Mariano Rajoy nombró su primer gobierno el 21 de diciembre de 2011. Aquel año, España generó (generación neta, según Red Eléctrica), 264.092 gigavatios hora de electricidad (GWh). Pues bien, según el operador del sistema eléctrico nacional, el año pasado, en 2017, España produjo menos electricidad (concretamente 262.788 gigas hora) que seis años atrás, cuando Rajoy llegó a Moncloa. Sí, menos que en 2011… y muchos menos que en 2008 (278.301). En fin, que España genera hoy menos electricidad que hace diez años.
Importamos.
A saber: hace una década, en 2008, España exportó electricidad por valor de más de 5.000 GWh (exportación neta). Pues bien, diez años después, la moneda se ha dado por completo la vuelta y el país no solo no exporta sino que ha tenido que importar hasta 9.220 gigavatios hora. Es decir, que hoy somos más dependientes energéticamente -nos gastamos más dinero en importar electricidad- que ayer (o, mejor dicho, que hace diez años).
La balanza import-export ya se inclinó en contra del país en 2016: lo hizo después de trece años de saldo neto exportador (llevábamos trece años exportando más de lo que importábamos). Se dio la vuelta la balanza tras solo cinco años de Gobiernos Rajoy y parón renovable.
En el último decenio, las empresas han desconectado aquí más de 4.000 megavatios de potencia, los más ineficientes, los más antieconómicos, los más perjudiciales para la salud, los más peligrosos para la seguridad: fuel, gas, carbón, nuclear. Desde que el Partido Popular llegó a Moncloa, España sin embargo solo ha añadido a su parque de generación 4.800 megas de potencia nueva (renovable, ergo limpia).
La transición energética lleva seis años prácticamente parada. El sector ha perdido aquí (España marcha atrás) 50.000 empleos desde 2011, cuando en todo el mundo no cesa de crear puestos de trabajo.
Según el último informe sobre la «Evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero en España» (informe elaborado por Comisiones Obreras que recorre esa curva entre los años 1990 y 2017), el país registró el año pasado "el crecimiento anual más alto de emisiones desde que entró en vigor el Protocolo de Kioto”.
Mala noticia en términos absolutos y, también, en términos relativos: el precio del CO2 ha subido un 272% en los últimos doce meses: desde los 4,38 €/t que llegó a marcar en mayo de 2017 hasta los 16,29 €/t que cuesta ahora.
El balance del período Rajoy es pues muy concreto: mayor dependencia energética hoy que ayer (como el barril de Brent vuelva a moverse en los precios de antaño el impacto sobre la economía nacional va a ser durísimo), más CO2 en el aire (y muchísimo más caro hoy que ayer), más paro en el sector (con el consecuente impacto sobre los presupuestos sociales) y el precio del kilovatio hoy tan elevado como los más elevados de la historia.
“El 60% o más de lo que se paga en un recibo de la luz –decía hace unos meses en Televisión Española el ya exministro Nadal- depende de lo que nosotros estemos regulando”.
La pregunta entonces es: si el 60% depende del regulador (Nadal dixit), ¿qué porcentaje de responsabilidad tiene el regulador en la subida perpetua del precio de la luz?
Hasta aquí, la herencia.
¿El futuro?
¿Desatascará el PSOE el autoconsumo? ¿Acabará con el impuesto al Sol? ¿Reconducirá a España hasta la senda de la transición energética? ¿Reparará el daño que ha ocasionado la inseguridad jurídica a 60.000 familias, 60.000 pequeños propietarios de huertas solares? La oportunidad (probablemente no del todo prevista por Sánchez y compañía) es única. ¿El horizonte? Histórico. 2020.