“El robo de aceite residual doméstico de los contenedores aumenta un 68 por ciento en el último año” (abril de 2013 en Europa Press). “Lucha contra la recogida pirata de aceite vegetal usado en Galicia” (abril de 2014 en Energías Renovables). “Cárcel para dos empresarios por fraude en la instalación de contenedores de aceites usados” (diciembre de 2015 en Energías Renovables). “El mercado negro del aceite usado se instala en Granada” (abril de 2017 en el Ideal). “Roban aceite de cocina usado de hoteles y restaurantes” (enero de 2018 en el Diari de Tarragona).
Son solo algunas titulares (hay muchos años), en torno a conductas delictivas en la recogida y pre-tratamiento de aceites de cocina usado con destino a la producción de biocarburantes. En 2020, esta materia prima fue la más consumida en el biodiésel que entró en los vehículos españoles, aunque la gran mayoría procede de Asia.
El último incidente, que ha conllevado la intervención de la Guardia Civil, se ha producido en Villajoyosa, Alicante. Ya en junio de 2017, El Periòdic informaba sobre la detención, por parte de este cuerpo de policía, de dos hombres “como presuntos autores de varios delitos de robo con fuerza en contenedores de reciclaje de aceite, esclareciendo el robo de más de 600 kilos de aceite usado”.
Impacto ambiental, económico y social
De nuevo El Periódic, y otros diarios de la provincia y de la Comunidad Valenciana, como Información, Diario de Alicante o www.noticiascv.com, informan ahora de los resultados de Operación Waste Olive de la Guardia Civil de Alciante. Esta vez han sido diez las personas detenidas, además de dos vehículos intervenidos y numerosas sanciones administrativas relativas a la gestión de residuos.
Y de nuevo ha sido Villajoyosa el punto neurálgico de la operación. Era en esta localidad alicantina donde estaba el almacén donde se llevaban los aceites sustraídos de los contenedores colocados para su recogida. “Los encargados del almacén, lo almacenaban y trataban para posteriormente venderlo a empresas dedicadas a su transformación en biodiesel, en una acción que les reportaba unos beneficios de más de 4.000 euros semanales”, aseguran en los medios mencionados.
Estos robos tienen un triple impacto: ambiental, económico y social. Este último deriva de que gran parte de la logística de recogida y primer almacenaje y tratamiento del aceite de cocina usado lo llevan a cabo entidades de la economía social y solidaria u ONG que trabajan con personas en riesgo de exclusión laboral y social.