El parque nacional de generación de electricidad limpia (la que sale de hidroeléctricas, centrales termosolares, parques eólicos y fotovoltaicos) ya tiene más megavatios de potencia que el parque nacional de generación de electricidad contaminante (compuesto por las centrales nucleares y las térmicas que queman fuel, carbón o gas). El sorpasso ha tenido lugar en 2019 (hasta ese año, había más megavatios de potencia sucia que limpia). ¿Y qué ha pasado en 2019? Pues que la nueva potencia eólica y fotovoltaica, la instalada a lo largo de esos doce meses, ha elevado el listón del parque renovable de generación hasta más allá de los 55.000 megavatios, mientras que las bajas sufridas por el carbón, que ha parado máquinas en varias centrales, han dejado el parque de generación térmico (que emite gases de efecto invernadero y produce residuos radioactivos de larga duración) apenas por encima de los 50.000. Eso sí, uno de los combustibles fósiles, el gas, ha vendido este año más kilovatios hora, muchos más (+83%), que los que vendió el año anterior, en 2018. Son algunos de los datos que ha revelado el Balance 2019 que acaba presentar Red Eléctrica de España, el operador del sistema eléctrico nacional.
Producción de energía eléctrica en la península
El incremento de la potencia instalada renovable ha permitido que, de los 247.002 gigavatios hora de electricidad generados en la península en 2019, "en torno al 39% de la generación total ha sido de origen renovable" (página 11 del Avance). La eólica, con un 20,9% de cobertura de la demanda peninsular, ha sido la tecnología limpia que más kilovatios hora ha generado, hasta el punto de que ha ocupado el segundo lugar en el mix, solo tras la nuclear (22,0% de cobertura de la demanda peninsular) y seguida del ciclo combinado (20,1%). La hidroelectricidad ha supuesto un 9,7% del total.
La FV ha incrementado en 2019 su producción en más de 18 puntos (ha cubierto el 3,5% de la demanda peninsular). Y la termosolar también ha crecido mucho, y eso que el sector no ha instalado en 2019 un solo megavatio más de los que había. ¿Dónde está el secreto, pues? En la operación y mantenimiento. Los operadores de las centrales termosolares españolas tienen cada vez más experiencia y por eso la producción termosolar ha crecido: un 16,8% sobre 2018 y un 3,8% respecto a la media de los últimos 5 años; así, ha cubierto el 2% de la demanda (datos todos extraídos de la página 16 del Avance).
Además, y ahí está la radical importancia (la diferencia y el valor añadido) de esta tecnología renovable, la termosolar puede operar como garantía de suministro (como el gas) cuando la fotovoltaica no oferta kilovatios hora (por la noche) o cuando amaina el viento y/o no sopla lo suficiente como para atender toda la demanda. Porque la termosolar es almacenable, como el gas. Las centrales termosolares pueden acumular el calor del Sol en grandes tanques de sales (que funcionan como una pila que absorbe ese calor durante el día) y liberarlo por la noche para generar con él la energía eléctrica que entonces necesitamos. Lo explica así la asociación de empresas del sector, Protermosolar:
«Las nuevas centrales termosolares, provistas de grandes sistemas de almacenamiento y despachando la electricidad a partir del atardecer, aliviarían las rampas que provocarían diariamente la caída de producción de la fotovoltaica por la tarde y evitarían, en gran medida, las emisiones que, de otra forma, irían asociadas a la combustión de gas en los ciclos combinados» (al final del día, el parque solar fotovoltaico nacional deja de producir y ese "hueco" es ocupado entonces por las centrales que queman gas natural para generar electricidad, los denominados ciclos combinados).
«Pero, además -continúa Protermosolar-, los tanques de almacenamiento de las centrales termosolares podrían utilizarse para captar los vertidos de las tecnologías eólica y fotovoltaica, evitando inversiones superiores a los 20.000 millones de euros en sistemas de baterías o nuevas instalaciones de bombeo. Las centrales termosolares podrían actuar incluso de reserva estratégica a disposición del operador del sistema para los momentos de máxima demanda al poder mantener una parte importante de su capacidad durante días, semanas o meses, para cuando fuese requerido con disponibilidad absoluta».
La desconexión de las centrales térmicas de carbón es una oportunidad para la termosolar (el carbón también ha operado siempre como garantía de respaldo), una oportunidad que sin embargo está aprovechando el gas, que ha incrementado su presencia en el mix de forma formidable en 2019 (produciendo muchos más kilovatios hora que el año pasado y emitiendo mucho más CO2 consecuentemente). Protermosolar lleva años pidiendo subastas específicas para esta tecnología, pero ni Rajoy las convocó jamás (en 7 años de gobierno), ni Sánchez ha hecho más que declaraciones de intenciones en los últimos 20 meses.
En el otro plato de la balanza está el carbón, que se ha anotado en 2019 la menor participación desde que Red Eléctrica tiene registro. Sólo ha representado el 4,3% del total de la generación, frente al 14,1% del 2018. Además, el año ha cerrado con un evento inédito en la historia del sistema eléctrico peninsular: el llamado cero en carbón o, lo que es lo mismo, un día entero sin generar ni un solo megavatio con este combustible fósil. Sucedió el 14 de diciembre y se repitió cuatro días más durante ese mes: 21, 22, 24 y 25. [Bajo estas líneas, potencia renovable instalada a 31 de diciembre de 2019, según el Avance del Informe del sistema eléctrico 2019 que acaba de publicar Red Eléctrica de España].
Una de las principales consecuencias de la caída del uso del carbón ha sido el descenso de las emisiones de CO2 asociadas a la generación eléctrica, que han marcado un mínimo histórico desde que se tienen registros (1990): 40,6 millones de toneladas de CO2, un 25,5% menos que en 2018.
Por otra parte, la demanda de energía eléctrica en la península durante este ejercicio ha sido de 249.144 GWh, ligeramente inferior a la del 2018 (1,7 % menos). Si se tienen en cuenta los efectos de la laboralidad y las temperaturas, su descenso es del 2,7 % respecto al año anterior.
Punto de inflexión
El año 2019 ha supuesto un punto de inflexión en lo que se refiere al reparto de potencia. Por primera vez en la historia, las tecnologías renovables suman más megavatios de capacidad de generación. Así, el 52% de la potencia del parque nacional de generación, o 55.195 megavatios, es potencia renovable, mientras que la potencia convencional -combustibles fósiles y uranio- sumaría el 48%, ó casi 51.000 megavatios de potencia. El parque generador español ha crecido un 5,9% en 2019. En concreto, este año pasado entraron en servicio 6.539 MW verdes. El 47% de la potencia renovable es eólico; el 16%, fotovoltaico; y el 37%, REE lo encuadra en lo que denomina otras tecnologías verdes (en alusión a la biomasa, la undimotriz y la termosolar).
Según Red Eléctrica de España (véase nota de prensa), de los 260.713 gigavatios hora de electricidad generados en España (península, Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla) en 2019, el 37,5% ha sido producido a partir de estas tecnologías. La generación eólica ha sido un 9,3% superior a la de 2018, ocupando el tercer lugar en el mix, con un peso del 20,8%, tras la nuclear (21,4%) y el ciclo combinado (21,2%). También destaca el retroceso de la aportación del carbón -la menor desde que se tienen registros-, cuya producción descendió un 66% en 2019. Como consecuencia, las emisiones de CO2 asociadas a la generación eléctrica han experimentado una notable reducción respecto a 2018 (-23%) sumando un total de 49,6 millones de toneladas, la cifra más baja de la historia del sistema eléctrico español.
Por su parte, la demanda de energía eléctrica a nivel nacional durante este ejercicio ha sido de 264.550 GWh, ligeramente inferior a la del 2018 (1,6% menos). Si se tienen en cuenta los efectos de la laboralidad y las temperaturas, su descenso es del 2,5% respecto al año anterior.
Una red de transporte preparada para la integración de renovables
Durante 2019, Red Eléctrica de España ha seguido trabajando para reforzar la fiabilidad y el grado de mallado de la red de transporte, “características esenciales para garantizar la seguridad del suministro y facilitar la integración de nueva generación renovable”. Con este objetivo, este año pasado se han puesto en servicio en todo el país 198 kilómetros de nuevos circuitos de líneas -alcanzando así los 44.453 kilómetros- y se ha incrementado la capacidad de transformación de la red en 1.335 MVA.
En el caso concreto de la incorporación de nueva potencia renovable, dado que la mayoría de esta nueva generación (70% de la potencia instalada) tenía prevista su conexión a la red de transporte, Red Eléctrica ha desarrollado nuevas infraestructuras para posibilitar su acceso y conexión. En concreto, este año pasado ha llevado a cabo un conjunto de actuaciones en más de 30 subestaciones, incorporando 15 nuevas posiciones.