Aunque los llamamos vehículos cero emisiones porque a diferencia de los motores de combustión interna no queman diésel ni gasolina, los coches eléctricos no son 100% limpios. Eso se explica por su batería, que puede representar hasta el 25% del peso del vehículo en algunos casos. Estas "pilas" contienen níquel, cobalto, aluminio, pero también litio, cobre, manganeso y grafito. Si tenemos en cuenta las condiciones de extracción mineral, el refinado y la logística, no parece muy descabellado afirmar que la producción de un coche eléctrico consume bastante más energía que uno convencional, pero claro está, las ventajas en su ciclo vital completo son reales, puesto que no necesita combustible.
Pues bien, con este contexto volvemos a Indonesia, el mayor productor de níquel del mundo, que en 2022 atendió el 48 % de la demanda mundial. En todo el país, se están construyendo enormes parques industriales de níquel para procesar este codiciado mineral. "Aunque el propósito de la transición a los vehículos eléctricos es reducir la huella de carbono de la industria automotriz, la fundición en los parques industriales de níquel tiene una huella de carbono enorme", aseguran desde Climate Rights International.
El impacto de la industria del níquel
El informe, titulado 'Níquel desenterrado: Los costes humanos y climáticos de la industria indonesia del níquel', centra su crítica en el complejo industrial Weda Bay y las minas cercanas en la isla de Halmahera, en la región de las Molucas del archipiélago indonesio, el mayor productor de níquel del mundo. Dicho complejo fabril es responsabilidad conjunta de tres empresas privadas chinas: Tsingshan Holding Group, Huayou Cobalt y Zhenshi Holding Group. Además de estos tres accionistas, un número aún mayor de empresas han anunciado planes para construir instalaciones industriales dentro de Weda Bay para producir los materiales de níquel necesarios para las baterías de vehículos eléctricos.
En concreto, se ha anunciado la construcción de una instalación de refinación de níquel y cobalto, llamada Sonic Bay, que podría entregar 67.000 toneladas de níquel y 7.500 toneladas de cobalto al año, estima Climate Rights International. Además, también se prevé el despliegue en la zona de una planta con capacidad para producir 52.000 toneladas métricas de níquel refinado por año, suficiente para aproximadamente un millón de vehículos eléctricos.
Ausencia de renovables
Y es que, además, "en lugar de utilizar la abundante energía solar y eólica renovable" del archipiélago indonesio, el complejo minero se han construido, al menos, "cinco plantas alimentadas por carbón desde 2018" y planea abrir un total de "doce nuevas plantas de carbón". Una forma muy poco sostenible de proporcionar los, aproximadamente, 3,78 gigavatios anuales que generan quemando carbón de baja calidad de Kalimantan, "que es más energía obtenida a partir del carbón que la utilizada por España o Brasil en un solo año".
Krista Shennum, investigadora de Climate Rights International: “La transición de los automóviles propulsados por gasolina a los vehículos eléctricos es una parte esencial de la transición global de los combustibles fósiles a las energías renovables, pero la creciente industria minera no debe perpetuar las mismas prácticas abusivas y dañinas para el medio ambiente seguidas durante décadas por las industrias extractivas. Los fabricantes de automóviles que obtienen níquel de Indonesia, incluidos Tesla, Ford y Volkswagen, deberían tomar medidas para garantizar que el níquel utilizado en sus vehículos eléctricos no genere abusos contra los derechos humanos y el medio ambiente”.
Derechos de los pueblos indígenas
Según la ONG, los pueblos indígenas de las Molucas "tienen derecho a participar en la toma de decisiones en asuntos que les afectan de lleno, incluido el derecho a ejercer el consentimiento libre, previo e informado (CLPI) antes de la aprobación de cualquier proyecto en sus tierras, territorios o recursos". Sin embargo, los pueblos indígenas han asegurado a la ONG que ninguna empresa minera o fundidora de níquel les había informado del propósito de la adquisición de tierras ni de ningún otro detalle del proyecto.
[Imágenes satelitales del Parque Industrial Weda Bay de Indonesia tomadas en diciembre de 2017, antes del desarrollo del parque, y en diciembre de 2023. La línea blanca muestra el límite del parque. Fuente: PS Tropical Visual Biannual Archive (diciembre de 2017), Planet Tropical Normalized Monthly Mosaic (diciembre de 2023), cortesía de Mighty Earth.]
Las comunidades que viven en Halmahera central y oriental han dependido durante mucho tiempo de los recursos naturales para su supervivencia como pescadores artesanales, agricultores, fabricantes de sagú y cazadores. El informe muestra cómo la destrucción de bosques, la adquisición de tierras de cultivo, la degradación de los recursos de agua dulce y el daño a la pesca por parte de la industria del níquel han hecho difícil, si no imposible, continuar con los modos de vida tradicionales.
La ONG estima que la minería de níquel en la zona ha acabado con 5.331 hectáreas de bosque tropical maduro dentro de las concesiones mineras de níquel en Halmahera, lo que supone una pérdida total de aproximadamente 2,04 toneladas métricas de gases de efecto invernadero (CO 2 e) previamente almacenados como carbono en esos bosques, unos valiosos ecosistemas tropicales poblados por multitud de aves, reptiles, anfibios e insectos.
Max Sigoro, pescador Sawai de 51 años de la aldea costera de Gemaf: “Antes de la minería, la población de peces era abundante y el mar estaba claro. Ahora no puedo pescar. El agua está sucia y ahuyenta la pesca. Hay aceite en el agua de las máquinas. Además, el agua caliente de las centrales eléctricas contamina el océano. A veces el agua es rojiza. Antes remábamos cerca de la orilla para pescar, ahora tenemos que ir más lejos”.
Responsabilidades gubernamentales y corporativas
Climate Rights International ha exigido al gobierno de Indonesia que fortalezca las leyes y regulaciones para minimizar los impactos de la minería y refinación del níquel en las comunidades, incluidas las comunidades indígenas, aunque "también debería asegurar que los residentes locales que se oponen a las actividades de IWIP u operaciones mineras relacionadas, no sean objeto de amenazas e intimidación".
Por ello, el Ministerio de Energía y Recursos Minerales indonesio "debería evaluar, monitorear e investigar plenamente la presunta contaminación ambiental y hacer que las conclusiones de esa investigación estén disponibles y accesibles al público", demandan. El Ministerio de Asuntos Agrarios y Ordenación Espacial debería además reconocer "inmediatamente" a los pueblos originarios "como legítimos propietarios de las tierras que habitan desde hace milenios y garantizar que las empresas mineras y refinadoras de níquel respeten los derechos de dichos colectivos vulnerables".
Por su parte, las tres principales partes interesadas en el complejo fabril –Tsingshan, Huayou y Zhenshi– deberían tomar medidas inmediatas para remediar la contaminación del agua y del aire causada por sus operaciones, y las empresas mineras de níquel deberían eliminar adecuadamente los relaves mineros para minimizar la contaminación ambiental. Solo así podrán compensar "total y justamente a todos los miembros de la comunidad, incluidas las comunidades indígenas" y garantizar que los pueblos indígenas "puedan brindar su consentimiento pleno, libre, previo e informado según lo establecido por el derecho internacional de derechos humanos".
Credenciales del informe y Climate Rights International
Para elaborar el informe, de 124 páginas, Climate Rights International entrevistó a 45 personas que viven cerca de las operaciones de fundición en el Parque Industrial Weda Bay de Indonesia y las minas de níquel cercanas en la isla de Halmahera.
CRI es una organización internacional dedicada a prevenir y abordar los abusos de los derechos humanos relacionados con el cambio climático. Busca responsabilizar a los gobiernos, corporaciones e instituciones financieras por los daños relacionados con el medio amniente y apoyar los esfuerzos de mitigación y adaptación climática.
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