Tras la publicación de la nueva directiva europea de energías renovables, a finales de 2018, llegaron la presentación del Pacto Verde Europeo y de las estrategias europeas sobre biodiversidad y de la granja a la mesa “en pro de un sistema alimentario equitativo, sano y respetuoso con el medio ambiente”. Además, a finales del pasado 2020, los gobiernos de la Unión Europea acordaron aumentar del 40 al 55 por ciento la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para el año 2030 respecto a los niveles de 1990.
Todos estos acuerdos post-directiva llevaron a la Comisión Europea a proponer una hoja de ruta que incluye una consulta pública destinada a evaluar la posibilidad de modificar aquella. La consulta empezó en noviembre de 2020 y concluye el 9 de febrero, y en ella consta como una de las opciones la modificación de los criterios de sostenibilidad de la bioenergía en general y la biomasa forestal destinada al aprovechamiento energético en particular. Además, la CE debe aprobar una nueva Estrategia Forestal Europea.
Los criterios de sostenibilidad, que hasta la reforma de la actual directiva solo incumbían a los biocarburantes o biocombustibles líquidos, a partir de la misma incluyen al biogás y a los biocombustilbles sólidos, siendo las únicas renovables que los deben cumplir. El calendario establecido obliga a su entrada en vigor en el presente 2021.
“Dieciséis periodistas levantan la tapa sobre la inescrutable industria europea de la biomasa”
La última disputa librada en este campo parte de una campaña basada en trabajos de investigación periodística sobre el uso de biomasa forestal para producir energía que impulsa Argos, una plataforma centrada en este tipo de informaciones auspiciada por medios de comunicación públicos de los Países Bajos, y financia Investigative Journalism for Europe (IJ4EU).
Con un título tendencioso, Money to burn, la campaña parte de un exhaustivo trabajo informativo que cuestiona el gran crecimiento de la industria de la bioenergía de orifen forestal en Estonia a costa, alegan, de la deforestación de bosques maduros y protegidos. A partir de dicho trabajo, y según IJ4EU, “dieciséis periodistas de ocho países (España incluida) levantan la tapa sobre la inescrutable industria europea de la biomasa”.
Money to burn: “campaña de desinformación”
Básicamente, los trabajos periodísticos exponen, analizan y amplían cuestiones que llevan años sobre el tapete y que ahora, a las puertas de concluir la consulta pública sobre la posible revisión de los criterios de sostenibilidad, se actualizan. Se pone en cuestión de nuevo el carácter neutro de las emisiones de la bioenergía de origen forestal, los subsidios y subvenciones para la producción de bioenergía y biocombustibles, especialmente pélets de madera y las grandes centrales eléctricas, y se aboga por eliminar los árboles enteros como materia prima bioenergética.
Bioenergy Europe en Europa y Avebiom en España han reaccionado a los trabajos periodísticos impulsados por Argos y IJ4EU afirmando que “la simplificación excesiva del conocimiento científico y las campañas de desinformación como Money to burn respecto de una cadena de valor tan compleja no solo tendrán un efecto perjudicial en el sector, sino en el esfuerzo actual de la UE para eliminar gradualmente los combustibles fósiles”.
Grupos de presión por todas partes
Para ambas asociaciones “un hecho que algunos divulgadores y lobbies europeos desconocen es que el porcentaje de aprovechamiento de madera con fines energéticos se ha mantenido estable en el tiempo: el uso de leña en equipos poco eficientes ha evolucionado en pocos años a un uso moderno de biomasa estandarizada en equipos automatizados y de alta eficiencia”.
La acusación del poder de los lobbies va de un lado a otro, ya que desde el reportaje principal de la campaña de Money to burn afirman que “a lo largo de la cadena de la biomasa forestal, de los bosques a la caldera, surge una serie de intereses creados: un lobby multimillonario que actúa en el Parlamento Europeo y habla directamente al oído de los ministros de energía”. Detrás de estos grupos de presión resaltan que está sobre todo el comercio transfronterizo de pélets, dentro de Europa y desde Norteamérica.
¿Residuos forestales en el suelo o sustituyendo a combustibles fósiles?
Otro de los argumentos que se esgrimen en los trabajos periodísticos son los posicionamientos científicos que cuestionan la neutralidad en emisiones de carbono de la biomasa forestal y su contribución a la deforestación, en especial la que se destina a grandes centrales de producción de electricidad. Desde Bioenergy Europe y Avebiom sostienen que “el uso de bioenergía en ningún caso conduce a la deforestación; de hecho, contribuye a todo lo contrario”.
“En los bosques –prosiguen ambas organizaciones– crecen árboles demasiado pequeños, deformes o enfermos para ser aprovechados por las industrias de transformación de la madera, pero que se pueden emplear para generar energía de forma sostenible. El sector forestal tiene claro que destinar los árboles de bajo valor a generar energía renovable que sustituye a los combustibles fósiles permite costear parte de los trabajos de mejora de las masas forestales europeas a medio y largo plazo”.
En relación con el carácter neutro de las emisiones, afirman que “algunos artículos periodísticos sugieren que se deben dejar los residuos forestales en el suelo para que se descompongan lentamente, lo que resulta absurdo, ya que el CO2 terminará igualmente en la atmósfera y sin sustituir las nocivas emisiones generadas por los combustibles fósiles”.