Iberdrola anunció ayer que, en este primer trimestre del año 2023, ha añadido en España a su parque de generación de electricidad hasta 644 megavatios de nueva potencia renovable, sobre todo fotovoltaica. A pesar de ello, la generación solar fotovoltaica de Iberdrola sigue siendo absolutamente residual. La información facilitada por la compañía en este primer trimestre del 23 a la Comisión Nacional del Mercado de Valores revela que entre el 1 de enero y el 31 de marzo del corriente Iberdrola solo ha generado 611 gigavatios hora en sus parques solares fotovoltaicos españoles, mientras que en sus centrales nucleares españolas ha producido diez veces más electricidad. La producción eólica terrestre también ha sido mucho menor que la nuclear. Los parques eólicos de Iberdrola no han generado ni la mitad (3.185 gigavatios hora) que sus nucleares (6.444 GWh) en estos primeros tres meses del año en curso. El dato aparece incluido en el Balance Energético 1T 2023 que la compañía envió ayer a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Su publicación coincide con el cierre definitivo del parque nuclear alemán, que tiene lugar precisamente hoy, con la parada de los tres últimos reactores nucleares que quedaban operativos.
Los números ayer publicados por la compañía que preside José Ignacio Sánchez Galán siguen la estela de los que Iberdrola presentó a la CNMV al cierre de 2022: mucha generación nuclear y mucha menos, eólica. A saber: el curso pasado, los parques eólicos de Iberdrola produjeron en territorio español (tal y como se aprecia en la tabla aledaña) hasta 11.744 gigavatios hora de electricidad, mientras que las centrales nucleares de Iberdrola generaron 23.886, o sea, más del doble (la fuente de los datos es la propia compañía). Iberdrola es dueña de Cofrentes, que es la central nuclear con más potencia de toda la península ibérica (1.092 megavatios) y participa con diversos porcentajes en la propiedad de las centrales de Almaraz (53%), Trillo (49%) y Vandellós, 28% (en total, 3.177 megavatios de potencia).
A escala global, el perfil de Iberdrola es más gaseoso. En 2022 la compañía generó 163.031 gigavatios hora. De ellos, casi 64.000 gigas hora salieron de centrales térmicas que queman gas natural para producir electricidad. Su parque eólico global produjo menos de 50.000 GWh.
Qué es el gas natural
El gas natural es un combustible fósil que contribuye al cambio climático, tanto por la generación de emisiones de CO2 durante su combustión como por las emisiones fugitivas de metano. El metano es un gas con un potencial de calentamiento global 86 veces superior al del CO2 en los primeros 20 años de vida. Emitir un kilogramo de metano es equivalente a emitir 86 de dióxido de carbono (CO2). Además, cada vez más investigaciones científicas demuestran que las fugas de metano (emisiones fugitivas) no han estado bien contabilizadas y representan un problema climático mayor del que se creía.
El Grupo de expertos Intergubernamental sobre Cambio Climático define las emisiones fugitivas como “la liberación intencional o no intencional de los gases de efecto invernadero durante la extracción, el procesamiento y la entrega de los combustibles fósiles al punto de utilización final”. El informe Smoke and mirrors, de Bankwatch Network, publicado en enero del año pasado, concluye que “los valores de emisiones fugitivas en más de la mitad de los escenarios están alrededor del umbral del 3% definido por la Agencia Internacional de la Energía, más allá del cual el gas fósil deja de ofrecer un beneficio climático en comparación con el carbón”.
Hemeroteca nuclear
El Consejo Asesor para la Transición Ecológica de la Economía del PSOE publicó en marzo de 2018 el documento -Propuesta de bases para una estrategia de transición energética-, una hoja de ruta "hacia una economía descarbonizada 2030-2050" que establecía efectivamente las bases de una Estrategia de Transición Energética para España. Entre los objetivos que el PSOE (entonces en la oposición) marcaba en esa hoja de ruta destacaban tres: cierre ordenado de las centrales térmicas de carbón antes de 2025 (algo que va cumpliéndose), retribución "de forma adecuada y estable" a los excedentes de las instalaciones de autoconsumo (también) y "cierre ordenado de las centrales nucleares a medida que vayan cumpliendo los 40 años de vida" (la última los cumple en 2028).
Una vez en el Gobierno, presiones de la industria nuclear española (Iberdrola, Endesa, Naturgy y EDP) "obligaron" al Ejecutivo Sánchez a renunciar a ese propósito (cierre total en el 28) y lograron prolongar ese lapso hasta 2035, año en el que cerrará la última de las nucleares españolas (Trillo). Las negociaciones entre las compañías propietarias de las centrales (las cuatro compañías susodichas) y la entonces ministra (entonces y hoy) para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, fueron muy criticadas desde la sociedad civil y el movimiento ecologista por su falta de transparencia. El asunto en todo caso quedaría finalmente así atado (hasta 2035), en un momento en el que el PSOE gobernaba en minoría en solitario. Meses después, comenzaría el primer gobierno de coalición de la historia de esta democracia. En 2019, el Gobierno Sánchez se dio pues 16 años para cerrar los siete reactores nucleares españoles (7.117 megavatios), propiedad de Iberdrola, Endesa, Naturgy y EDP. La canciller alemana, Angela Merkel, anunció en mayo de 2011, poco después de la catástrofe de Fukushima, que todas las centrales nucleares del país cerrarían en un lapso de once años, horizonte 2022. Hoy, 15 de abril de 2023, once años y once meses después del anuncio de Merkel, han cerrado las tres últimas. La locomotora económica de Europa ha parado en estos once años (y once meses) 17 centrales nucleares (más de 20.000 megavatios).
Artículos relacionados
¿Cuánto uranio ruso sigue llegando a las centrales nucleares españolas: el 38,7%?