Países de Europa como el Reino Unido, Bélgica, Dinamarca o Países Bajos han introducido la biomasa en las antiguas centrales de carbón, primero en co-combustión con el propio carbón y posteriormente ya sin él, como una forma de atajar las emisiones de dióxido de carbono y de alcanzar los objetivos de reducción de gases de efecto invernadero en dichos países.
Es lo que alega principalmente, William Strauss, presidente de FutureMetrics, consultora especializada en el mercado mundial de pélets, en una nota de prensa tras conocer la publicación de la Affordable Clean Energy (ACE, Energía Limpia Asequible). “En Europa, los pélets y las astillas de madera son reconocidos como combustibles bajos en carbono porque su análisis del ciclo de vida muestra que, bajo criterios de sostenibilidad bien elaborados (y necesarios), su combustión es neutra en carbono”, sostiene Strauss.
No piensa lo mismo la EPA, ya que dentro de la nueva norma la rechaza como uno de los sistemas de mejora de la reducción de emisiones porque su combustión directa en la central no las reduce. Por el contrario, afirma que “específicamente, al medir las emisiones, la combustión expulsa más masa de emisiones por Btu (siglas que corresponden a unidad térmica británica en castellano) que la de los combustibles fósiles, lo que aumenta las de CO2 en origen”.
Libertad a los Estados, pero poca para la biomasa
La normativa identifica una serie de mejoras en la tasa de calor (HRI, en sus siglas en inglés) para establecer los mejores sistemas de reducción de emisiones (BSER, en inglés). En el fondo, resulta una estrategia para mantener con vida unas centrales de carbón para las que la CCP de la Administración Obama había puesto fecha de caducidad y está acorde con las políticas de Donald Trump de no suscribir los compromisos internacionales de reducciones de emisiones.
Aunque el presidente de FutureMetrics insiste en el valor ambiental e incluso económico de los millones de toneladas de pélets de madera que moviliza Estados Unidos hacia los países europeos “que sí consideran neutras las emisiones”, son estas exportaciones las que están en mayor medida bajo la lupa de la ciencia y los ecologistas por considerar que contribuyen a una mayor emisión de carbono debido a su complicada y larga logística.
De todas las maneras, dentro de una política que deja libertad a los Estados para implementar el mejor sistema de reducción de emisiones que crea conveniente, dentro de los establecidos por la EPA, no desecha, aunque de forma muy imprecisa, que un Estado opte ocasionalmente por la biomasa debido a “consideraciones y limitaciones regionales, como la proximidad, confiabilidad y costo del suministro de combustible”. Aunque recalca que nunca será reconocido como un BSER a nivel nacional.