La Comisión Europea, que preside la popular Ursula Von der Leyen, ha mantenido su decisión de incluir gas y nuclear entre las inversiones "verdes" a pesar del rechazo que provocó su borrador inicial entre sus expertos asesores y del rechazo que así mismo han explicitado los gobiernos de Luxemburgo, Dinamarca, Austria y España. En una rueda de prensa en Bruselas para dar cuenta de la decisión, la comisaria de Servicios Financieros, Mairead McGuinness, ha admitido que el Ejecutivo comunitario es consciente de la "gran división" que genera esta reforma, pero ha asegurado que el documento final refleja un "equilibrio" entre las opiniones fundamentales de cada parte. Bruselas asume que ni el gas ni la energía nuclear son energías neutras a nivel climático, y reconoce que tampoco son renovables, pero defiende su papel como "actividades de transición" para alcanzar el objetivo de una economía descarbonizada en 2050, un concepto recogido en el segundo párrafo del proyecto presentado.
Ante las reservas de la plataforma de expertos que emitió un informe crítico y frente al rechazo de varios países, entre ellos España, Bruselas defiende que el acto delegado adoptado por el Colegio de Comisarios fija "estrictas condiciones" para el gas y la energía nuclear, al tiempo que prevé sanciones para las compañías que no cumplan. Sin embargo, lo cierto es que la decisión de la Comisión Europea desoye las recomendaciones del grupo asesor creado por el propio Ejecutivo comunitario. Los expertos piden en su informe de evaluación que se rebaje el umbral de contaminación admisible para ser considerada inversión verde. Los expertos pedían que solo fueran consideradas inversiones verdes aquellas que financien centrales de gas que emitan por debajo de los cien gramos de CO2 por kilovatio hora y el Ejecutivo comunitario ha desoído esa recomendación y ha mantenido ese listón en los 270 gramos de CO2/kWh.
McGuinness en todo caso ha defendido la medida como una decisión colegiada, pero lo cierto es que la reclasificación del gas y la nuclear ha salido adelante con el voto en contra del vicepresidente y Alto Representante, Josep Borrell; de la comisaria de Cohesión, la socialista portuguesa Elisa Ferreira; y del comisario de Presupuestos, el conservador austríaco Johannes Hahn, según han informado a Europa Press fuentes comunitarias.
Otras fuentes consultadas apuntan, además, que la controvertida revisión de la Taxonomía (el sistema que decide qué inversiones son útiles para combatir el cambio climático y cuáles no debe ser privilegiadas de ningún modo) encontró también críticas de otros dos vicepresidentes, la responsable de Competencia, Margethe Vestager, y el encargado del Pacto Verde, el socialista Frans Timmermans. Ni la una ni el otro sin embargo llegaron a votar en contra.
Tampoco votaron en contra pero sí expresaron reservas los comisarios de Economía, Paolo Gentiloni, y el de Justicia, Didier Reynders. En el debate no estuvo presente el comisario de Empleo, Nicolas Schmit, aislado por coronavirus, pero hizo saber formalmente a través de su equipo que no apoyaba el acto delegado al considerar que creaba "confusión" entre inversiones "verdes" e inversiones en tecnologías no sostenibles de transición, según recoge en una nota la agencia Europa Press, que cita fuentes europeas.
Consejo y Parlamento podrían pararlo
A partir de ahora se abre un periodo de cuatro meses, prorrogable dos más, tras el cual entrará en vigor salvo que lo tumbe una mayoría simple del Parlamento Europeo o una mayoría inversa de 20 países que sumen al menos el 65% de la población de la UE.
En el debate más reciente, España ha liderado las críticas a la calificación "verde" de la nuclear y el gas y ha sumado los apoyos expresos de Austria, Dinamarca y Luxemburgo, con una carta formal firmada por los cuatro, aunque este bloque queda lejos de sumar una mayoría suficiente para parar el cambio. Del otro lado, Francia defiende el proyecto por su apoyo a la energía nuclear y Alemania, a la que no gusta la nuclear pero defiende el gas, no se opone.
En su comparecencia, McGuiness ha insistido en que se trata de un instrumento financiero que ofrece un sistema "voluntario" por los inversores serán "libres de elegir si invierten o no" en proyectos con energía nuclear o gas y los países, libres de escoger su propio "mix energético".
Por su parte, el vicepresidente económico, Valdis Dombrovskis, ha señalado en un comunicado que estas reglas pretenden mejorar "la transparencia y la divulgación de datos para que los inversores tomen decisiones con información, evitando cualquier green washing".
El proyecto final adoptado por la Comisión Europea amplía la posibilidad de seguir construyendo centrales de ciclo combinado de gas hasta 2035, frente a los límites que habían sido fijados en el borrador en dos etapas: 2026 y 2030. Con todo, se condiciona este nuevo horizonte al cambio del combustible de estas plantas de energía de gas a gas de bajas emisiones de carbono o hidrógeno.
"Es un límite estricto el de 2035, pero no es tanto tiempo para que las instalaciones empiecen a operar con fuentes de energía bajas en carbono", ha subrayado McGuiness.
Además, estas instalaciones sólo podrán ser construidas en países donde sustituyan a centrales de carbón o que utilicen combustibles fósiles altamente contaminantes, pero no sería una opción para los nueve Estados miembro que ya han dejado atrás el carbón, han apuntado fuentes del Ejecutivo comunitario.
La revisión de la norma, además, permitirá seguir invirtiendo en la construcción de centrales nucleares hasta 2045 si bien establece una cláusula de revisión para la industria nuclear que prevé realizar un seguimiento del tratamiento de los residuos más peligrosos.
"La nuclear será parte de nuestro mix energético, pero nos centraremos en las renovables", ha subrayado McGuiness, quien ha señalado el rol de refuerzo de esta fuente de energía cuando las renovables no estén disponibles.
Sobre el gas natural
El gas natural es un combustible fósil que contribuye al cambio climático, tanto por la generación de emisiones de CO2 en la combustión como por las emisiones fugitivas de metano. El metano es un gas con un potencial de calentamiento global 86 veces superior al del CO2 en los primeros 20 años de vida. Emitir un kilogramo de metano es equivalente a emitir 86 de CO2. Además, cada vez más investigaciones científicas demuestran que las fugas de metano no han estado bien contabilizadas y representan un problema climático mayor del que se creía.