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Ladelosgeraniosenelbalcón

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España importó el año pasado productos energéticos por valor de 63.479 millones de euros. Eso significa que cada hora del año 2023 hemos pagado (por el carbón, el petróleo y el gas que hemos importado) nada más y nada menos que 7,2 millones de euros. Ese es exactamente el precio de nuestra dependencia energética, el precio de nuestro yugo: 7,2 millones de euros (cada hora que pasa) que además pagamos a unos proveedores muy controvertidos: Arabia Saudí*, Nigeria, Irak o... Rusia.

El caso ruso es particularmente sangrante: el año pasado llegaron a España desde allí casi 72.700 gigavatios hora de gas, un 29,8% más que en 2022 y prácticamente el doble que en 2021. Vamos, que las empresas energéticas que operan aquí (las iberdrolas, naturgys, Repsol y compañía) importan hoy mucho más gas natural ruso que antes de la guerra. De hecho, en el año 23, le han comprado a Rusia más gas que a la UE27, Noruega y Reino Unido juntos. ¿Resultado? El gran gigante euroasiático es hoy el tercer mayor proveedor de gas de España, solo por detrás de Argelia y Estados Unidos, y por delante de Nigeria, a la que ha desbancado de la tercera plaza, que antaño ocupaba el país africano.

Con el petróleo y sus derivados las noticias no son mejores. Según el Ministerio para la Transición Ecológica, España ha consumido en este primer tercio de año (1 de enero - 30 de abril del 24) más productos petrolíferos (gasolinas, querosenos, gasóleos, fuelóleos) que en el mismo período de 2019, último año antes de la pandemia.

Es decir, que no solo hemos recuperado ya el nivel preCovid de dependencia en materia de petróleo y derivados, sino que ya lo hemos superado. Cinco años de presunta transición energética (19-24) que cerramos con un paso atrás neto: hoy quemamos más derivados del petróleo que entonces.

Ah, y en este caso los beneficiarios de nuestra financiación (7,2 millones de euros por hora) son tan controvertidos como en el caso del gas. Porque resulta que España está comprándole petróleo por ejemplo a regímenes capaces de decapitar opositores a razón de tres cada semana (Amnistía Internacional acaba de publicar su tradicional informe anual sobre pena de muerte y el régimen de Arabia Saudí, proveedora de crudo a España, ha ejecutado a 172 seres humanos en 2023, tres cada semana).

¿Conclusión? No es solo cuestión de dinero. Es también cuestión de dignidad.

Sí, la transición energética es una cuestión de dignidad, entre otras cosas porque es una cuestión de vida o muerte. Abandonar los combustibles fósiles para enarbolar las energías renovables es la manera más rápida de ralentizar el cambio climático (cuestión de vida o muerte) y mantenerlo dentro de unas coordenadas mínimamente manejables.

Y España puede. El mes de mayo que acaba de concluir deja un titular incontestable: la fotovoltaica se ha convertido en la primera fuente del mix eléctrico nacional por primera vez en la historia. O sea, que la transición energética (a pesar del gas de Putin que siguen comprando las grandes compañías que operan aquí, y a pesar del crudo saudí que sigue alimentando nuestro parque móvil) sí es posible.

Eso sí, va a tener que ser la ciudadanía la que lidere esa transición energética. Porque los gobiernos y las grandes compañías solo van a hacer lo mínimo imprescindible (greenwashing). Sí, la transición a fondo la tiene que hacer la sociedad civil (empresariado, oenegés, ciudadanía). La tiene que hacer con sus proyectos (autoconsumo, comunidades energéticas) y con sus demandas (por un aire más limpio, por un medio más amable, por un mundo más justo).

La Unión Europea se enfrenta estos días a un dilema histórico: ahondamos en una transición que casi casi no ha hecho otra cosa que empezar o permitimos que el negacionismo blando de la derecha (ese que dice que la nuclear es una energía verde) le abra la puerta al negacionismo neandertal de Ladelosgeraniosenelbalcón, Meloni y compañía.

En tus manos está. 9J.

*Sobre la muerte del periodista Jamal Khashoggi en el consulado de Arabia Saudí en Estambul, donde Khashoggi fue estrangulado y posteriormente descuartizado por personal de los servicios secretos del régimen que lidera Mohammed bin Salman (bbc.com).

Antonio Barrero F.

abarrero@energias-renovables.com

@abarrerof

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