Una vez que ha vuelto el suministro eléctrico, las redes sociales se han inundando de imágenes costumbristas de vecinos, compañeros de trabajo y estudiantes conversando, jugando a las cartas y, en definitiva, aprovechando el buen tiempo en los parques, plazas y terrazas de todo el país en lo que casi se sintió como un día de vacaciones.
Frente a esta romantización del apagón, un lujo que los vecinos de la Cañada Real no se pueden permitir, Akrikez se muestra sorprendida de que el Estado en su conjunto se pueda movilizar para "restablecer el suministro eléctrico en cuestión de horas. ¿Por qué en la Cañada Real -que lleva más de cuatro años sin luz- no se puede hacer lo mismo?", se pregunta la presidenta de la Asociación Cultural de Mujeres Tabadol.
No obstante, Akrikez asegura que recibió la noticia del restablecimiento del suministro eléctrico "con alegría, como si hubiera vuelto a nuestra propia casa", porque "sabemos lo que significa encender una bombilla después de la oscuridad", apunta. Akrikez espera que el apagón de este lunes sirva para "abrir corazones y ojos", y que se traduzca en apoyo real, porque "una cosa es oírlo, y otra muy distinta vivirlo, aunque sea por unas horas".
Paneles solares en la Cañada Real
La presidenta de la Asociación Cultural de Mujeres Tabadol explica que se enteró del apagón porque estaba en una reunión online y de repente se le cortó la conexión. "Al principio pensé que era algo de aquí, como nos pasa tantas veces. Pero luego una vecina me dijo algo que me marcó: "¡Qué irónico! Hoy la gente podrá venir a cargar sus móviles a la Cañada, porque somos prácticamente las únicas que tenemos luz, gracias a los paneles solares", recuerda.
En la actualidad, según explica, la solución al problema de la falta de luz en la Cañada Real Galiana está "muy parada". "Los realojos avanzan de forma muy lenta y sin transparencia. Muchas familias no saben nada de su futuro. Hay reuniones, sí, pero no se traducen en mejoras reales. Seguimos viviendo sin luz, sin certezas, sin soluciones", lamenta. Asimismo, pide "voluntad política". "Si lo que pasó genera empatía y más presión social, puede que se vean obligadas a reaccionar. A veces solo se mueven si hay ruido", plantea.
Mientras tanto, asegura que siguen "resistiendo con dignidad", sosteniéndose entre vecinas y buscando alternativas por su cuenta. "Porque si nosotras no nos cuidamos, no lo hace nadie. Pero no es justo que todo el peso esté sobre nuestros hombros. Tenemos derecho a vivir con dignidad, con electricidad, con igualdad. Y no vamos a dejar de luchar por ello", concluye.
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