“Gracias al uso de tecnología anaerobia, permitirá poner en marcha un nuevo sistema de tratamiento diseñado específicamente para las aguas que se generan en este tipo de industrias, que destacan por su complejidad”. Así resumen desde Facsa el trabajo que se llevará a cabo durante los próximos tres años dentro de TRAP, un proyecto cofinanciado por el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI). Su presupuesto total es de 572.974 euros.
La nota de prensa de Facsa también señala que el desarrollo de TRAP “permitirá reducir el consumo energético derivado del propio proceso de tratamiento, así como producir biogás a partir de las aguas residuales”. El nuevo sistema de tratamiento anaerobio que se empleará “contribuirá a minimizar el volumen de reactor y, al mismo tiempo, garantizará la estabilidad del sistema biológico de depuración”, afirman.
A finales del pasado año, una investigación publicada en la revista ResearchGate, señalaba igualmente la complejidad de tratar y depurar las aguas residuales de las industrias petroquímicas, “al contener diversos componentes orgánicos e inorgánicos que deben manejarse bien antes de descargarse en las aguas receptoras”.
Bacterias para degradar los compuestos recalcitrantes
El trabajo conjunto de Nirmal Ghimire, de la Universidad del Sureste de Noruega, y Shuai Wang, de la empresa Biowater Technology, analizó dos sistemas que “mostraron una eliminación sustancial (más del noventa por ciento) de demanda química de oxígeno. Uno de ellos integró procesos anaeróbicos y aeróbicos (HyVAB) y “produjo biogás con alto contenido en metano que puede utilizarse potencialmente como fuente de energía”.
En la conclusión se expone que “la aplicación de ciertos organismos para el tratamiento de componentes específicos de aguas residuales después del tratamiento biológico secundario puede ser clave en el futuro. El aislamiento de bacterias específicas para tratar compuestos recalcitrantes puede conducir a una eliminación efectiva, por ejemplo, la bacteria Pseudomonas putida para degradar los compuestos fenólicos”.
Rubén García, investigador principal de TRAP y técnico de I+D de Facsa, explica que este tipo de efluentes “suelen caracterizarse por presentar una elevada carga orgánica y temperatura, lo que los hace especialmente atractivos para aplicar tecnologías de depuración anaerobias que permitan degradar, e incluso revalorizar, los compuestos presentes en estas aguas, y además con un menor coste energético y una mínima generación de fango”.
Facsa: antes de TRAP estuvieron Sto3re y Sludge4Energy
Tanto Facsa como los otros dos socios de TRAP, la Universitat Jaume I de Castelló (UJI) y la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), tienen amplia experiencia dentro de la investigación para mejorar la producción de biogás y biometano. La UAB presentó el pasado año un proyecto sobre la conversión mediante la hidrogenación del CO2 presente en el biogás a metanol para revalorizar dicho gas, “impulsando la digestión anaerobia como una fuente potencial de energía y de materia prima de procesos de síntesis química a partir de metanol”.
Facsa lideró también el LIFE Sto3re, que ya trabajó en la eliminación de patógenos y microcontaminantes orgánicos presentes en lodos y purines para obtener biogás agroindustrial, así como nitrógeno, potasio y fósforo para su uso en las explotaciones agrarias. Y ya en 2012, junto al centro tecnológico Ainia y con otro proyecto (Sludge4Energy) desarrollaron un proceso integral de tratamiento de lodos para incrementar la producción de biogás y reducir la cantidad de lodo generado.
UJI y UAB, dos socios con experiencia en el trabajo con sustratos para la digestión anaerobia
En el mismo año, la UJI experimentó con tres mezclas diferentes de residuos para evaluar con cuál se generaba un mayor volumen de biogás y una alta concentración de metano. Las dos que ofrecieron mejores resultados fueron la compuesta por lodo digerido, residuo orgánico sucio y compuesto; y la formada por lodo no digerido, carne de cerdo, sangre y restos de poda.
Dos años después, la UAB participó con el Institut Català de Nanociència i Nanotecnologia (ICN2) en una investigación denominada BiogásPlus, en la que se emplearon como aditivos nanopartículas de óxido de hierro que alimentan las bacterias que degradan la materia orgánica, permiten la producción de biogás y transforman las nanopartículas en sales inocuas.