Fue Giulio Volpi, de la Dirección General de Energía de la Comisión Europea, quien anunció que “una economía de emisiones netas cero requerirá cantidades cada vez mayores de biomasa en comparación con el consumo actual”. Y recordó que, según algunos escenarios, “el consumo de bioenergía podría aumentar en alrededor del ochenta por ciento hasta 2050”.
Pero, como ya ocurrió en 2018, en la edición de este año de la European Biomass Conference and Exhibition (EUBCE) se volvió a coincidir en que sin un esfuerzo político y de mercado para asumir los avances tecnológicos y de producción y movilización de una mayor cantidad de biomasa sostenible, no se podrá avancer lo necesario.
Hubo algunas intervenciones que llamaron a moderar el optimismo en cuanto a la disponibilidad de biomasa, como la de Jenny Walther-Thoss, responsable de políticas de Biomasa Sostenible en WWF International, quien admite que “la biomasa nos ayudará a alcanzar la meta de los acuerdos de París y reforzar los objetivos de desarrollo sostenible”, pero reconociendo que “es un recurso muy limitado”.
“Sostenible desde una visión ecológica, pero no tanto climática”
Walther-Thoss añadió que “a menudo el uso de la biomasa es sostenible dentro de una visión puramente ecológica, pero no lo es tanto si nos fijamos en los impactos climáticos”. Abogó por tener “una discusión seria sobre en qué sectores y procesos se debe utilizar como recurso la biomasa".
Fue casi el único punto discrepante, ya que todas las intervenciones, desde representantes de la Comisión Europea al Gobierno portugués, pasando por las asociacjones y empresas del sector fueron en la línea de, por ejemplo, Carlos Moedas, comisario de Investigación, Ciencia e Innovación, para quien “la biomasa será crucial en la lucha contra el cambio climático y para lograr la neutralidad climática de la UE en 2050”.
Algo más de concreción tuvieron las intervenciones de paisanos de Moedas, como João Pedro Matos, ministro de Medio Ambiente y Transición Energética de Portugal, quien recordó la importancia de una normativa en trámite que “favorece la proximidad del recurso de la biomasa a los consumidores de energía térmica, haciendo así un uso más eficiente y sostenible”.
Récord de presentaciones
En las conferencias y mesas de mayor peso político también se incidió en la trascendencia de un evento que cada año va a más, en especial en las presentaciones de mayor calado científico. Su principal organizador, el Centro Común de Investigación (CCI) de la Comisión Europea, destacó que finalmente se llegó a 1.766 representantes de 81 países y un total de novecientas presentaciones. Esto supone un 28 por ciento más de participantes y un 16 por ciento más de presentaciones que en la edición de 2018.
David Baxter, investigador ligado precisamente al CCI y ganador este año del premio el Linneborn que concede la EUBCE, calificó esta edición como “particularmente exitosa, no solo por el número récord de contribuciones al programa, sino porque se constató que los sectores de I+D se mantienen muy activos a pesar de un entorno de políticas que ha brindado poco apoyo nuevo a la biomasa”.
Baxter concluyó afirmando que “durante la última década la industria se está acercando a las capacidades de producción de escala comercial con tecnologías que no creíamos posibles hace unos años”.