¿A qué industria se refiere? Desde luego no puede estar aludiendo a la fotovoltaica, porque, al menos en lo que se refiere a fábricas de células o módulos (ahora llamados placas) la poca industria que quedaba en Europa, o está quebrando, o emigrando a EEUU en busca de las ayudas que no existen en Europa.
Evidentemente, sí existe, o resiste, alguna industria relacionada, como la de las estructuras y alguna de electrónica con componentes mayoritariamente fabricados en Asia. Pero no voy a negar que sí hay un “negocio” fotovoltaico que también genera puestos de trabajo bien cualificado y que hay que mantener. Ahí estamos todos los fabricantes europeos que pretendemos resistir en unos momentos que, ni tienen precedentes, ni creo que los tengan en ninguna industria.
Lo que está pasando, ya no es un tema de dumping o de competencia desleal, es algo mucho más dramático y estructural que, tarde o temprano tendrá que reventar: los precios actuales de los paneles no tienen nada que ver con lo que cuesta producirlos en China. Lo explicaré con dos gráficos:
En este primero se muestran los gigavatios importados por Europa en los últimos años frente a las instalaciones realizadas. Ambos datos son perfectamente contrastables y nos dan una idea del enorme stock disponible, que está provocando la necesidad de vender a cualquier precio.
*Data for June-December 2023 is based on forecasts.
Source: Rystad Energy’s Renewable&Power Solutions, July 2023
Por si estos datos no fueran suficientemente preocupantes, vayamos al segundo gráfico que muestra las instalaciones fotovoltaica en el mundo frente a la fabricación fotovoltaica en China 2020-2027 (línea azul) medida en GWp.
Yo no sé a vosotros, a mí me parecen unos datos escalofriantes. Por mucho que el gobierno chino, sus provincias o sus municipios quieran sostener esta disparatada situación, no se podrá mantener durante mucho tiempo. Estamos hablando de muchos miles de millones de euros de inversiones, y de pérdidas.
Porque, además, el gobierno de EEUU está dando subvenciones directas a la fabricación de células y módulos que superan a los quiméricos precios actuales. Lo que supone, en la práctica, que este mercado, así como el japonés y el de la India estén cerrados al producto chino. Por mucho que China instale, que sin duda es mucho, es imposible que sea capaz de absorber ni la mitad de su producción interna.
Conclusión: esto, tarde o temprano, va a explotar. Mientras tanto la industria fotovoltaica europea muere o está agonizante. ¿A quién le importa? Pero, eso sí, en España estamos en éxtasis. Ojos que no ven, corazón que no siente.