Ribera propone un límite (price cap), un tope (un techo), para el precio de la electricidad generada con gas natural "y un mecanismo que garantice la posterior recuperación de los costes de los ciclos combinados de gas". La brutal escalada del precio del gas está impactando de manera extraordinaria en el precio de la electricidad, que ayer alcanzó su máximo del año (277 euros el megavatio hora en el mercado mayorista), pero que lleva ya muchos meses rompiendo todos los techos. Y eso que solo un 17% de la electricidad salió el año pasado de centrales de ciclo combinado (que queman gas natural para generar). Es más, a lo largo de los últimos meses ha habido días incluso en los que apenas un 5% del total de la electricidad procedía del gas, pero en los que el precio seguía completamente disparado, y disparatado.
El mecanismo de formación del precio de la electricidad no está funcionando correctamente. Eso es lo que lleva meses defendiendo la ministra. Porque el precio de la electricidad no está reflejando su coste. El precio de la electricidad no es el resultado del coste de su generación más un margen razonable de beneficio para el generador. El precio de la electricidad se encuentra ahora mismo muy inflado por las reglas de un mercado que le dan al gas un peso mucho mayor del que en realidad tiene. Y como el gas se ha encarecido extraordinariamente, la electricidad también lo ha hecho. Se ha encarecido la electricidad producida con gas... y se han encarecido todas las otras electricidades, las generadas en centrales nucleares, hidroeléctricas, parques solares, eólicos, etcétera.
Que la electricidad generada con gas sea más cara parece razonable, pues el gas se ha encarecido mucho en los últimos meses. Y si la materia prima con la que producimos electricidad es más cara, pues parece lógico que se encarezca el producto final elaborado con esa materia prima. Lo que no tiene sentido es que también se encarezca la electricidad generada en un pantano, o en un campo fotovoltaico, o en un parque eólico, o en una central nuclear. Porque todas esas otras electricidades no se han encarecido. Producirlas hoy cuesta lo mismo que ayer. Porque el agua no es más cara hoy que ayer, ni el Sol, ni el viento. Sin embargo, las reglas de un mercado obsoleto -reglas establecidas hace 25 años, cuando las circunstancias en el escenario energético eran otras- están propiciando que la subida del precio del gas (del gas que usamos para generar electricidad) acabe repercutiendo en el precio final de "toda" la electricidad, como si toda la electricidad fuera generada en centrales de ciclo combinado que queman gas natural.
Así las cosas, el Gobierno propuso a Bruselas, ya el año pasado, revisar el mecanismo de formación del precio de la luz, que es el verdadero responsable de la escalada de los precios. El problema ahora puede verse agravado al calor de la guerra Ucrania-Rusia. El país de Putin es el principal suministrador europeo de gas a España. Pues bien, de la guerra, el gas ruso, el precio de la electricidad y la seguridad energética han hablado los ministros europeos del ramo en el Consejo Europeo de Energía extraordinario que ha tenido lugar en Bruselas. Allí, España ha respaldado a la Presidencia francesa de la UE "en la necesidad de diversificar y acelerar un diálogo solvente con proveedores de gas y petróleo que garantice un suministro estable y asequible", ha dicho Ribera.
La vicepresidenta tercera del Gobierno no ha desenfocado, sin embargo, el problema (o la solución). Porque la solución no es comprar más barato el gas, o el petróleo. La solución, la mejor receta, para disminuir la fragilidad energética europea "es acelerar -ha recalcado- la inversión en transición energética, en renovables, en ahorro y eficiencia energética, y en tecnologías de almacenamiento". La ministra para la Transición Ecológica ha enfatizado además la necesidad de incrementar la interconexión entre la Península Ibérica y el resto de la UE, una interconexión que cifró hace unos días en el 6% y que, según los compromisos adquiridos, debería haber alcanzado el 10% ya en 2020.
Teresa Ribera, ministra para la Transición Ecológica: "estamos viendo una inmensa fragilidad de Europa en materia de energía como consecuencia de una dependencia muy elevada de un único proveedor del gas, y la solución pasa por acelerar la transición energética para disminuir la dependencia, diversificar los proveedores, potenciar el ahorro y la eficiencia, acelerar las renovables, facilitar un diálogo fluido con otros proveedores de gas, buscando la máxima cooperación a nivel europeo y aplicando medidas de efecto inmediato. Por eso damos la bienvenida al anuncio de la Comisión de presentar una nueva Comunicación Toolbox, con medidas extraordinarias que se deben poder aplicar rápidamente, lo antes posible"
(El Ejecutivo comunitario ha anunciado su intención de avanzar más con relación a las medidas propuestas en octubre, en la primera Comunicación Toolbox, que España considera insuficientes).
Y Ribera ha reiterado en Bruselas la necesidad de adoptar medidas "excepcionales y extraordinarias" para hacer frente a una situación excepcional, dentro del marco europeo, a la par que se avanza coordinadamente "en la evolución y la actualización del diseño de los mercados energéticos". Durante el Consejo, España ha defendido que entre esas medidas debe incluirse el limitar el efecto de contagio del gas sobre la electricidad: "la formación del precio de la electricidad -ha dicho Ribera- debe desvincularse de la volatilidad de los precios del gas natural en situaciones de emergencia, por ejemplo, mediante un límite (Price cap) al precio de la electricidad producida con gas natural y un mecanismo que garantice la posterior recuperación de los costes de los ciclos combinados de gas".
Ribera igualmente ha reclamado mecanismos rápidos que recuperen los beneficios extraordinarios de las centrales inframarginales para los consumidores: "es positivo el debate existente sobre la recuperación de beneficios extraordinarios (windfall profits) procedentes de los altos precios del gas en el actual diseño de mercado. Para que sean efectivas, las medidas sobre las rentas inframarginales deben permitir una respuesta rápida, que esté operativa cuanto antes".
La vicepresidenta también ha pedido el establecimiento de incentivos para la celebración de contratos a precio fijo a largo plazo (PPA) para la industria, donde el BEI podría desempeñar una función relevante, aportando garantías. "El BEI también podría facilitar financiación a la banca comercial para fomentar el autoconsumo, la eficiencia energética y otras pequeñas actuaciones que favorezcan la participación social, como las comunidades energéticas".
Finalmente, la vicepresidenta ha señalado la necesidad de incrementar las interconexiones entre la península y el resto de Europa, por debajo de los niveles establecidos y ha destacado la fortaleza de la actuación conjunta europea: "A pesar de la dureza del momento en que estamos viviendo, es gratificante ver la capacidad de articular una respuesta inmediata, tan unánime, tan consensuada. Me parece que la orientación general de la respuesta europea es sumamente positiva y muestra que el único camino es construir Europa juntos", ha concluido.
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