El sábado, 22 de septiembre, es el Día Global contra el "fracking", la fractura hidráulica, una técnica de extracción de gas y petróleo que, según los ecologistas, supone una seria amenaza para la salud, el clima, y el medio ambiente. Por este motivo, las cinco grandes organizaciones ecologistas españolas –Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF España– quieren dejar clara su oposición a esta "dañina técnica extractiva". La fractura hidráulica es una técnica que permite acceder al gas y al petróleo no convencional a grandes profundidades. Eso sí: esta forma de extracción puede provocar graves daños al medio ambiente y la salud. Así lo demuestra –según el comunicado difundido hoy conjuntamente por las cinco asociaciones–, "la experiencia en Estados Unidos, que es el país en el que, a lo largo de la última década se han puesto en marcha más explotaciones de fracking, generando graves problemas para el agua, el aire y la salud de las personas".
Según el gobierno vasco, que va a invertir hasta cien millones de euros en buscar gas pizarra en Álava, la fractura hidráulica conciste en perforar, inyectar en cada pozo agua a alta presión a la que se añaden pequeñas cantidades de sílice (3%) y aditivos (menos del 2% de la mezcla); y fracturar así la roca madre hasta conseguir que el gas que contiene adsorbido se libere poniendo el pozo en producción. Con respecto a los aditivos, el gobierno vasco señala que "las proporciones y tipo de los aditivos utilizados son una característica de cada yacimiento que hay que ensayar y conocer con exactitud en cada caso". Por otra parte –añade en su explicación–, "la respuesta de cada yacimiento a esta estimulación es distinta en cada caso. Cada yacimiento devuelve una parte variable, entre el 10% y el 80%, de la mezcla de agua y aditivos utilizada en la fracturación, lo que supone prever distintas instalaciones de acogida y tratamiento de la mezcla hidráulica utilizada".
En su informe "Impacto ambiental del sistema de fracturación hidráulica para la extracción de gas no convencional", Comisiones Obreras explica la fractura hidráulica en estos términos: "consiste en hacer una perforación vertical hasta la capa de pizarra; a esta perforación se le pone un tubo de acero, con un recubrimiento de cemento para proteger los acuíferos de los aditivos químicos que posteriormente se utilizan; una vez se alcanza la pizarra, se realiza una perforación horizontal, a través de la propia capa de pizarra; esta perforación horizontal tiene, como media, un kilómetro y medio de longitud, aunque puede llegar hasta los tres kilómetros; una vez se ha realizado la perforación horizontal en la capa de pizarra se utilizan explosivos para provocar pequeñas fracturas; y una vez provocadas estas fracturas se inyectan, por etapas, miles de toneladas de agua a muy alta presión, mezcladas con arena y aditivos químicos; este agua a presión fractura la roca liberando el gas que luego, junto con el agua, la arena y los aditivos retorna a la superficie (retorna entre un 15 y un 80% del fluido inyectado)".
Entre los mayores daños que causa la fractura hidráulica, las organizaciones ecologistas destacan las siguientes:
1. Contaminación de aguas subterráneas. Tras la perforación, se fractura la roca inyectando a altas presiones una mezcla de agua y arena con gran cantidad de productos químicos muy tóxicos (léase Euskadi bipolar). Se estima que se recupera entre un 15% y un 85% del líquido inyectado, permaneciendo el resto en el subsuelo, con la posibilidad de contaminar los acuíferos.
2. Fuerte consumo de agua: este procedimiento requiere más de 19 millones de litros de agua limpia por cada pozo y operación, el equivalente al consumo anual de agua de 1.000 familias españolas, lo que crea dificultades en lugares con poca disponibilidad de este recurso. Además, se genera una gran cantidad de aguas residuales contaminadas con sustancias químicas, metales pesados y partículas radiactivas.
3. Contaminación del aire: parte de los tóxicos empleados son volátiles, por lo que pasan fácilmente al aire. Muchos de estos compuestos son tóxicos y carcinógenos.
4. Contribución al cambio climático: aunque el gas produce menos emisiones de CO2 que otros combustibles fósiles (como el carbón), la cantidad de metano que escapa a la atmósfera es el doble de la que se produce en la extracción del gas natural convencional. El metano produce 23 veces más efecto invernadero que el CO2.
Según los ecologistas, el "fracking" se ha convertido en "la gran esperanza de la industria petrolera y gasista para continuar con un modelo de desarrollo tremendamente dependiente de los combustibles fósiles, algo cada vez más complicado por la reducción de las reservas y el aumento de la demanda". Supone lo susodicho –dicen–, pero, sobre todo, "supone seguir ignorando la enorme amenaza que ya supone el cambio climático y socavar el desarrollo de las energías renovables".
Tanto la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo en 2011 (véase), como la propia Comisión Europea en 2012 (véase), han emitido informes que reconocen que la fracturación hidráulica tendría efectos devastadores sobre el territorio, así como que existe un alto riesgo de contaminación del agua potable y de efectos negativos sobre la salud y el clima.
Numerosos estados y lugares del mundo han aprobado ya moratorias y prohibiciones de esta actividad. Países europeos, como Francia, Dinamarca, Bulgaria, Rumania o la República Checa se cuentan entre ellos. El estado español, sin embargo, se está dejando convencer por las promesas de la industria del "fracking", concediendo numerosos permisos de exploración en los últimos cuatro años, revelan los ecologistas (véase mapa de 2012 de exploración y producción de hidrocarburos en España).
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