Según se describe en el blog institucional, se trata concretamente de "un parque de energía solar de 952 kW compuesto por unos 3.024 paneles fotovoltaicos, un sistema de generación de biodiésel de 1.625 kW compuesto por cinco grupos de generación de 325 kW, un sistema de almacenamiento de baterías que puede 'inyectar' otros 660 kW de forma instantánea cuando sea necesario".
Se trata de un sistema conjunto de 1,8 MW de capacidad máxima, cuyo biocombustible está basado en aceite de piñón -producido por una cooperativa local en Manabí, una provincia continental del país- y gestionado por un software que, entre otras funciones, "administra los flujos de energía hacia y desde las baterías". En funcionamiento desde octubre pasado, ha pasado por un "extenso período de pruebas en proyectos piloto tanto en Ecuador como en Alemania".
También se asegura que "desde su puesta en marcha, la nueva central eléctrica híbrida ha aportado importantes beneficios medioambientales: evitó la quema de hasta 33.000 litros de diésel que alimentaban la vieja planta cada mes ahorrando así la emisión de 88 toneladas de CO2".
Como dato relevante, debe tenerse en cuenta la particularidad de la biodiversidad de las Galápagos, algo que precisamente con el desarrollo de las renovables se pretende proteger, ya que de este modo puede preservarse ese magnífico espacio natural de, por ejemplo, derrames de combustible fósil trasladado a las islas, como ya ha ocurrido algunas veces.
De hecho, en enero pasado se reveló que el Aeropuerto Seymour, en la isla de Baltra, es el primero en el continente americano en estar suplido totalmente con energía renovable, además de ser considerado el primero ecológico en el mundo al recibir la más alta certificación en construcción sostenible. También, el primero carbono neutro de América latina y el Caribe y el segundo en todo el espacio continental.