradores de partículas, se haya logrado finalmente el sueño de Carlo Rubbia: utilizar como combustible nuclear los residuos acumulados durante los años de operación en la captura y fijación del CO2.