Boris Becker, no el tenista, sino el capitán del AIDAnova, conseguía atracar este crucero, de la compañía alemana AIDA Cruises, el pasado viernes en Port de Barcelona. Movido con gas natural licuado (GNL), los responsables de esta autoridad portuaria consideran que con su llegada sitúa a Barcelona “como puerto base para sus infraestructuras crucerísticas y de GNL y es un punto de inflexión en la estrategia medioambiental”.
Entienden que con ello “se materializa su apuesta por la sostenibilidad de la actividad portuaria y, más específicamente, el uso de combustibles más limpios”. Añaden desde Port de Barcelona que el GNL “reduce un 85 por ciento las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx), conlleva una sustancial reducción de las emisiones de CO2 y elimina por completo las partículas en suspensión y los óxidos de azufre”.
Sin embargo, acto seguido de conocerse esta información, Ecologistas en Acción, la Plataforma per la Qualitat de l'Aire, la Asamblea de Barrios por un Turismo Sostenible y la federación europea Transport and Environment (T&E) contestaban afirmando que “el GNL es un combustible fósil y, por tanto, no puede considerarse una solución ambiental como vienen anunciando las autoridades portuarias”.
¿Más o menos gases de efecto invernadero que el gasóleo marino?
En concreto, detallan que “su uso en el transporte marítimo puede generar emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) hasta un nueve por ciento superiores al uso del gasóleo marino (MGO), según un informe reciente de T&E”. Desde Gasnam, la asociación que fomenta el uso del gas en el transporte, echan mano de otro estudio conducido por la consultora Thinkstep que asegura que “el GNL permite una reducción del 21 por ciento de las emisiones de GEI en comparación con los combustibles marinos convencionales a lo largo de todo el ciclo de vida”.
El mismo informe confirma que “las emisiones de otros contaminantes locales, como los óxidos de azufre (SOx), los óxidos de nitrógeno (NOx) y las partículas (PM), son cercanas a cero cuando se usa GNL en comparación con los combustibles marinos convencionales”. Los ecologistas no dudan es de que “es claramente beneficioso de cara a la reducción de emisiones de contaminantes atmosféricos”, pero que “debería generalizarse al conjunto de cruceros que hacen escala en la ciudad para que tenga un impacto real, que repercuta en una mejora sustancial de la calidad del aire de la ciudad”.
Según la información de la autoridad portuaria “es el primer crucero propulsado por GNL, pero la industria crucerística ya ha anunciado o iniciado la construcción de trece más propulsados y operados exclusivamente con este combustible”. Desde las ONG contestan que “de las más de 830 escalas previstas y de los doce nuevos cruceros que se estrenan este año en la ciudad condal, tan solo dos llegarán propulsados por gas”.
Biogás licuado entre los fiordos noruegos y Suecia
No llegará tampoco hasta aquí algunos que contribuyen a menor impacto ambiental, como son los que incorporan biogás licuado en sus depósitos. Si recalarán en los fiordos escandinavos, ya que la compañía noruega de cruceros Hurtigruten anunció a finales del pasado año que utilizará biogás para mover seis de sus barcos antes de 2021, aunque combinado con GNL y baterías.
Otras experiencias con biogás en barcos, aunque no en cruceros, se dan en Suecia, entre la compañía gasista Skangas, filial del grupo finés Gasum, y la compañía naviera sueca Furetank. En los Países Bajos, una pequeña embarcación navega por Ámsterdam alimentada con biogás procedente de los residuos orgánicos de restaurantes de la ciudad.
No obstante, el informe de T&E advierte de que, aunque "el biometano tenga emisiones de GEI significativamente inferiores a las del gas fósil, las materias primas sostenibles para su producción (residuos orgánicos) son muy limitadas y no pueden aumentarse de forma sostenible. Incluso si suponemos que se produce el máximo potencial sostenible y que todo se destinara al transporte (lo que resulta muy improbable), sólo podría cubrir entre el 6,2 y el 9,5 por ciento de las necesidades energéticas del transporte".
Cortina de humo
Para las ONG ecologistas “la apuesta del Port de Barcelona por el gas es una cortina de humo para ocultar su inacción frente a los altos niveles de contaminación y poder seguir ampliando terminales y batiendo récords en la llegada de cruceristas”.
“Barcelona es el primer destino de cruceros de Europa y del Mediterráneo, con más de tres millones de cruceristas en 2018, y planea seguir creciendo a pesar de la amenaza que supone para la salud humana y de los enormes impactos ambientales y sociales que ocasiona este tipo de turismo masivo para la ciudad”, apostillan en la nota de prensa de Ecologistas en Acción.