Las multinacionales francesas TotalEnergies y Veolia afirman que pondrán en común sus conocimientos para desarrollar un proyecto de investigación de cuatro años en la biorrefinería de La Mède (Châteauneuf-les-Martigues, Francia), gestionada por la primera, con el objetivo a largo plazo de producir biocombustible. Para ello, “se creará una plataforma de pruebas para comparar diferentes sistemas innovadores de cultivo de microalgas e identificar los más eficientes”.
La nota de prensa que presenta el acuerdo afirma que “Veolia aportará su experiencia en el sector del agua para optimizar la gestión del entorno acuático de las microalgas y el desarrollo de la biomasa de algas como solución eficaz para la captura de CO2”. Por su parte, “TotalEnergies, en sinergia con las líneas de negocio del centro de La Mède, aportará su experiencia en el cultivo y el refinamiento de la biomasa para producir biocombustibles avanzados y en tecnologías de captura y utilización de CO2”.
Son de las pocas empresas y proyectos de investigación (ninguno todavía de producción a escala industrial) que aún se aferran a un futuro con biocarburantes de microalgas en los depósitos de algún medio de transporte. Un reportaje de la periodista Carly Nairn en Mongabay concluye que “tras numerosos contratiempos, pruebas fallidas y enormes costes de producción imprevistos, el biocombustible de algas hoy en día ya está entre los favoritos”.
Medio siglo de investigación
Como resalta Nairn, desde los años setenta del pasado siglo se investiga en este terreno, incluso hasta 2017 se mantenía esa condición de favorita como alternativa a los combustibles fósiles. El que grandes petroleras como Shell, Chevron y Exxon y empresas biotecnológicas como Solazyme apoyaran esta alternativa, y el Gobierno de Estados Unidos invirtiera grandes sumas de dólares en ella, respaldaba esa condición.
Hoy en día Shell y Chevron, entre otras muchas, se han bajado del barco, y Solazyme desapareció del mapa. En España, donde poco más que la Universidad Rey Juan Carlos y, tangencialmente, el proyecto LIFE Smart Agromobility apuestan aún por la vía de las microalgas para producir biocarburantes, hace tiempo que se desenganchó Repsol.
Como explicábamos al informar sobre la iniciativa de la Universidad Rey Juan Carlos, en España AlgaEnergy contó desde el principio con el respaldo de Repsol e Iberdrola, y con la petrolera afirmando que cooperaría activamente en “la selección, mejora, cultivo y comercialización de combustibles derivados de las microalgas”. Ahora, sin Repsol y con la japonesa Yokogawa como accionista de referencia, se sigue trabajando con las microalgas, pero poco en el campo energético y mucho en los de la cosmética, nutrición humana y animal o farmacéutico.
¿Por qué sigue apostando ExxonMobil por las algas como biocarburantes?
Según cuenta Carly Nairn en Mongabay, ExxonMobil, en alianza con la empresa biotecnológica Synthetic Genomics, es la única gran compañía que se mantiene en la carrera. En 2017 anunció una tecnología capaz de producir una cepa de algas que podría allanar el camino hacia un combustible bajo en carbono y un futuro sostenible que “reduciría el riesgo del cambio climático".
“Después de años de investigación y tantos otros fracasos de la industria de alta tecnología –escribe Nairn–, algunos ambientalistas cuestionan los motivos de la continua inversión de ExxonMobil en la investigación para encontrar el Santo Grial: se preguntan en particular si el gigante de los combustibles fósiles, conocido por sus campañas de desinformación climática de larga duración, no estará más interesado en temas de relaciones públicas y lavado verde que en ofrecer una verdadera tecnología alternativa con biocarburantes”.
¿Por qué seguir invirtiendo?
Michele Rubino, representante de Synthetic Genomics, afirma que la compañía ha duplicado su investigación de algas en los últimos cuatro años, desinvirtiendo de otros programas para comprometerse únicamente en encontrar una solución al problema de las algas. Sin embargo, reconoce que es iluso pensar que competirá alguna vez con los combustibles fósiles. El objetivo de ExxonMobil es producir 10.000 barriles por día de combustible de algas en 2025, nada comparado con los cuatro millones de barriles diarios de petróleo y gas que produce ahora.
La periodista de Mongabay también resalta que tras décadas de investigación no se han resuelto del todo otras cuestiones esenciales, como el consumo de agua, tierra, fertilizantes y energía. El reportaje se cierra con preguntas, más que con respuestas: “¿Por qué seguir invirtiendo? ¿Por qué continuar por este camino largo y difícil, cuando el retorno puede ser mínimo?